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Al comenzar a tratar sobre la Eucaristía, decíamos que lo dividíamos en tres partes: 1ª) Sobre la presencia real de Jesús en la Eucaristía; 2ª) Cómo.

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3 Al comenzar a tratar sobre la Eucaristía, decíamos que lo dividíamos en tres partes: 1ª) Sobre la presencia real de Jesús en la Eucaristía; 2ª) Cómo se hace presente: por medio de la Misa; 3ª) Cómo recibimos el sacramento: Por medio de la comunión. De esta tercera parte tratamos ahora.

4 La comunión es parte esencial de la misa. De aquí procede la importancia de la comunión. La comunión es el banquete del sacrificio. Ya en el Ant. Testamento gran parte de los sacrificios tenían como añadido o unido un banquete. Parte del animal sacrificado se quemaba significando que era el manjar de Dios. Así que Dios, por medio del fuego, aceptaba complaciente la víctima que le pertenecía.

5 Pero otra parte del animal sacrificado servía para un banquete. Con lo cual el oferente se unía especialmente con Dios, ya que participaban del mismo manjar. Esta unión con Dios (común unión) era el fin y el fruto del sacrificio.

6 Los antiguos sacrificios eran sombra y figura del sacrificio infinitamente perfecto de Cristo en la cruz. Cristo hizo también de su sacrificio un banquete y manjar de vida eterna. Propiamente no es de la esencia del sacrificio el que haya de terminarse con un banquete sacrificial. Sin embargo el sacrificio de Jesucristo, tal como Él lo instituyó, es como para que se siga necesariamente un banquete sagrado.

7 Esto es, porque Jesucristo al consagrar dijo: “Tomad y comed. Esto es mi Cuerpo”. Por lo tanto está como algo inseparable el hacer el sacrificio y el comer.

8 En el banquete eucarístico es donde mejor demostramos nuestra participación en el sacrificio, y es en él donde recibimos propiamente el fruto. Tan unida está la comunión con el sacrificio que una misa no se puede dar por terminada si al menos el sacerdote no comulga.

9 De tal manera está unido el hecho que Jesús se hace presente para que sea recibido, que, si se diera un caso muy raro de que un sacerdote se pusiera muy enfermo de repente o se muriese después de la consagración, debería venir otro sacerdote para participar en la comunión y así completar plenamente el sacrificio de Jesucristo.

10 En la primitiva cristiandad lo normal era que todos los asistentes comulgasen. Era como los apóstoles en la Última Cena. Por eso a los que no podían comulgar se les llamaba excomulgados. Y normalmente sólo asistían a la primera parte de la misa. Les parecía casi imposible participar en el sacrificio sin participar en la comunión.

11 Esta práctica de la comunión frecuente se fue perdiendo (de esto ya hablaremos), hasta que san Pío X a comienzos del siglo XX estimuló a recibir más a Jesús. Cristo mismo nos invita a su mesa.

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15 hoy tu cuerpo y tu sangre nos das.

16 Qué alegría hospedarse en nuestra tienda,

17 recibirte en abrazo y comunión;

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19 en hoguera de amor el corazón.

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22 Bajo el signo del pan y del vino

23 hoy tu cuerpo y tu sangre nos das. Hacer CLICK

24 La comunión es como recibir y hospedar a Jesús en nuestra casa. Si es un honor grande el que el papa quisiera venir a mi casa ¡qué maravilla si Jesucristo viniera a mi casa! La verdad es que tenemos a Jesús en nuestro ser y a veces ni nos damos cuenta. Hace muchos años leí un cuento muy bonito o leyenda sobre el posadero de Belén:

25 David era un muchacho joven, hijo del posadero de Belén. Propiamente era el que hacía casi todo, pues su padre estaba paralítico de cuerpo, pero no de la lengua y del mando. David era un muchacho de buen corazón que, cuando podía, hacía favores a los pobres; pero con cuidado que no le viera su padre, que era muy tacaño y le reprendía ásperamente si no era duro. Un día llamaron a la puerta. Era un matrimonio joven y pobre. Ella iba sobre un asno y era de aspecto dulce, risueño, con unos ojos encantadores. David comenzó a temblar, porque les deseaba dar posada, pero temía las reprimendas de su padre. Les dijo que podían pasar al patio general. El hombre miró: mucha gente chillando y en peleas, todo estaba sucio. Y dijo: no es lugar para ella, pues está esperando un niño. David todo nervioso dijo: “lo siento”. El hombre dijo: “Vamos, María”. Y se fueron.

26 Aún David quería llamarles; pero un caballo del patio se espantó y un niño estaba cerca. David corrió para salvar al niño, pero el caballo lanzó una coz y le dio a David entre los dos ojos. Perdió el conocimiento por varios días con peligro de muerte. Y después de tiempo pudo hablar, pero no veía. Lo que sí se le había quedado grabado era aquel nombre de “María” y aquellos ojos encantadores. Así que lo primero que habló fue para preguntar por aquella mujer, porque les quería hospedar. Alguno tenía idea de una joven que había dado a luz, pero se habían marchado. Y pasaron muchos años. David ya era el dueño de la posada. Sólo quería volver a ver para recorrer el mundo buscando a aquella mujer de los ojos encantadores.

27 Y pasaron más de 33 años. Un día le dijeron que había un hombre que hacía milagros, hasta dar la vista a ciegos. Era discípulo de otro a quien habían matado hacía poco. Un día le llevaron donde estaba Pedro. David le dijo que quería ver porque tenía una deuda desde hacía muchos años, pues “me porté mal con una mujer y su hijo que iba a nacer”. David recobró la vista y se hizo amigo de Pedro, quien a los pocos días le invitó a una reunión. En un rincón había una mujer que contaba a algunos cómo llegó a Belén y el posadero “casi nos acoge, pero tuvimos que ir a otra parte…” David lloraba. Cuando todos se habían ido, David dijo a la mujer: “Perdóname, fui yo. Ahora que quería hospedar a tu hijo, ya es tarde”. La mujer le dijo: “Nunca es tarde”. A David le brillaron los ojos. ¿qué quieres decir? – “Que aún puedes recibirle: mañana en la comunión”.

28 También hoy la Virgen María, la madre de Jesús y madre nuestra, nos invita a comulgar y nos dice: Ven, acércate a comulgar.

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30 Ven acércate a Cristo en un trozo de Pan.

31 Por amor se quedó, es el signo de amistad.

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33 Dios tiene rostro de Pan.

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35 Ven acércate

36 Dios tiene rostro de Pan. Hacer CLICK

37 Normalmente la comunión se debe dar dentro de la misa. Pero hay circunstancias por las que se da fuera, Por eso casi desde el principio del cristianismo se dejaba el Santísimo oculto para poder llevar la comunión a los enfermos. Se dejaba sólo bajo la forma de pan, pues bien sabían que allí estaba Cristo entero.

38 Hubo unos tiempos en que, para facilitar la comunión a personas que tenían que trabajar a cierta hora y no podían quedarse en la misa, se distribuía la comunión al principio de la misa. Y también al final para algunos que habían llegado demasiado tarde. Normalmente ya no se hace eso, sino que se insiste más en la importancia de participar en la misa.

39 Se insiste más en que la comunión sea la unión con Cristo que se sacrifica por nosotros, aunque ahora esté envuelto en triunfo y alegría. Hoy se insiste más en la unión de la comunión con todo el sacrificio de la misa.

40 Ya desde el siglo 2º había los encargados especiales, que solían ser los diáconos. Hoy hay personas, a quienes se suele escoger por llevar una vida recta o cristiana, y que, sin estar ordenados, reciben un permiso especial para llevar la comunión a los enfermos. La comunión a los enfermos es algo que siempre lo ha tenido en cuenta la Iglesia.

41 Depende del tiempo, ocupaciones, etc. Pero siempre debe haber algo invariable: un pequeño acto penitencial, la oración del Padrenuestro, la presentación del Santísimo, quizá el “Cordero de Dios” y el “No soy digno”. Y alguna oración de acción de gracias. Para dar la comunión a los enfermos no hay un rito determinado o fijo.

42 Hay celebraciones en las que se reparte la comunión sin que se celebre el sacrificio de la misa. Para toda la Iglesia se hace especialmente en el Viernes santo. Después de besar la santa cruz, se reparte la comunión en medio de un rito relativamente sencillo. Antes este rito era más extenso y se parecía a una misa sin consagración. Por eso se llamaba “Misa de presantificados”, porque lo que se comulgaba ya había sido santificado el Jueves santo.

43 Se hace casi todo lo de la misa, sobre todo la liturgia de la palabra, para luego distribuir la comunión en un marco en que nos recuerda el sacrificio de Cristo, donde ha sido consagrado el Pan bendito que se va a recibir. Una especie de misa sin consagración es lo que en algunos lugares se realiza donde no hay sacerdote, pero sí hay diácono u otra persona encargada.

44 Por las palabras de Jesús en la institución de la Eucaristía queda claro que ésta no alcanza su pleno sentido sino en el comer y beber. Es decir, que el cuerpo y la sangre de Cristo son actualizados para que nos incorporemos en el comer y beber.

45 Por eso el altar del sacrificio es una mesa. No es altar como en los sacrificios antiguos, que solía ser una piedra donde se realizaba el sacrificio. Jesús escoge una mesa donde se realiza el banquete. El Padre celestial es como el anfitrión que sirve a la mesa a sus hijos.

46 Y si alguno debe comulgar fuera de la misa, esa comunión está unida al sacrificio que se ha realizado, que es el mismo sacrificio de la última cena y el mismo del Calvario. Si el sacrificio de la Eucaristía tiende a la comunión, vemos cómo el que participa en la misa normalmente debería participar en la comunión.

47 En verdad que es muy importante comulgar para nuestro bien actual y eterno. Por eso se dice que ese “pan” es “sabroso y eterno”. Es el “maná verdadero”. Ese es Jesús

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49 se llama Jesús, maná verdadero.

50 ma ná ver da de ro.

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56 se llama Jesús, maná verda- dero.

57 Con María vayamos a la comunión AMÉN


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