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La viejita que no sabiía tejer.

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Presentación del tema: "La viejita que no sabiía tejer."— Transcripción de la presentación:

1 La viejita que no sabiía tejer

2 Doña Hilaria estaba sola desde que su compañero de toda la vida había muerto. La pobreza era evidente en la pequeña habitación de la anciana. Un camastro en un rincón, una mesa de madera carcomida, una silla y una chamuscada parrilla eléctrica, eran sus únicos enseres.

3 La anciana no había tenido hijos, ni existía familiar alguno que se hiciera cargo de ella. Vivía solo de su miserable pensión de viudez. Sus días pasaban todos iguales, tristes y melancólicos, recordando tiempos mejores.

4 La única persona que la visitaba era su vecina Aurora, quien a veces le llevaba algo de comer y le ayudaba a limpiar la habitación. Aquella mujer era casi tan pobre como ella, pero de lo poco que tenía, le compartía.

5 Se acercaba el invierno y amenazaba con estar muy crudo ese año
Se acercaba el invierno y amenazaba con estar muy crudo ese año. Aurora llegó un día con unos ovillos de lana y le dijo a la viejita: - Aquí tiene doña Hilaria, es lana que me ha sobrado y a usted le puede servir para hacerse una manta, mire que este invierno va a estar muy frío- la anciana agradeció sin hacer ningún comentario.

6 Pasaron los días y el frío se hacía más crudo, pero los ovillos de lana seguían intactos sobre la mesa de Hilaria. Aurora le dijo un día: - Doña Hilaria, ya está haciendo mucho frío y usted con esa manta tan delgadita... ¿cuándo va a empezar a tejer otra con la lana que le regalé? – Sí... mañana empezaré a tejer- respondió la anciana.

7 Un día, Aurora tuvo que salir a visitar a su hermana que vivía en otra ciudad. Antes de marcharse le hizo prometer a Hilaria que a su regreso, ya tendría una manta nueva con qué abrigarse. Como siempre, la anciana le respondió: "Sí, mañana empezaré a tejer"

8 Aurora estuvo ausente dos semanas
Aurora estuvo ausente dos semanas. De regreso, se dirigió a la casa de su vecina. Tocó a la puerta muchas veces, pero nadie abrió. Preocupada, fue en busca de ayuda. Unos vecinos lograron abrir la puerta forzando la cerradura. Lo primero que vio Aurora fue la lana sobre la mesa, tal como había quedado el día en que se despidiera de la anciana.

9 La encontraron entumecida, envuelta en su delgada manta, que no le protegía del frío. Se veía muy mal, sus ojos se llenaron de lágrimas al ver a Aurora y le dijo con una voz apenas perceptible: - Perdóname Aurorita...por no haberle dicho la verdad...yo,,,yo no sé tejer... - ¡Pero, por qué no me lo dijo Hilaria- En esos momentos un vecino exclamó:

10 - ¡Hay que llevar al hospital a esta viejita, se ve muy mal...!
Cuando se la llevaban, la anciana dijo en un hilo de voz: Aurorita, quiero que me enseñes a tejer... - Sí Hilaria, en cuanto regrese yo le enseño a hacerlo, pero ahora se tiene que poner bien…

11 ¡qué triste final para una vida!.
Aurora la cubrió con su propia manta, la única que ella tenía y que era bastante gruesa. La anciana sintió el calor de la manta y cerró los ojos... Hilaria no volvería a sentir frío nunca más. Aurora tomó sus manos y estalló en llanto… ¡qué triste final para una vida!.

12 La falta de una buena comunicación, puede llevar a extremos innecesarios. Aurora suponía que Hilaria sabía tejer, ¡todas las viejtas saben hacerlo!, pensaba, así que no preguntó nada. Hilaria, en su humildad, no quería parecer mal agradecida, así que cuando recibió los ovillos de lana, también prefirió no decir nada. Puede parecer algo absurdo, pero situaciones parecidas pasan muchas veces, sin darnos cuenta, los llamamos malos entendidos.

13 Acostumbramos a generalizar, a etiquetar, a pensar con el cerebro de los demás. Damos por hecho lo que creemos que piensan los demás. Nos quedamos callados cuando deberíamos hablar y hablamos cuando deberíamos quedarnos callados. Amor al prójimo, sentido común, prudencia y saber ponernos en los zapatos de los demás, son factores claves en la comunicación y el entendimiento con otras personas. Angie


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