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INCAPACIDAD DE ADMITIR QUE NO SE.

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Presentación del tema: "INCAPACIDAD DE ADMITIR QUE NO SE."— Transcripción de la presentación:

1 INCAPACIDAD DE ADMITIR QUE NO SE

2 Ello nos lleva muchas veces a perder oportunidades: Desde el famoso caso de la IBM que rechaza la fotocopiadora, con lo cual se genera una tremenda oportunidad, que posteriormente se llamó Xerox Algunas personas  tienen dificultades en ver lo nuevo como nuevo;  en lugar de eso, lo ven como algo más de lo mismo, de lo viejo, como más de lo que ya saben. Su principal declaración es “yo ya sé esto”.

3 LA CEGUERA (NO SABER QUE NO SE SABE)

4 Uno de los enemigos ontológicos del aprendizaje más notables se debe al hecho que, normalmente, no sabemos que no sabemos. No sólo no estamos preparados para la novedad –ver lo nuevo desde la perspectiva de lo nuevo– sino que ni siquiera percibimos los “hoyos negros” de nuestra percepción.

5 QUERER TENERLO CLARO TODO EL TIEMPO

6 Hay quienes han desarrollado una especial ansiedad por tener todo claro permanentemente. Cualquier momento de confusión, de duda, de preguntas, es evitado a toda costa. No han aprendido emocionalmente a vivir las incertidumbres y oscuridades del camino. Como resultado se alejan de las preguntas, se atrincheran en sus respuestas e impiden comenzar sus procesos de aprendizaje. No admiten que para llegar a saber pasamos por el no saber y que para llegar a la luz hay trechos de oscuridad.

7 4. LA GRAVEDAD

8 La gravedad es una actitud que alguna gente asume cuando cree que sabe
La gravedad es una actitud que alguna gente asume cuando cree que sabe. O lo que es casi lo mismo, cuando cree que el saber que posee le otorga un estatus ontológico especial… ¿Los síntomas? La voz se hace engolada, la mirada muestra un cierto desprecio por el ignorante, las palabras son rebuscadamente difíciles y si es posible, se citan autores cada pocas frases.

9 5. LA TRIVIALIDAD

10 Este es uno de los enemigos más brutales del aprendizaje por las consecuencias sociales que produce. Así como el grave “pretende” seriedad sin conseguirla, quien vive en la trivialidad no puede, por su parte, hacer nada seriamente. Su manera preferida de ocultarse es riéndose de los demás mientras se defiende a toda costa de la posibilidad de reírse de sí mismo.

11 6. CONFUNDIR APRENDER CON TENER OPINIONES

12 Normalmente las opiniones tienen una importante dosis de “impunidad”: sencillamente las opiniones no me comprometen, puedo cambiarlas sin alterar mi identidad pública ni privada… Por el hecho de declararlas “opiniones”, cambiarlas casi no tiene costos. El enemigo aquí no es tener opiniones. El enemigo aparece cuando confundimos el saber con la opinión. Las convertimos en hechos.

13 7. EL OLVIDO DEL CUERPO

14 …Simplemente estamos diciendo que el cuerpo de quien aprende debe ser capaz de desempeñar acciones que no era capaz de realizar antes. Cualquier cosa que hagamos, la hacemos con nuestro cuerpo. Cuando se reconoce esto, nos alejamos del supuesto que el aprendizaje es un proceso que sólo tiene lugar en la mente.

15 8. AUSENCIA DEL CONTEXTO EMOCIONAL ADECUADO

16 La disposición para aprender no es tanto una función de la veracidad de lo que enseñamos, sino de la apertura emocional que podemos producir en quien aprende.

17 9. NO DAR AUTORIDAD A OTRO A QUE ME ENSEÑE

18 En nuestra cultura experimentamos dificultades para aceptar que otro sabe. Esa aceptación está ligada a dos emociones: el respeto y la admiración. Sin embargo nos encontramos con otra actitud que básicamente consiste en negar méritos al otro para no salir tan mal parados cuando nos comparamos con él.

19 10. LA DESCONFIANZA

20 Mirada desde otro ángulo, la desconfianza es un enorme gasto de energía.
Consiste en estar constantemente “pidiendo por abajo” como dicen en los juegos de dados. Quien desconfía está constantemente preguntándose sobre los motivos reales de quien enseña, “la agenda escondida”, lo que le dificulta escuchar lo que se está diciendo. Lamentablemente, las distinciones entre confianza e ingenuidad y entre desconfianza y prudencia son, por lo general, ignoradas.

21 11. Creer que porque se sabe algo se tiene la verdad

22 O, nuevamente, confundir saber con tener la verdad
O, nuevamente, confundir saber con tener la verdad. Pareciera que en nuestro actual modelo de aprendizaje, el único fundamento válido del saber es la verdad. ¿Qué sucede si mi saber tiene como fuente la intuición, es decir, un saber que no sabe como sabe? ¿Y si la fuente de mi saber fuese la belleza, la armonía?

23 12. Inhabilidad de desaprender

24 Quienes han tenido éxito alguna vez corren riesgo de ser atrapados por este enemigo: “¿Si funcionó bien así antes, por qué no va funcionar bien ahora?” Persistirán por tanto en acciones que fueron eficaces en otros tiempos aunque los tiempos presentes simplemente exijan otras.

25 13. Haberle perdido el amor a las preguntas

26 Las grandes preguntas guían nuestro espíritu, iluminan los senderos del aprendiz. No son hechas para ser respondidas, sino para enamorarse de ellas, para cultivarlas, para habitar, como seres humanos en el medio de su misterio. Un primer aspecto de esta barrera es nuestra adicción a las respuestas. En nuestro sistema educacional tradicional nos han premiado, felicitado, congratulado, aplaudido por nuestras respuestas, jamás por nuestras preguntas.

27 14. No detenerse a afilar el hacha (“lo que parece no es lo que parece”)

28 ¿Conoces la historia de aquel joven leñador que, pleno de energía, desafía a un anciano a quién podría cortar más árboles? El anciano se negó, hasta que decidió que ese era el momento de enseñar algo más importante a todos los jóvenes leñadores. Así mientras trascurría la competencia, el joven observaba que, cada vez que miraba al anciano, lo encontraba encorvado. “Está agotado, descansando, ya no da más….” –pensaba. Al final de la competencia el anciano leñador había cortado más del doble que el joven. “¿Cómo es posible, si siempre que te veía estabas descansando?” “No estaba descansando –respondió el viejo- me había detenido a afilar el hacha”.


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