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La cuestión sobre el sentido de la vida

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Presentación del tema: "La cuestión sobre el sentido de la vida"— Transcripción de la presentación:

1 La cuestión sobre el sentido de la vida
Objetivo del Aprendizaje: Conocen el concepto de sentido de vida y su relación en semana santa.

2 ¿Posee sentido mi vida? ¿La vida de Jesús tiene sentido?

3 Leamos…Reflexionemos…actuemos…
Lo que sigue a la muerte es tan problemático…Nada me hace sufrir tanto, nada me da tanto miedo como pensar en eso. Será cierto que yo he vivido para desaparecer enseguida sin dejar huella?¿Para que la hierba crezca inútil sobre mi tumba? Es escalofriante. Cómo llegar a saber la verdad? Dostoivski Los hermanos Karamazov

4 Realiza un cuadro comparativo con lo que le da sentido a tu vida y con lo que le pudo dar sentido de vida a Jesús. Mi vida Vida de Jesús

5 ¿Qué quiere decir la palabra sentido?
Posee dos acepciones En primer lugar, significado y así solemos preguntar qué sentido tiene tal texto o tal palabra. Del mismo modo anhelamos conoce la significación de los acontecimientos de la vida. El segundo sentido va relacionado, a las preguntas por ejemplo el sentido de una marcha. Es la pregunta hacia el dónde. FELICIDAD

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7 Una primera aproximación nos permite situar la pregunta por el sentido no en el plano intelectual, sino vivencial. La pregunta por el sentido de la vida no se hace, sino que se sufre, es decir, no se puede enfrentar con respuestas teóricas o visiones idealizadas, sino que la pregunta surge precisamente cuando enfrentamos el sin sentido, el sufrimiento o la muerte, y puestos cara a cara con el sin sentido, ninguna respuesta intelectual se muestra útil para enfrentarla. No se trata de encontrar una respuesta rápida para resolver el dilema, sino de reflexionar frente al problema para buscar pistas que nos ayuden a enfrentarlo mejor.

8 El problema del sentido.
El problema resulta ser el siguiente: ¿Por qué el ser humano anhela una plenitud y felicidad que nunca ha experimentado? ¿Por qué cree que todo tiene un sentido si la realidad pareciera mostrar lo contrario? ¿Por qué se rebela frente al mal o la muerte, si sabe perfectamente que el mal existe y que morirá en algún momento? A este dilema, que está en el fondo de la pregunta por el sentido, se han dado muchas respuestas, desde la religión, la filosofía o la literatura en general, buscando una visión satisfactoria que logre resolver el dilema y dar por contestada la pregunta sobre la existencia humana y su sentido.

9 ¿Es el ser humano fruto de la simple evolución, y en definitiva, de la casualidad?
La respuesta al problema del sentido no viene de la ciencia, aunque su aporte es valioso, sino de la filosofía y de la religión.

10 1. La respuesta de las religiones.
Hinduismo, todo tiene sentido. Nace en la región de la India y sus primeros textos sagrados se compusieron entre el 2000 y 1500 a. C. Es una religión naturalista, basada en los elementos naturales, los ciclos de la naturaleza. Posee multitud de dioses y diosas, ubicados generalmente en parejas, en diversas versiones y con distintos nombres, por lo que no resulta fácil hacer un catálogo de todos. Siguiendo los ciclos de la naturaleza, comprende el mundo también en forma cíclica, en un camino de varias reencarnaciones hasta alcanzar la plenitud espiritual.

11 Para el hinduismo, todo lo que le pasa al ser humano tiene sentido, pues responde a la ley del “karma”, lo que puede traducirse como obra, destino o fuerza y es lo que hace que el alma deba reencarnarse constantemente: “somos lo que hemos hecho, seremos lo que hagamos o haremos”.

12 b) Budismo, nada tiene sentido.
El Budismo nace como respuesta contraria al hinduismo. Tiene su origen en Siddharta Gautama, nacido príncipe cerca del año 560 a. C. “nuestras miseria –replicaba el futuro Buda a los sabios hindúes- no proviene de la esclavitud del alma, sierva, como ustedes dicen, de las pasiones, sino de que no nos hemos liberado de la personalidad, del yo. Dicen ustedes que pueden separar el yo de sus actos, pero se equivocan; el hombre es un compuesto de sus facultades; no existe ese ente extraño que, oculto por un telón, percibe lo que pasa adelante”1 1. Historia Universal. Origen de las grandes religiones. Tomo 7, pág

13 Comprendido que el camino no era la mortificación, el príncipe Gautama fue a sentarse al pie de una higuera silvestre llamada Bo, meditando todo el día, hasta que en la tarde recibió la iluminación. Desde entonces se transformó en Buda, el iluminado. Lo que descubrió al pie de la higuera no fue el origen del mundo ni la naturaleza de los dioses o del universo, sino la naturaleza del sufrimiento, sus causas y su solución. Buda expresa las “Cuatro Nobles verdades”, las que consisten en enunciados simples y básicos, que señalan el camino para liberarse del ciclo de reencarnaciones y alcanzar el estado de negación absoluta, absoluto desapego y total extinción del yo, el Nirvana.

14 c) Taoísmo, el equilibrio.
El taoísmo se forma a partir de los textos de Lao Tsé, quién vivió alrededor del siglo VI a. C. en China. El taoísmo establece la existencia de tres fuerzas: una pasiva, otra activa y una tercera, conciliadora entre las otras dos. Las dos primeras se oponen y complementan entre sí, funcionando como una unidad. Se trata del Yin (fuerza pasiva, sutil, femenina, húmeda) y el Yang (fuerza activa, concreta, masculina, seca) La tercera es el Tao, o fuerza superior que las contiene. Por ello el taoísmo no considera superior la vida sobre la muerte, la construcción a la destrucción, ni al placer sobre el sufrimiento, sino como una unidad de contrarios, lo positivo y lo negativo, la afirmación y la negación.

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16 d) El problema del sentido, la respuesta cristiana
Las tres religiones orientales revisadas tienen en común una visión del tiempo como algo cíclico, como un constante ir y venir, un constante repetirse de los mismos sucesos y las mismas situaciones. En las religiones históricas, como el cristianismo, el judaísmo y el Islam, el tiempo se concibe como un proceso lineal y ascendente que termina en la plenitud, visión que surge precisamente de tener en común un origen histórico y comprender la historia como un proceso, no como un ciclo. No niegan la existencia de ciclos en la vida, pero estos ciclos no son cerrados ni se dan siempre de la misma manera. Quizá la mejor forma de presentarlo sea como un espiral ascendente, donde cada nuevo círculo es más abierto y grande que el otro, más pleno.

17 En lo específico del cristianismo el punto de partida es la encarnación de Dios en la historia humana, en el hombre Jesús, perteneciente a un tiempo y una historia concretos. En El, Dios mismo ha entrado en la historia, llenándola de sentido porque está llena de su presencia. El cristianismo no niega el sin sentido de la realidad, sino que lo asume como tal, es decir, no busca dar sentido a lo que no lo tiene, pues cree que Dios es bueno y quiere el bien para todos, por lo tanto, todo sufrimiento es contrario a su voluntad. Desde entonces, la humanidad camina a su plenitud, aún no alcanzada plenamente, y por lo mismo no plena de sentido, pero es una caminata donde el sentido se hace cada vez más pleno hasta alcanzar su plenitud en Cristo.

18 En Jesús, su muerte y su resurrección, se encuentra la clave de esta forma de enfrentar el problema.
Creemos que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, el Salvador. Sin embargo, en la cruz vemos un Mesías derrotado, un Hijo de Dios que parece reclamar al Padre por haberlo abandonado, un salvador que no se puede salvar de la muerte. Es decir, en la cruz Jesús asume la condición humana hasta el total sin sentido, hasta el absurdo absoluto y es precisamente desde esa realidad que alcanza la resurrección, la plenitud, el total sentido.

19 No creemos en un Dios que quiere el sufrimiento, pero tampoco en uno que nos permite huir de él, sino en un Dios que sufre a nuestro lado, que asume en su propia carne el dolor y la angustia de todos los que viven el sin sentido, el mal y la injusticia, para transformar estas realidades y hacerlas plenas por la resurrección. En definitiva, el cristianismo plantea que se encuentra el sentido de la vida, al asumir el sin sentido de la misma, al enfrentar el mal y el sufrimiento con la esperanza cierta de la resurrección.

20 3. La búsqueda de la felicidad.
Así, la búsqueda de la felicidad se vuelve en el gran criterio para reencontrar el sentido una vez que se ha perdido, o para enfrentar el mal y el sufrimiento sin perder la esperanza. Por eso el cristianismo proclama su mensaje como Buena Noticia, porque aunque vivimos en la fragilidad y en la duda, estamos ciertos de lo que esperamos.


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