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Publicada porConcepción Camacho Correa Modificado hace 10 años
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Eucaristía, sacramento de fraternidad
JL. Caravias sj.
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En la Eucaristía no damos nada a Dios. Es él el que se
“Eucaristía” etimológicamente significa acción de gracias. Dios no necesita nuestra alabanza ni le enriquecen nuestras bendiciones. En la Eucaristía no damos nada a Dios. Es él el que se quiere dar a nosotros en Jesús. Por eso nuestra actitud constante de agradecimiento
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Ofrecemos a Dios la Persona y la Vida de Jesús, Hijo suyo
De parte nuestra no tenemos nada que ofrecer a Dios digno de él, pero podemos ofrecerle la vida de Jesús, entregada hasta la muerte, por amor a nosotros. Ofrecemos a Dios la Persona y la Vida de Jesús, Hijo suyo y Hermano nuestro. “Persona y Vida”, expresadas en lenguaje semita como “Cuerpo y Sangre”, “Pan y Vino”..
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el pan, símbolo de la necesidad, y el vino, símbolo de la alegría.
Para condensar su vida, Jesús emplea dos símbolos universales en las relaciones humanas: el pan, símbolo de la necesidad, y el vino, símbolo de la alegría. Partir el pan equivale a compartir la necesidad humana. Y pasar la copa equivale a comunicar la alegría
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La Eucaristía es sacramento de esperanza,
en un mundo donde la fraternidad se halla destrozada y pisoteada. Si los cristianos no somos ante el mundo una señal visible de fraternidad, algo muy serio falla en nuestras celebraciones eucarísticas.
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La Eucaristía multiplica y cristifica al pan y al vino
El pan y el vino se transforman en presencia del Dios Amor entre nosotros: ● necesidades compartidas ● alegrías comunicadas La Eucaristía multiplica y cristifica al pan y al vino
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y tolerando serias desigualdades entre los participantes,
San Pablo, cuando se enteró de unas Eucaristías que se celebraban sin solidaridad y tolerando serias desigualdades entre los participantes, reprendió duramente a aquellos cristianos: “eso que hacen ya no es celebrar la Cena del Señor” (1Cor 11, 17ss).
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La eucaristía debe hacer “eucarística” a la Iglesia: convertirla en un espacio
donde las relaciones humanas están transformadas: ●de relaciones de dominación en relaciones de fraternidad, ● de relaciones de esclavitud en relaciones de libertad, ● un espacio donde “ya no hay varón ni mujer, judío ni griego, señor ni esclavo”. “Un recinto de verdad y de amor, de libertad, de justicia y de paz, para que todos encuentren en ella un motivo para seguir esperando”
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La comunión no es simplemente un acto de piedad.
Es ofrecer nuestra solidaridad a todos los humanos, con la fuerza de Jesús y viendo en ellos a Jesús.
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La celebración eucarística debe devolvernos a la vida comprometidos
con ella. Cada vez que celebramos la eucaristía anunciamos la redención de este mundo, que tan pocas esperanzas tiene. Toda verdadera eucaristía lleva a la vida en lugar de apartarnos de ella.
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Como en Nazaret, lo más grande de Dios se nos da en lo más sencillo y menos aparente,
en lo cotidiano del pan y del vino, en mesa compartida. Dios no necesita nuestros lujos: ni nuestro oro, ni nuestros encajes, ni nuestras ceremonias… Sólo busca la transformación fraterna de nuestros corazones.
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al contrario, podría ser obligatorio enajenar estos
“No se debe dar preferencia a los adornos superfluos de los templos y a los objetos preciosos del culto divino: al contrario, podría ser obligatorio enajenar estos bienes para dar pan, bebida, vestido y casa a quien carece de ello” Juan Pablo II Lo que necesitan nuestras eucaristías no es oro ni plata, sino corazones dispuestos a abrirse al Señor y dejarse transformar por él.
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y se preparó para realizarla hasta la plenitud.
Un momento privilegiado de la fidelidad de Jesús al Padre fue su Eucaristía, en la que expresó la donación consciente y libre de sí mismo, y se preparó para realizarla hasta la plenitud.
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El amor es el centro de la Eucaristía. El clima de la Última Cena está fuertemente marcado por los afectos filial y fraterno de Jesús, que se dirige a su Padre y a sus hermanos con ternura entrañable.
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entregar nuestro cuerpo y nuestra sangre
Cada Eucaristía es renovación del gesto de Jesús, y al mismo tiempo es compromiso de hacer como él hizo: entregar nuestro cuerpo y nuestra sangre por los mismos motivos que él. Una vida totalmente dedicada a servir a los demás, por amor al Padre, es una vida eucarística.
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son como el anuncio del cambio futuro participemos plenamente
del pan y del vino en Jesús son como el anuncio del cambio futuro de nuestros cuerpos mortales, cuando participemos plenamente de la Resurrección de Jesús.
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