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Profesora :María Ester Rodríguez

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Presentación del tema: "Profesora :María Ester Rodríguez"— Transcripción de la presentación:

1 Profesora :María Ester Rodríguez
Tarea de lenguaje primero medio Profesora :María Ester Rodríguez

2 Lea atentamente el texto y reconozca Tipo de narrador
Siga atentamente las siguientes instrucciones para desarrollar la tarea Lea atentamente el texto y reconozca Tipo de narrador Tipo de lenguaje utilizado Separe los párrafos Reconozca las ideas principales y secundarias y ordénelas según importancia

3 El asno y el hielo Era invierno, hacía mucho frío y todos los caminos se hallaban helados. El asnito, que estaba cansado, no se encontraba con ánimos para caminar hasta el establo. -iEa, aquí me quedo! -se dijo, de-jándose caer al suelo. Un aterido y hambriento gorrioncillo fue a posarse cerca de su oreja y le dijo: -Asno, buen amigo, tenga cuidado; no estás en el camino, sino en un lago helado. -Déjame, tengo sueño ! Y, con un largo bostezo, se quedó dormido. Poco a poco, el calor de su cuerpo comenzó a fundir el hielo hasta que, de pronto, se rompió con un gran chasquido. El asno despertó al caer al agua y empezó a pedir socorro, pero nadie pudo ayudarle, aunque el gorrión bien lo hubiera querido. La historia del asnito ahogado debería hacer reflexionar a muchos holgazanes. Porque la pereza suele traer estas consecuencias. Fin La Ostra y El Cangrejo Una ostra estaba enamorada de la Luna. Cuando su gran disco de plata aparecía en el cielo, se pasaba horas y horas con las valvas abiertas, mirándola. Desde su puesto de observación, un cangrejo se dio cuenta de que la ostra se abría completamente en plenilunio y pensó comérsela. A la noche siguiente, cuando la ostra se abrió de nuevo, el cangrejo le echó dentro una piedrecilla. La ostra, al instante, intento cerrarse, pero el guijarro se lo impidió. El astuto cangrejo salió de su escondite, abrió sus afiladas uñas, se abalanzó sobre la inocente ostra y se la comió. Así sucede a quien abre la boca para divulgar su secreto: siempre hay un oído que lo apresa.

4 La humilde flor Cuando Dios creó el mundo, dio nombre y color a todas las flores. Y sucedió que una florecita pequeña le suplicó repetidamente con voz temblorosa: -iNo me olvides! ¡No me olvides! Como su voz era tan fina, Dios no la oia. Por fin, cuando el Creador hubo terminado su tarea, pudo escuchar aquella vocecilla y se volvió hacia la planta. Mas todos los nombres estaban ya dados. La plantita no cesaba de llorar y el Señor la consoló así: -No tengo nombre para ti, pero te llamarás "Nomeolvides". Y por colores te daré el azul del cielo y el rojo de la sangre. Consolarás a los vivos y acompa- ñaras a los muertos. Así nació el "nomeolvides" o mio-sota, pequeña florecilla de color azul y rojo.  Fin

5 La ostra y el cangrejo Una ostra estaba enamorada de la Luna. Cuando su gran disco de plata aparecía en el cielo, se pasaba horas y horas con las valvas abiertas, mirándola. Desde su puesto de observación, un cangrejo se dio cuenta de que la ostra se abría completamente en plenilunio y pensó comérsela. A la noche siguiente, cuando la ostra se abrió de nuevo, el cangrejo le echó dentro una piedrecilla. La ostra, al instante, intento cerrarse, pero el guijarro se lo impidió. El astuto cangrejo salió de su escondite, abrió sus afiladas uñas, se abalanzó sobre la inocente ostra y se la comió. Así sucede a quien abre la boca para divulgar su secreto: siempre hay un oído que lo apresa. Fin


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