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Publicada porDavid Venegas Casado Modificado hace 9 años
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Lectio divina del Salmo dominical Mi 5,1-4a: De ti saldrá el jefe de Israel. Sal 79,2ac.3b.15-16.18-19: Oh Dios, restáuranos, que brille tu rostro y nos salve. Hb 10,5-10: Aquí estoy para hacer tu voluntad. Lc 1,39-45: ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? Domingo IV de Adviento Música: Dvorak, La sinfonía del nuevo mundo
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Oh Dios, restáuranos, que brille tu rostro y nos salve.
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Pastor de Israel, escucha, tú que te sientas sobre querubines, resplandece. Despierta tu poder y ven a salvarnos.
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Oh Dios, restáuranos, que brille tu rostro y nos salve.
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Dios de los ejércitos, vuélvete: mira desde el cielo, fíjate, ven a visitar tu viña, la cepa que tu diestra plantó y que tú hiciste vigorosa.
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Oh Dios, restáuranos, que brille tu rostro y nos salve.
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Que tu mano proteja a tu escogido, al hombre que tú fortaleciste, no nos alejaremos de ti; danos vida, para que invoquemos tu nombre.
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Oh Dios, restáuranos, que brille tu rostro y nos salve.
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Lectio Ahora leemos el salmo entero, despacio… Salmo 79 (80) 2 Pastor de Israel, escucha, tú que guías a José como a un rebaño; tú que te sientas sobre querubines, resplandece 3 ante Efraín, Benjamín y Manasés; despierta tu poder y ven a salvarnos. 4 Oh Dios, restáuranos, que brille tu rostro y nos salve. 5 Señor Dios de los ejércitos, ¿hasta cuándo estarás airado mientras tu pueblo te suplica? 6 Les diste a comer llanto, a beber lágrimas a tragos; 7 nos entregaste a las contiendas de nuestros vecinos, nuestros enemigos se burlan de nosotros. 8 Dios de los ejércitos, restáuranos, que brille tu rostro y nos salve. 9 Sacaste una vid de Egipto, expulsaste a los gentiles, y la trasplantaste; 10 le preparaste el terreno, y echó raíces hasta llenar el país; 11 su sombra cubría las montañas, y sus pámpanos, los cedros altísimos; 12 extendió sus sarmientos hasta el mar, y sus brotes hasta el Gran Río. 13 ¿Por qué has derribado su cerca para que la saqueen los viandantes, 14 la pisoteen los jabalíes y se la coman las alimañas? 15 Dios de los Ejércitos, vuélvete: mira desde el cielo, fíjate, ven a visitar tu viña, 16 la cepa que tu diestra plantó y que tú hiciste vigorosa. 17 La han talado y le han prendido fuego; con un bramido hazlos perecer. 18 Que tu mano proteja a tu escogido, al hombre que tú fortaleciste. 19 No nos alejaremos de ti: danos vida, para que invoquemos tu nombre. 20 Señor Dios de los ejércitos, restáuranos, que brille tu rostro y nos salve. Si quieres escuchar el salmo en hebreo, pincha aquí
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Lectio ¿Qué lugar ocupa este salmo en el salterio? Según el P. Ramón Ribera, monje de Montserrat, y otros estudiosos, el orden de los salmos no se debe al azar sino que hay toda una estructura interna.
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Nuestro salmo se encuentra en la primera parte del salterio, dedicado a las súplicas a Dios, formada por los libros: 1º: salmos 1-40 2º: salmos 41-71 2º: salmos 41-71 Y 3º: salmos 72-88 Salmo 79: Ven a visitar tu viña. Lectio ¿Qué lugar ocupa este salmo en el salterio? Dentro del tercer libro, los salmos 72-82 constituyen la “Colección de los hijos de Assaf”. Sobre la paternidad de Assaf (levitas que hacían de cantores en el templo: 2Cr 35, 15: Esd 2, 41) es posible que este grupo de salmos fuera escrito durante la Deportación o poco después. En los salmos 76-80 se hace un repaso colectivo de la historia para recordar a Dios cómo se comportaba con ellos cuando los llevaba por el desierto. La relectura que se hace a las Colecciones de David es para acentuar que el juicio pertenece exclusivamente a Dios.
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El salmo 79 es una lamentación pública ante una grave desgracia: el enemigo ha invadido el territorio nacional y ha destruido la ciudad y el templo, y Dios parece mostrarse indiferente y callado. La caída de Samaría el año 721 a.C. o la deportación del año 586, que provoca una relectura del desastre de Samaría, puede ser el telón de fondo de este salmo. El pueblo orante pide la restauración. Restauración que implica un “volver”: que Dios se vuelva y podamos ver su Rostro de nuevo; y que nosotros volvamos sobre nuestros pasos y retornemos a Dios. El estribillo (vv. 4.8.15 y 20) subraya la insistencia de la petición. Las emociones expresadas son fundamentalmente dos: la amargura que se siente en el abandono, bajo la presión enemiga, y la confianza en la protección divina. Lectio ¿Qué dice el texto?
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En este cuarto domingo de Adviento nuestro anhelo del Señor se condensa en una palabra: “¡Ven!” ¡Vuélvete a nosotros. Sólo Tú, Señor, nos puedes salvar y colmar de gracia y bendición! Meditatio Lo propio de este paso es meditar qué me dice a mi el texto. Esto es algo muy personal por ello aquí para ayudar a esta meditación relacionamos el salmo con las lecturas del domingo. ¡Ven a salvarnos!
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La viña es Israel, el Señor nacerá en ella, en Belén de Éfrata. La profecía de Miqueas se hace realidad gracias a dos obediencias que se encuentran: el “Sí” de la Madre, y el “Sí” del Hijo en su encarnación. ¡Ven a visitar tu viña!
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Con gozo lo diría Isabel, una vez descubierta la Presencia del Niño, aun de forma velada, en el seno de su Madre. Y con estupor lo decimos también nosotros porque hemos sido agraciados con la venida del Salvador. No nos alejaremos de Ti.
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¡Ven a salvarnos, Señor! Que tu Nacimiento ilumine nuestras vidas y las colme de gozo y de paz. ¡Ven, Señor Jesús! Oratio ¿Qué me hace decirle a Dios este salmo, la liturgia de este domingo?
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“La herida de la naturaleza humana era enorme, desde los pies hasta la cabeza no había nada sano en ella; no había dónde poner un cataplasma, aceite o vendas. Según eso, decían los profetas con llanto y desolación: ¡Qué venga de Sión la salvación!; y también: Proteja tu mano al varón de tu diestra, al hijo del hombre que adoptaste, no nos apartaremos más de ti. Y otro profeta pedía con estas palabras: Señor, inclina los cielos y desciende. La heridas de la naturaleza humana sobrepasan nuestra curación. No está en nuestras manos remediar el mal, hace falta que lo repares tú. El Señor escuchó el ruego de los profetas. El Padre, desde el cielo, envió como médico al Señor, su Hijo. (S AN C IRILO DE J ERUSALÉN, Catequesis 12, 7-8)S AN C IRILO DE J ERUSALÉN Contemplatio Miro y me dejo mirar… En esto los Padres de la Iglesia son maestros…
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¿Quién soy yo para que me visite mi Señor? Actio ¿Qué me hace vivir el Señor a partir de esta Palabra? Es el momento de la “obediencia de la Fe”…
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