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Jesús llama para compartir su experiencia de la irrupción del Reino de Dios y, juntamente con él, participar en la tarea de ayudar a la gente a acogerlo.

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Presentación del tema: "Jesús llama para compartir su experiencia de la irrupción del Reino de Dios y, juntamente con él, participar en la tarea de ayudar a la gente a acogerlo."— Transcripción de la presentación:

1 Jesús llama para compartir su experiencia de la irrupción del Reino de Dios y, juntamente con él, participar en la tarea de ayudar a la gente a acogerlo. José Antonio Pagola “Jesús: aproximación histórica” Mateo 9, 9-13 X domingo Tiempo Ordinario -A- 8 de junio de 2008

2 9Cuando se marchaba de allí, vio Jesús a un hombre que se llamaba Mateo, sentado en la oficina de impuestos, y le dijo: -Sígueme. Él se levantó y lo siguió. Jesús pasa, nos mira, nos urge al seguimiento a todos los días, a todas las horas, dentro de nuestra vida cotidiana, de nuestras relaciones profesionales, sociales, familiares, eclesiales... Espera que nos levantemos, nos pongamos en movimiento, con una respuesta rápida y sin condiciones.

3 10Después, mientras Jesús estaba sentado a la mesa en casa de Mateo, muchos publicanos y pecadores vinieron y se sentaron con él y sus discípulos. Mateo necesita celebrar, con un banquete, la invitación al seguimiento. Jesús comparte mesa con personas de mala reputación, lo que supone acogida, cercanía, amistad, perdón, fraternidad..., con ellas. Compartir la mesa equivale a compartir la vida.

4 11Al verlo los fariseos, preguntaban a sus discípulos: -¿Por qué come vuestro maestro con los publicanos y los pecadores? Jesús responde a la pregunta dirigida a los discípulos. Los publicanos son considerados paganos, impuros y pecadores. No es extraño que los fariseos se escandalicen. Las palabras y actuaciones de Jesús tiene mucho de provocación para las personas que se creen justas, de todos los tiempos. El Dios de Jesús está con las personas mal vistas, la gente sencilla y pobre, Sus comidas son Buena Noticia, anticipación del Reino: una mesa abierta a

5 12Lo oyó Jesús y les dijo: -No necesitan médico los sanos, sino los enfermos.
La misión de Jesús no tiene como destinatarias a las personas que se sienten autosuficientes y se creen en posesión de la verdad, sino a quienes reconocen su situación de “enfermedad”. El Dios de Jesús acoge, comprende, está cerca, transforma en Es el Dios-compasión, el Dios-Médico, que sana al ser humano en su totalidad. Jesús, con sus palabras y sus obras, nos da una nueva definición de la divinidad: Dios es Médico, el que se dedica a curar y a salvar.

6 13Entended lo que significa: misericordia quiero y no sacrificios;
Jesús repite una vez más que lo que agrada a Dios no es el culto vacío, ni los ritos externos, sino la práctica compasiva del amor y la justicia con demás. El camino para llegar a Dios es la ternura y la misericordia.

7 yo no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores.
Podemos tener la tentación de pensar que el pecado es algo que aleja a Dios de El Dios en quien creemos viene, está más cerca de cuando nos ve más y de vida y felicidad. Nuestro pecado no ha de ser nunca un impedimento para acercarnos a Dios. La enfermedad no aleja al médico de la persona enferma. Al contrario, pocas veces estaremos más cerca de Él como cuando nos sentimos de su acogida, perdón y fuerza renovadora. Jesús no acusa, nos libera, nos devuelve a la vida, a la paz, nos invita a la transformación.

8 Yo no llamo a los buenos Yo no llamo a los buenos. Yo llamo a los malos. Los buenos ya tienen bastante con su bondad. Tienen virtudes, valores, méritos, un historial de compromiso y una colección de sacrificios que almacenan ufanos y muestran a menudo, por si acaso... Tienen una conciencia perfecta y una armadura sin defecto. El horizonte de su vida claro, sus necesidades bien cubiertas, y el precio a pagar por el Reino tasado, de antemano, a espaldas del convenio por mí firmado. ¿Para qué me quieren a mí? Yo sólo puedo dar algo a los malos, a los que no pueden hacerse a sí mismos, a los que andan vacíos, a los que siguen haciendo pecados después de haber prometido mil veces que quieren ser hombres y mujeres nuevos, a los que se sienten lejos del Reino... Yo les ofrezco mi compañía; les doy todo lo mío. Y Jesús, cuando el murmullo enmudece, dice con voz clara y fuerte: “El que quiera oír que oiga: Misericordia quiero, estoy harto de sacrificios y de que me devolváis lo que siempre fue mío”. Ulibarri Fl.


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