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Fiesta de Pentecostés. C Muévenos con tu aliento Pentecostés me invita a dejar espacio para que el Espíritu llene mi vida y la dé orientación desde el.

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Presentación del tema: "Fiesta de Pentecostés. C Muévenos con tu aliento Pentecostés me invita a dejar espacio para que el Espíritu llene mi vida y la dé orientación desde el."— Transcripción de la presentación:

1 Fiesta de Pentecostés. C Muévenos con tu aliento Pentecostés me invita a dejar espacio para que el Espíritu llene mi vida y la dé orientación desde el mensaje de Jesús. ¿Qué pasa si me falta el Espíritu? Sin Él….  No sabré CREER. No podré entender tantos y tan profundos misterios, dar respuesta a mis dudas, permanecer firme en mis convicciones y tener un sólido fundamento.  No sabré CONFIAR. Me llenaré de temores: a la vida, al trabajo, al futuro, a la soledad, a la vejez, a la enfermedad… Me haré desconfiado y sin valorar lo bueno que me puede pasar.  No sabré ORAR. Porque mis rezos serán monótonos, repetitivos, fríos, interesados… Diré palabras bonitas, pero no “las que me convienen”. Haré ritos y liturgias pero sin poner vida. Ofreceré dones, encenderé velas, asistiré a eucaristías… pero buscando protección e intentando “ganar” gracias e indulgencias.  No sabré SERVIR. Puede que trabaje mucho, haga muchas cosas, esté implicado en muchos proyectos… pero me podrá el agobio y el estrés; construiré cosas imponentes, pero no solidarias y se me colará el “virus del interés egoísta”  No sabré COMULGAR. Porque me vencerá el individualismo que me llevará a la separación y la rivalidad. Sin Él la casa se convertirá en una pensión, la familia una mera coexistencia, la fraternidad una carga, la amistad una conveniencia, la comunidad un fastidio, el amor un medio para ver colmados mis deseos….  No sabré CRECER. O lo haré sólo unidimensionalmente. Crecen mis manos para hacer, mi cabeza para pensar, pero no mis sentimientos, mi corazón, mi dimensión espiritual. Creceré en sentido cuantitativo pero no cualitativo.  No sabré AFRONTAR EL SUFRIMIENTO. No es que lo busque porque sí, pero la vida lo va trayendo. Y no sabré afrontarlo. Y buscaré la vida fácil, placentera, sin conflictos. Alejaré de mi vista las personas que sufren, que viven situaciones dolorosas para que no “estropeen” mis planes.  No sabré ESPERAR. Perderé la capacidad de soñar y los deseos de cambiar. Se me marchitará la esperanza, perderé la paciencia, se me atrofiará el compromiso, se me secarán las utopías, me burlaré de los ideales… Me diré: ¿para que un futuro incierto, si el presente es tan sugestivo? ¿para qué esforzarse si hay soluciones tan fáciles? ¿Por qué luchar si no vale para nada?.... Seré más realista pero con las alas cortadas… Tal vez viviré mejor, pero sin alma… ¿Qué facetas de mi vida necesitan ser “tocadas” por el Espíritu para mejorarlas y transformarlas? ¡Ven, Espíritu Santo! ¡Acompáñanos en todo momento! Sólo tú, enviado de Dios para iluminarnos, puedes hacer de nuestra vida un camino hacia el amor de Dios, con la paz y la esperanza como fundamentos de nuestra existencia. ¡Renueva nuestro interior, nuestra personalidad, con el fuego del amor que libera! Espíritu de Dios, ¡ven y ayúdanos a responder a la llamada que nos haces cada día, de manera constante, para que proclamemos tu mensaje de amor a todas las personas que coinciden con nosotros en esta ruta que, a través de Jesucristo, nos lleva hacia Ti, Padre del Cielo! Espíritu de amor y de fortaleza, ¡ayúdanos a superar todos aquellos obstáculos, pequeños y grandes, que cierran la ventana que podemos abrir al amor auténtico! Espíritu Santo, ¡borra todo lo que nos distancia de los demás, de todos los hermanos y hermanas nuestros sin exclusión, empezando por nuestros familiares y seres queridos! ¡Háblanos, Señor, con la voz de tu Espíritu! ¡Explícanos todo lo que quieres de nosotros! ¡Ayúdanos a abrir nuestro corazón y nuestros sentidos a tu presencia en nuestras vidas! ¡Gracias, Espíritu de bondad, por la luz de la fe que nos has dado, aunque muchas veces no te respondamos! ¡Gracias, Espíritu Santo, por el amor que nos reconcilia contigo y nos hace instrumentos de tu luz en el mundo! Amén. Romina González R. Encuéntrame https://youtu.be/zyoOypRtXhU Ven, Espíritu Divino… fortalece a los débiles, ensalza a los pequeños, consuela a los que lloran, cura a los enfermos, ilumina a los que no saben, da pan a los hambrientos, alegra a los tristes, sacia los grandes deseos, acompaña a los que están solos, pacifica a los violentos, une a los que están divididos, clarifica nuestro entendimiento, llena los vacíos, alivia los sufrimientos, quema nuestros egoísmos, guíanos por tus senderos, riega nuestra sequedad, bautízanos con tu fuego, empápanos con tu agua para que nunca estemos sedientos, espabila nuestra comodidad para que vivamos despiertos, enciende todo lo bueno que llevamos dentro, rompe nuestras ataduras, facilita fecundos encuentros… Ven, Espíritu Divino, ayúdanos a desarrollar nuestro yo más verdadero. Cambia, Señor, nuestros corazones… -egoístas y cobardes en generosos y valientes. -estrechos y calculadores en abiertos y desprendidos, -insensibles y acomodados en serviciales y atentos. -orgullosos e individualistas en sencillos y comunitarios. -interesados y caprichosos en gratuitos y entregados. ************************************  Defensor de los débiles, llena a los desvalidos de tu fortaleza.  Liberador de los oprimidos, rompe sus cadenas y dales tu libertad.  Consolador de los tristes, pon en ellos una fuente de alegría.  Luz de los ciegos, ilumina la noche de los que dudan.  Medicina de los enfermos, llénales de salud y vida.  Huésped del alma, acompaña a los que se sienten solos.  Abrazo de amor, une a los divididos.  Hoguera de amor, quema los egoísmos.  Energía de amor, desarma a los violentos y construye la paz.  Espíritu Santo, haznos partícipes de la naturaleza divina.

2 Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles (2,1-11): Al llegar el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en el mismo lugar. De repente, un ruido del cielo, como de un viento recio, resonó en toda la casa donde se encontraban. Vieron aparecer unas lenguas, como llamaradas, que se repartían, posándose encima de cada uno. Se llenaron todos de Espíritu Santo y empezaron a hablar en lenguas extranjeras, cada uno en la lengua que el Espíritu le sugería. Se encontraban entonces en Jerusalén judíos devotos de todas las naciones de la tierra. Al oír el ruido, acudieron en masa y quedaron desconcertados, porque cada uno los oía hablar en su propio idioma. Enormemente sorprendidos, preguntaban: «¿No son galileos todos esos que están hablando? Entonces, ¿cómo es que cada uno los oímos hablar en nuestra lengua nativa? Entre nosotros hay partos, medos y elamitas, otros vivimos en Mesopotamia, Judea, Capadocia, en el Ponto y en Asia, en Frigia o en Panfilia, en Egipto o en la zona de Libia que limita con Cirene; algunos somos forasteros de Roma, otros judíos o prosélitos; también hay cretenses y árabes; y cada uno los oímos hablar de las maravillas de Dios en nuestra propia lengua.»

3 Salmo 103,1ab.24ac.29bc-30.31.34 R/. Envía tu Espíritu, Señor, y repuebla la faz de la tierra Bendice, alma mía, al Señor: ¡Dios mío, qué grande eres! Cuántas son tus obras, Señor; la tierra está llena de tus criaturas. R/. Les retiras el aliento, y expiran y vuelven a ser polvo; envías tu aliento, y los creas, y repueblas la faz de la tierra. R/. Gloria a Dios para siempre, goce el Señor con sus obras. Que le sea agradable mi poema, y yo me alegraré con el Señor. R/. Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (12,3b-7.12-13): Nadie puede decir: «Jesús es Señor», si no es bajo la acción del Espíritu Santo. Hay diversidad de dones, pero un mismo Espíritu; hay diversidad de ministerios, pero un mismo Señor; y hay diversidad de funciones, pero un mismo Dios que obra todo en todos. En cada uno se manifiesta el Espíritu para el bien común. Porque lo mismo que el cuerpo es uno y tiene muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo, a pesar de ser muchos, son un solo cuerpo, así es también Cristo. Todos nosotros, judíos y griegos, esclavos y libres, hemos sido bautizados en un mismo Espíritu, para formar un solo cuerpo. Y todos hemos bebido de un solo Espíritu.

4 Ven, Espíritu divino, manda tu luz desde el cielo. Padre amoroso del pobre; don, en tus dones espléndido; luz que penetra las almas; fuente del mayor consuelo. Ven, dulce huésped del alma, descanso de nuestro esfuerzo, tregua en el duro trabajo, brisa en las horas de fuego, gozo que enjuga las lágrimas y reconforta en los duelos. Entra hasta el fondo del alma, divina luz, y enriquécenos. Mira el vacío del hombre, si tú le faltas por dentro; mira el poder del pecado, cuando no envías tu aliento. Riega la tierra en sequia, sana el corazón enfermo, lava las manchas, infunde calor de vida en el hielo, doma el espíritu indómito, guía al que tuerce el sendero. Reparte tus siete dones, según la fe de tus siervos; por tu bondad y tu gracia, dale al esfuerzo su mérito; salva al que busca salvarse y danos tu gozo eterno. Lectura del santo evangelio según san Juan (20,19-23): Al anochecer de aquel día, el día primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo: «Paz a vosotros.» Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió: «Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo.» Y, dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo: «Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos.»


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