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LA DE OJOS DE LECHUZA I. Nacimiento
ARÍSTIDES MÍNGUEZ BAÑOS LA DE OJOS DE LECHUZA I. Nacimiento
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Zeus antes del nacimiento de Atenea
Zeus antes del nacimiento de Atenea. Ilitía y otras diosas actúan como comadronas. Cerámica a.C
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Atenea saliendo de la cabeza de su padre
Atenea saliendo de la cabeza de su padre. A su lado, Hefesto con una segur Vasija ática de pinturas rojas Antes de Cristo Londres, British Museum
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Nacimiento de Atenea. Zeus, sentado en su trono, sostiene un haz de rayos, mientras que de su cabeza surge la diosa, blandiendo un escudo. Hefesto, con un hacha de doble filo, aparece a la derecha. Pintado por Frinos entre a.C.
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Nacimiento de Atenea. Grabado de Michael Maier, s. XVII
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II. El Juicio de Paris
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Bodas de Tetis y Peleo, E. Burne Jones, s.XIX
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Juicio de Paris. Pintura sobre cerámica atribuida a Antimenes (530 a. C.), Munich, Antikensammlungen
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Juicio de Paris. Hidria de figuras rojas, 500-450 a. C
Juicio de Paris. Hidria de figuras rojas, a. C.. Lodres, British Museum
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El Juicio de Paris, Girolamo Benvenuti(1470-1524)
El Juicio de Paris, Girolamo Benvenuti( ). Museo del Louvre, París
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El Juicio de Paris, Lucas Granach, 1508
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El Juicio de Paris, Rubens, 1600, British Museum
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El Juicio de Paris, Rubens, 1635, British Museum
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El Juicio de Paris, Rubens, 1638, Museo del Prado, Madrid
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Juicio de la reina Isabel I de Inglaterra s. XVI, Hampton Court
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III. El mito de Aracne
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Triunfo de Atenea, Francesco del Cossa, 1476-1484, Fresco del Palacio Schifanoia, Ferrara
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Las hilanderas, Velázquez, 1657, Museo del Prado
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Minerva y Aracne, J. Bauer, 1703
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IIII. Protectora de héroes
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Atenea y Hermes protegen a Perseo, que se dispone a decapitar a Medusa, mientras duerme. Cerámica pintada atribuida al Pintor de Nausícaa, a. C. Richmond, Virginia Museum
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Perseo armado por Mercurio y Minerva, Bordono Paris 1545-1555
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Heracles con el Jabalí de Erimanto, Cerámica Ática de figuras negras, a. C., Londres, British Museum
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Minerva protege a Hércules de Venus y Cupido, Pietro Benvenuti, ( ), Florencia, Palazzo Pitti.
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Teseo y el Minotauro, cerámica del 425 a. C.
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Atenea aplacando la cólera de Aquiles, ilustración de Flaxman (1888) para una edición de “La Ilíada”
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Orestes comparece al juicio del Aréopago, Grabado de Schwab, 1914
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Atenea ayuda a construir el Argo, Robinson, 1937, Londres, Longmans
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V. Otras pinturas
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Minerva y el centauro, Botticelli, Florencia, Uffizi
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Minerva desnuda ante un fauno, Golztzius, 1611, Haarlem, Frans Museum
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GALERÍA DE ESCULTURAS
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Atenea en el frontón del templo de Egina, 505-500 a. C. Munich
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Atenea Lemnia, copia a partir de un original de Fidias
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Atenea del Pireo, 340 a.C.
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Minerva de Arezzo
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Atenea y dos amorcillos dormidos, Delvaux, 1746-1748, Amsterdam, Rijkmuseum
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Atenea frente al Parlamento de Viena, grupo escultórico de Karl Kudmann, 1873-1883
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Detalle
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Atenea de Nashville, recreación a tamaño natural de la escultura del Partenón, Alan LeQuires, 1990.
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Minerva Vitrix, Littlejohn, 2000 Devon, Reino Unido
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AL CONDE DE LEMUS, YÉNDOLE A VISITAR A MONFORTE
Llegué a este Monte fuerte, coronado De torres convecinas a los cielos, Cuna siempre real de tus abuelos, Del Reino escudo, y silla de su estado. El templo vi a Minerva dedicado, De cuyos geométricos modelos, Si todo lo moderno tiene celos, Tuviera invidia todo lo pasado. Sacra erección de príncipe glorioso, Que ya de mejor púrpura vestido Rayos ciñe de luz, estrellas pisa. ¡Oh, cuánto deste monte imperioso Descubro! Un mundo veo. Poco ha sido, Que seis orbes se ven en tu divisa. Luis de Góngora y Argote, 1609
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DE LAS MUERTES DE DON RODRIGO CALDERÓN,
DEL CONDE DE VILLAMEDIANA Y CONDE DE LEMUS Al tronco descansaba de una encina Que invidia de los bosques fue lozana, Cuando segur legal una mañana Alto horror me dejó con su rüina. Laurel que de sus ramas hizo dina Mi lira, ruda sí, mas castellana, Hierro luego fatal su pompa vana (Culpa tuya, Calíope) fulmina. En verdes hojas cano el de Minerva Árbol culto, del Sol yace abrasado, Aljófar, sus cenizas, de la yerba. ¡Cuánta esperanza miente a un desdichado! ¿A qué más desengaños me reserva, A qué escarmientos me vincula el hado? Luis de Góngora y Argote, 1622
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ODA A SALVADOR DALÍ , F. G. LORCA
¡Oh, Salvador Dalí, de voz aceitunada! No elogio tu imperfecto pincel adolescente ni tu color que ronda la color de tu tiempo, pero alabo tus ansias de eterno limitado. Alma higiénica, vives sobre mármoles nuevos. Huyes la oscura selva de formas increíbles. Tu fantasía llega donde llegan tus manos, y gozas el soneto del mar en tu ventana. El mundo tiene sordas penumbras y desorden, en los primeros términos que el humano frecuenta. Pero ya las estrellas ocultando paisajes, señalan el esquema perfecto de sus órbitas. La corriente del tiempo se remansa y ordena en las formas numéricas de un siglo y otro siglo. Y la Muerte vencida se refugia temblando en el círculo estrecho del minuto presente. Al coger tu paleta, con un tiro en un ala, pides la luz que anima la copa del olivo. Ancha luz de Minerva, constructora de andamios, donde no cabe el sueño ni su flora inexacta. Pides la luz antigua que se queda en la frente, sin bajar a la boca ni al corazón del bosque. Luz que temen las vides entrañables de Baco y la fuerza sin orden que lleva el agua curva.
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53 Con mi arco y mi carcaj, la fría mirada tendida a un horizonte de luz, cruzo bajo el monolítico dintel, y ante mí el espacio se agiganta y su planicie servirá a los atletas que competirán en los juegos píticos. El templo en honor de Atenea no sucumbe, ni se inclina, ni el fervor de mi aliento logra ensalzar aún más su ya majestuosa estampa. No estoy solo; lo sé. Por ahí anda un cíclope temido por los varios héroes, un sátiro espanta las hermosas ninfas de preciosos bosques oreados, a Pan se le ha visto tocando —dicen que pésimamente— la lira, Orfeo es coreado allá por donde su flauta deja agreste melodía, y Febo ilumina y caldea el acerado rostro de este mi cuerpo bizarro, pero de rostro taciturno. Ahora sé que mis certeras flechas darán en la frente o cerviz de ese monstruo de tres pies. Juan-José Reyes Ríos
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RIMA XII Porque son, niña, tus ojos verdes como el mar, te quejas; verdes los tienen las náyades, verdes los tuvo Minerva, y verdes son las pupilas de las hourís del Profeta. Gustavo Adolfo Bécquer
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Ahora los dos, en el Cielo, recitarán juntos...
MI NIÑA Y ALBERTI Ahora los dos, en el Cielo, recitarán juntos... Mi niña en sueños se viste con alma de marinera. Anclado su barco está donde el mar no puede verla. Pero en olas espumosas llegan blancos tus poemas : Alberti, señor de la taza plateada por estrellas. Alberti, mi niña escucha el canto de otros poetas, que despiertan con su arte su sonrisa de Minerva. Gusta de ociar con Celaya, Otero, Panero y Biedma ; pero acusa en sus palabras la falta del agua buena. Gustavo Adolfo Medina
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ARÍSTIDES MÍNGUEZ BAÑOS
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