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JesuCristo REY siervo de la humanidad

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Presentación del tema: "JesuCristo REY siervo de la humanidad"— Transcripción de la presentación:

1 JesuCristo REY siervo de la humanidad
"Jesucristo es el centro del cosmos y de la historia. Él, solo Él, es el Redentor del hombre" . La Iglesia desde los inicios ha vivido el primado absoluto de Cristo y la obediencia gozosa a Él profesando la fe en "Nuestro Señor Jesucristo": Tú solo el altísimo, Tú solo el Señor, Jesucristo. Este es el Señor al que pertenecemos: somos suyos, soy suyo. El Señor nos pertenece. Es nuestro. Es mío.

2 Pero ¿qué tiene de glorioso este Mesías levantado en la cruz?
Jesús Rey del universo. Pero ¿qué tiene de glorioso este Mesías levantado en la cruz? En el relato de la pasión, podemos encontrar el significado de la realeza de Jesús.

3 En aquel tiempo, el pueblo estaba mirando,
los jefes en cambio escarnecían a Jesús diciendo: «Ha salvado a otros, que se salve a sí mismo, si es el Cristo de Dios, su elegido».  También los soldados se burlaban, y se le acercaban para darle el vinagre, y decían: «Si tu eres el rey de los judíos, sálvate a ti mismo». Había también un letrero, sobre su cabeza: Este es el rey de los judíos. Uno de los malhechores pendientes de la cruz le insultaba: «¿No eres tú el Cristo?¡ Sálvate a ti mismo y también a nosotros!». Pero el otro le reprochaba: «¿Es que no temes a Dios, tú que sufres la misma condena? Y nosotros con razón, porque nos lo hemos merecido con nuestros hechos; en cambio éste nada malo ha hecho». Y añadió: «Jesús, acuérdate de mí cuando estés en tu Reino». Jesús le dijo: «Yo te aseguro: hoy estarás conmigo en el Paraíso». Lc. (23,35-43)

4 Había también un letrero,
Sobre su cabeza. “Este es el Rey de los judíos.”

5 "¡Mirad lo que hago con vuestro rey! ¿Pero qué clase de rey tenéis?".
Y Pilatos aumenta la dosis contra Jesús diciendo a los hebreos: "¡Mirad lo que hago con vuestro rey! ¿Pero qué clase de rey tenéis?".

6 si los grandes no se dignan mirarte, si el odio, la guerra
¿Qué REY eres tú, si los grandes no se dignan mirarte, si el odio, la guerra y la corrupción imperan, si la vida es impedida con extraños artificios?. Eres el REY de los desheredados, de los fracasados, de los menesterosos, de los destinados a morir, de los no destacados, de los decepcionados, de los no-importantes, de los que no cuentan, de los que no tienen donde reclinar la cabeza... estás rodeado de una turba de súbditos, a los que no tratas como tales, sino como amigos, a los que diriges los discursos más consoladores: "Dichosos vosotros" "No temáis, vosotros valéis más que los pájaros del cielo, que las flores del campo... No tengáis miedo, voy a prepararos un puesto junto al Padre...“

7 Eres un REY que no busca consensos,
que no guarda las distancias, que sabe esperar, te acercas con respeto, de puntillas, susurras, hablas al corazón...Un REY que no da fastidio, porque tu Reino no es de éste mundo, un Reino que desemboca en la beatitud la única auténtica justicia social, la única verdadera vida para todos.

8 El deseo de que Dios entre en nuestra historia para hacer justicia
es un grito que se alza en toda cultura y en toda religión. "¡Oh, si tú abrieras los cielos y bajases! Delante de tí se estremecerían los montes. Como el fuego incendia los rastrojos, así el fuego destruya a tus adversarios" (Is. 64,1-2)

9 Y Dios responde: ""Y el Ángel de la Alianza, que vosotros deseáis,
he aquí que viene, dice el Señor de los ejércitos. ¿Quién podrá soportar el Día de su venida? ¿quién se tendrá en pie cuando aparezca? Él es como el fuego de fundidor Y como lejía de lavandero. Se sentará para fundir y purgar; purificará a los hijos de Leví, y los acrisolará como el oro y la plata, Para que puedan ofrecer al Señor la oblación en justicia". (Ml. 3,1-3)

10 hoy estarás conmigo en el paraíso».
La respuesta de Dios, viene con un juicio, para purificar, para salvar, para "hacer todavía a Jerusalén oferta grata al Señor". "Al castigo de la culpa, ¡oh Dios de misericordia,! prefieres siempre un generoso perdón.” Le dijo: «Acuérdate de mí cuando vinieres á tu reino.». «En verdad te digo, hoy estarás conmigo en el paraíso».

11 "¡No tengáis miedo! ¡Abrid las puertas a Cristo!
Dios interviene en la historia de un modo extremadamente concreto: ofreciendo al hombre el reconstruirse una humanidad renovada, no destruyendo y condenando, sino recreándolo a la vida. Un día un grito sacudió la Iglesia y el mundo, el de Juan Pablo II al inicio de su pontificado: "¡No tengáis miedo! ¡Abrid las puertas a Cristo! ¡A su salvadora potestad abrid los confines de los Estados, los sistemas económicos y los políticos, los vastos campos de cultura, de civilización, de desarrollo! ¡No tengáis miedo! ¡Cristo sabe lo que hay dentro del hombre! Sólo él lo sabe...El hombre, a menudo es invadido por la duda que se transforma en desesperación. Permitid por tanto, os ruego, os imploro con humildad y confianza: ¡permitid a Cristo hablar al hombre!"

12 "¡Rey y centro de todos los corazones,
oh Cristo, ten piedad de nosotros!". ¡Haz que dejemos, Señor, de mendigar la verdad fuera de ti, a cuya imagen hemos sido creados y por quien solo podemos ser restaurados y encaminados a una vida nueva y a la alegría plena! ¡Tú solo eres el camino, la verdad y la vida! ¡Creo Señor, pero aumenta mi fe!

13 No debemos quedar desconcertados
si inmediatamente vemos solo pocos resultados. Nos exhorta san Pablo: “Todavía un poco, realmente, un poco apenas, y el que debe venir, vendrá y no tardará". Tantas veces nos quema la impaciencia. Se querría rápido la justicia para los otros y la recompensa inmediata para nosotros. Ahora es el tiempo de la fe y de una paciente perseverancia: "Mi justo vivirá mediante la fe; mas si retrocede, mi alma no se complace en él. Nosotros no somos de los que retroceden, sino hombres de fe.". A nosotros toca saber creer en la potencia del pequeño granito de mostaza que al fin se convierte en una gran planta.

14 "Si eres bueno…” "Si eres rey..." "Si eres rey..."
«Si tú eres el rey de los Judíos, sálvate a ti mismo». "El condicional de la duda". "Si eres rey...": Esta es la eterna tentación del hombre hundido en su miseria e indigencia. «Si eres el Hijo de Dios…” Así es el tentador, y así han sido tantos hombres en el curso de la historia. "Si eres bueno…” ¿Porqué reina tanto mal entorno a nosotros? "Si me amas…” ¿Porqué, en vez de que reine tu amor en mí, reina, al contrario, el desorden de las pasiones, y el egoísmo desenfrenado? "Si eres rey..." ¿Cómo es posible que haya gobiernos descreídos y ateos, que persiguen, encarcelan y asesinan a sus súbditos? "Si eres rey..." ¿Qué clase de soberanía es la tuya, que tanto se esconde, hasta el punto de desvanecerse y llegar casi a desaparecer? "Si eres rey..." La duda nos envenena y nos sacude interiormente. El condicional nos muerde el alma, hasta la herida mortal.

15 ¡Venga tu Reino, Señor!. Reavivemos en nosotros el deseo de que
Seamos valientes, Quitemos de una vez por todas el “si” condicional de nuestras relaciones con Jesucristo Rey. El Reino de Cristo se recibe como un regalo, como una revelación del cielo; no es fruto de una mente humana privilegiada, ni del acuerdo decisivo de los hombres. Reavivemos en nosotros el deseo de que Cristo reine de verdad en nuestra vida. Cristo vence así. Su triunfo es el triunfo del amor sobre el odio, sobre el mal, sobre la ingratitud. Su victoria es aparentemente una derrota: el modo de vencer del amor es realmente el dejarse vencer. ¡Venga tu Reino, Señor!.

16 "¡Hoy estarás conmigo!" ¡Este es nuestro Rey!
Jesús es un rey crucificado, Y sin embargo su poder Está precisamente en la extrema entrega de sí. ¡Este es nuestro Rey! No el que domina y humilla con la arrogancia del poder, Sino el que sirve hasta dar la vida. El que se "pierde" tras los "perdidos". El que precisamente muriendo salva. La calidad y la medida de su realeza es el amor, el amor que se hace servicio hasta la muerte. Reconocerlo como Rey significa convertirse, acoger su perdón y aprender a servir con su estilo y su dedicación. Aprenderemos a repetir también nosotros a nuestro Rey, no solo en la hora suprema, sino cotidianamente, sobre todo en el momento de la oscuridad y el miedo: "¡Jesús, acuérdate de mí!" y escucharemos cada vez su respuesta tranquilizadora: "¡Hoy estarás conmigo!" Elaborado por Antonio Barone


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