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Lectio divina del Salmo dominical
Domingo XXVIII del Tiempo Ordinario Año B: No anteponer nada al Amor de Cristo. Sb 7,7-11: En comparación de la sabiduría, tuve en nada la riqueza. Sal 89, : Sácianos de tu misericordia, Señor. Y toda nuestra vida será alegría. Hb 4,12-13: La palabra de Dios juzga los deseos e intenciones del corazón. Mc 10,17-30: Vende lo que tienes y sígueme.
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Sácianos de tu misericordia, Señor. Y toda nuestra vida será alegría.
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¿hasta cuando? Ten compasión de tus siervos.
Enséñanos a calcular nuestros años, para que adquiramos un corazón sensato. Vuélvete, Señor, ¿hasta cuando? Ten compasión de tus siervos.
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Sácianos de tu misericordia, Señor. Y toda nuestra vida será alegría.
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Por la mañana sácianos de tu misericordia, y toda nuestra vida será alegría y júbilo. Danos alegría, por los días en que nos afligiste, por los años en que sufrimos desdichas.
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Sácianos de tu misericordia, Señor. Y toda nuestra vida será alegría.
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Que tus siervos vean tu acción, y sus hijos tu gloria
Que tus siervos vean tu acción, y sus hijos tu gloria. Baje a nosotros la bondad del Señor y haga prósperas las obras de nuestras manos.
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Sácianos de tu misericordia, Señor. Y toda nuestra vida será alegría.
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Lectio Ahora leemos el salmo entero, despacio…
1 Oración de Moisés, hombre de Dios Señor, tú has sido nuestro refugio de generación en generación. 2Antes que naciesen los montes o fuera engendrado el orbe de la tierra, desde siempre y por siempre tú eres Dios. 3Tú reduces el hombre a polvo, diciendo: "Retornad, hijos de Adán". 4Mil años en tu presencia son un ayer, que pasó; una vela nocturna. 5Los siembras año por año, como hierba que se renueva: 6que florece y se renueva por la mañana, y por la tarde la siegan y se seca. 7¡Cómo nos ha consumido tu cólera y nos ha trastornado tu indignación! 8Pusiste nuestras culpas ante ti, nuestros secretos ante la luz de tu mirada: 9y todos nuestros días pasaron bajo tu cólera, y nuestros años se acabaron como un suspiro. 10Aunque uno viva setenta años, y el más robusto hasta ochenta, la mayor parte son fatiga inútil, porque pasan aprisa y vuelan. 11¿Quién conoce la vehemencia de tu ira, quién ha sentido el peso de tu cólera? 12Enséñanos a calcular nuestros años, para que adquiramos un corazón sensato. 13Vuélvete, Señor, ¿hasta cuándo? Ten compasión de tus siervos; 14por la mañana sácianos de tu misericordia, y toda nuestra vida será alegría y júbilo. 15Danos alegría, por los días en que nos afligiste, por los años en que sufrimos desdichas. 16Que tus siervos vean tu acción, y sus hijos tu gloria. 17Baje a nosotros la bondad del Señor y haga prósperas las obras de nuestras manos. Si quieres escuchar el salmo en hebreo, pincha en este vínculo.
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Lectio ¿Qué lugar ocupa este salmo en el salterio?
Según el P. Ramón Ribera, monje de Montserrat, y otros estudiosos, el orden de los salmos no se debe al azar sino que hay toda una estructura interna.
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Lectio ¿Qué lugar ocupa este salmo en el salterio?
Nuestro salmo se encuentra en la segunda parte del salterio, dedicado a las alabanzas a Dios, formada por los libros: 4º: salmos y 5º: salmos Con un predomino de las alabanzas, la segunda parte del salterio centra su atención en YHWH, por eso está organizada sobre el número 26 que es el equivalente numérico de este nombre hebreo. El salmo 89, junto con los salmos 90 y 91 forma un pequeño grupo denominado “el trébol” por su temática común -el hombre frágil (sal. 89), que se ampara en Dios (sal. 90) y surge la alabanza (sal. 91)- cuya teología hace de prólogo a toda la segunda parte. Salmo 89: Baje a nosotros la bondad del Señor.
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Lectio ¿Qué dice el texto?
El salmo 89 puede ser considerado como una reflexión sapiencial sobre la brevedad y caducidad de la vida humana ante la cual estalla una súplica confiada a Dios que es Refugio de generación en generación. Su estructura puede ser: vv. 1-6: la eternidad de Dios y la pequeñez del hombre. vv. 7-12: la cólera divina y los pecados del hombre. vv : súplica esperanzada del pueblo. Es interesante llamar la atención sobre el vigor de las imágenes que el orante emplea en la primera parte para describir la fragilidad humana: los hijos de Adán nacidos de la “Adamá” (“tierra, suelo, polvo” en hebreo) vuelven a ella (v.3); el contraste entre la eternidad de Dios y los pocos días que vive el hombre sobre la tierra (v.4); la hierba del campo que crece por la mañana y a la tarde se seca (vv. 5-6). En la segunda parte, la muerte no se considera como una consecuencia del vivir sino como fruto del pecado, como un castigo divino. Ante esto, ¿qué podemos hacer? La respuesta la hallamos en la tercera parte. En ella el pueblo suplica al Señor que le dé un corazón sensato (v.12); que se vuelva y tenga compasión de él (v. 13); que le dé alegría por las penas sufridas (v ) y que haga prósperas las obras de sus manos (v.17)
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Meditatio :Lo propio de este paso es meditar qué me dice a mi el texto
Meditatio :Lo propio de este paso es meditar qué me dice a mi el texto. Esto es algo muy personal por ello aquí para ayudar a esta meditación relacionamos el salmo con las lecturas del domingo. Enséñanos a calcular nuestros años. Ser consciente de la etapa de la vida que uno está viviendo y obrar en consecuencia es, ciertamente, una manifestación de sabiduría y prudencia. Pidamos al Señor que nos enseñe a aceptar con serenidad las posibilidades y limitaciones propias de cada edad -todos somos necesarios pero nadie es imprescindible- con una mirada amplia y confiada en Dios que es nuestro Refugio de generación en generación.
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Por la mañana sácianos de tu misericordia.
Tú nos sacias, Señor, pero danos la gracia de desearte, de amarte y buscarte como el amante de la sabiduría de la 1ª lectura. Que sepamos reconocer que Tú, la Sabiduría de Dios, vales más que todas las riquezas. ¡Que no nos pase como al joven rico!
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Baje a nosotros la bondad del Señor y haga prósperas las obras de nuestras manos
Tú nos llamas, Señor, con tu Palabra, más tajante que espada de doble filo, que respeta la libertad sagrada del hombre. Tú, el único Bueno, danos la fortaleza de dejar todo para seguirte y perseverar hasta el fin de modo que heredemos la vida eterna. ¡Sólo así nuestras obras serán realmente prósperas a tus ojos!
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Oratio ¿Qué me hace decirle a Dios este salmo, la liturgia de este domingo?
Danos tu sabiduría, Señor, para que al experimentar la fugacidad de nuestra vida, la empleemos con mayor ardor en el servicio a Ti y a los hermanos. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
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Contemplatio Miro y me dejo mirar… En esto los Padres de la Iglesia son maestros…
“Toda la vida humana es pequeñísima comparada con los siglos futuros, de manera que todo nuestro tiempo es nada si pensamos en la vida eterna. Todas las cosas se venden a un precio justo en este mundo y se cambian por otras de igual valor, pero la promesa de la vida eterna se compra a un precio bajísimo. Pues está escrito: Los días de nuestra vida son setenta años y, si se es fuerte, ochenta. La mayor parte de estos años son fatiga y dolor. Por lo tanto, si perseveramos en la ascesis durante todos estos ochenta o cien años, no reinaremos un periodo igual a estos cien años, sino que en lugar de cien años reinaremos por los siglos de los siglos. Después de luchar sobre la tierra, no obtendremos la heredad en la tierra, sino que tendremos la promesa en los cielos. (San Atanasio, Vida de Antonio 16, 4-8)
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Actio ¿Qué me hace vivir el Señor a partir de esta Palabra?
Es el momento de la “obediencia de la Fe”… ¡Enséñanos, Señor, a calcular nuestros años para adquirir un corazón sensato!
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