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Publicada porNatividad Ferreyra Torres Modificado hace 9 años
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Hoy Jesús nos enseña algo esencial en nuestra religión.
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Jesús nos dice hoy que el más importante no es el que está por encima de otros, por la dignidad o el dinero, sino que es el que está sirviendo a quien lo necesite. El evangelio es de san Marcos (10, 35-45) y dice así:
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En aquel tiempo, se acercaron a Jesús los hijos del Zebedeo, Santiago y Juan, y le dijeron: "Maestro, queremos que hagas lo que te vamos a pedir." Les preguntó:- "¿Qué queréis que haga por vosotros?" Contestaron: "Concédenos sentarnos en tu gloria uno a tu derecha y otro a tu izquierda." Jesús replicó: "No sabéis lo que pedís, ¿sois capaces de beber el cáliz que yo he de beber, o de bautizaros con el bautismo con que yo me voy a bautizar?" Contestaron: "Lo somos" "Jesús les dijo: "El cáliz que yo voy a beber lo beberéis, y os bautizaréis con el bautismo con que yo me voy a bautizar, pero el sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí concederlo; está ya reservado." Los otros diez, al oír aquello, se indignaron contra Santiago y Juan. Jesús, reuniéndolos, les dijo: "Sabéis que los que son reconocidos como jefes de los pueblos los tiranizan, y que los grandes los oprimen. Vosotros, nada de eso: el que quiera ser grande, sea vuestro servidor; y el que quiera ser primero, sea esclavo de todos. Porque el Hijo del hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate por todos."
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El domingo pasado veíamos, en la escena del joven rico, que las riquezas suelen ser un impedimento grande para conseguir el Reino de Dios.
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Hoy nos habla de otro impedimento, que suele ir bastante unido con las riquezas. Es el deseo de grandeza, de poder material, que impide el Reino de Dios, porque suele impedir el cumplimiento del mandamiento del amor.
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Iba Jesús adoctrinando a sus discípulos sobre algo que les costaba mucho entender. Era sobre el verdadero significado de Mesías, que no se refiere a triunfo ni gloria, sino a entrega. Por eso les decía que el hijo del hombre iba a Jerusalén a entregarse hasta morir por los seres humanos, aunque luego resucitaría.
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Y como los discípulos, en sus conversaciones apartadas de Jesús, pensaban en el posible reino que Jesús instauraría, cada uno tenía sus planes. Éstos solían ser distantes de la mentalidad de Jesús.
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Santiago y Juan, los hijos de Zebedeo, habían sido distinguidos por Jesús algunas veces, juntamente con Pedro. Por eso ahora se atreven a presentarle un plan un tanto arriesgado.
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Otro evangelista dice que la que planteó el problema fue la madre de los dos, pues era de las mujeres que solían acompañar al grupo.
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Y le dijeron: "Maestro, queremos que hagas lo que te vamos a pedir."
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Resulta que lo que le pedían a Jesús era nada menos que ser los principales ministros en ese reino que creían iba a instaurar Jesús en Jerusalén.
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Pero Jesús tenía una gran mansedumbre. Les conocía bien. Sabía que eran impetuosos, pero de buen corazón. Jesús se podría haber molestado contra los dos hermanos, que parecían no entender aún su programa mesiánico.
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Jesús comprendió su ignorancia y que aún no estaban preparados para el apostolado; pero les hizo una gran pregunta:
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“¿Sois capaces de beber el cáliz que yo he de beber, o de bautizaros con el bautismo con que yo me voy a bautizar?”
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Se necesitaba una gran valentía y decisión (y mucho amor) para responder como ellos a Jesús:
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A Dios le agrada la buena intención. Claro que desea que progresemos en todos los conocimientos de su Voluntad; pero dentro de nuestra sencillez e ignorancia, Dios quiere que estemos disponibles para lo que Él quiera. Por eso, en esta parte del relato del evangelio, le digamos a Jesús con fe y amor: Jesús, aquí estoy.
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Automático
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estoy aquí.
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qué puedo ofrecerte.
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Sólo sé
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que quiero ser diferente.
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sentir como tú sientes,
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mirar a través de tus ojos...
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Hacer CLICK
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Jesús aceptó la buena voluntad de Santiago y Juan; pero les dijo:“El cáliz que yo voy a beber lo beberéis, y os bautizaréis con el bautismo con que yo me voy a bautizar, pero el sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí concederlo.
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No todo había terminado con esa declaración de Jesús.
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Y ahora Jesús aprovecha para darnos su gran mensaje y decirnos algo esencial.
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Por eso les reúne a todos junto a sí para decirles:
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"Sabéis que los que son reconocidos como jefes de los pueblos los tiranizan, y que los grandes los oprimen.
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“Porque el Hijo del hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate por todos.”
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Este es el gran mensaje que hoy nos da Jesús: que la actitud fundamental del cristiano es el servicio. Y Él mismo nos dio ejemplo de ese servicio: Como en la Última Cena lavando los pies a los apóstoles. Para ellos era algo mucho más profundo que ahora para nosotros.
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Este rebajamiento de Jesús lo expresa hoy la 1ª lectura que es del profeta Isaías (53, 10-11). Jesús, el Señor, se rebaja, se humilla; pero es para servirnos a nosotros y para que nosotros aprendamos la actitud del ser cristiano. Dice así la 1ª lectura:
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El Señor quiso triturarlo con el sufrimiento, y entregar su vida como expiación: verá su descendencia, prologará sus años. Lo que el Señor quiere prosperará por su mano. Por los trabajos de su alma verá la luz, el justo se saciará de conocimiento. Mi siervo justificará a muchos, porque cargó con los crímenes de ellos.
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se rebajó Automático
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se rebajó
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a pesar de su condición divina
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se despejó de su rango
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pasando por uno de tantos
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pasando por uno de tantos.
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Y así actuando como un hombre cualquiera
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se re- ba- jó incluso a la muerte
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y a una muer- te Hacer CLICK
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Y Jesús sigue estando en medio de nosotros, en la EUCARISTÍA, para que nosotros sigamos en actitud de servicio.
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Esta actitud de servicio lo ha manifestado la Iglesia en todos los tiempos, como seguidora del Maestro.
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En el mundo hay un ansia, que parece innata, de ser servido, de dominar. Esto se ve desde los niños en sus juegos. Y se amplía cuando se es mayor.
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La actitud del mundo es querer estar por encima de los demás, aunque sólo sea en algún detalle.
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Suele ocurrir, cuando va a haber elecciones políticas, que muchos políticos (no todos) hablan de estar al servicio del pueblo o de los pobres, etc. Pero es pura propaganda o demagogia. La verdad es que la mayoría busca su grandeza y poder. Y junto con ello las riquezas.
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¡Qué fácil es hablar, pero qué difícil servir de verdad! La Iglesia ha sido más creída por muchos cuando han visto los ejemplos concretos del amor. Si Jesús nos habla de servir es porque se deriva de amar.
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Hemos visto cómo hoy en el evangelio Jesús, habiendo reunido a los apóstoles les ha recordado cómo se suelen comportar los que “mandan” en el mundo. La autoridad debería ser servicio. Es lo que quiere Jesús para la Iglesia.
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El hecho es que muchas veces no lo es, pues dentro de las instituciones religiosas se da también la búsqueda de grandezas, puestos y títulos de honor. No podemos juzgar, pues las apariencias muchas veces nos engañan. Dios es el que lo ve y lo juzgará.
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Hasta en las oraciones, que es el momento de estar más cerca de Dios, pedimos progresos materiales y quizá nos gloriamos ante Dios, no precisamente por actos de servicio, como lo hacía aquel fariseo.
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Cada uno puede ver en su entorno cotidiano qué servicios puede prestar material y espiritualmente. Leamos en nuestro corazón lo que Jesús nos va diciendo, como a aquellos dos apóstoles.
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A veces cuando hablamos de hacer un servicio a la Iglesia, pensamos en grandes cosas. Quizá Dios le pida algo así a alguno. Lo normal son cosas pequeñas. Algo importante es dar alegría y entusiasmo. Siempre con la actitud de servir y hacer el bien.
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Así es como seguiremos al Señor; y Él nos acompañará en este caminar de la vida hasta llegar a la ciudad de la paz donde todos seremos servidores, pero también reyes.
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Recorriendo las sendas que abriste, queremos seguirle al rey eternal. Automático
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pues contigo queremos en todo amar y servir.
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La misión es llevar a la vida la fe y la justicia del Reino de Dios.
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pues contigo queremos en todo amar y servir.
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Que sigamos el caminar de María, en fe y amor a Jesús. AMÉN
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