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Texto: Juan 12, 20-33. Cuaresma 5 –B- Comentarios y presentación: M. Asun Gutiérrez. Música: Delibes. Plegaria. Es la hora. Ha llegado la hora del encuentro,

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Presentación del tema: "Texto: Juan 12, 20-33. Cuaresma 5 –B- Comentarios y presentación: M. Asun Gutiérrez. Música: Delibes. Plegaria. Es la hora. Ha llegado la hora del encuentro,"— Transcripción de la presentación:

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2 Texto: Juan 12, 20-33. Cuaresma 5 –B- Comentarios y presentación: M. Asun Gutiérrez. Música: Delibes. Plegaria. Es la hora. Ha llegado la hora del encuentro, de la entrega, de la decisión, de la escucha, del servicio, de la alabanza, de la glorificación. Éste es el tiempo oportuno, el día de la salvación, tiempo de esperanza. Se trata de vivir toda la vida, cada momento, siguiendo a Jesús y recorriendo su camino. Florentino Ulibarri

3 Entre los que habían venido a celebrar la Fiesta había algunos gentiles. El texto de los griegos que buscan a Jesús sólo aparece en el cuarto Evangelio. Representan a todos los seres humanos. Todos somos buscadores de: felicidad, amor, sentido, esperanza, respuestas, plenitud, verdad, belleza... Todas las personas buscan una referencia que sirva de orientación, que aclare su horizonte, que motive su esfuerzo, que marque la dirección de la meta y que sea capaz de despertar el entusiasmo, la confianza, la ilusión... Jesús es la respuesta. Nos muestra el Camino y el modo de caminar. Hacia Él se dirigen los deseos y las inquietudes de los buscadores.

4 Estos, acercándose a Felipe, el de Betsaida de Galilea, le rogaban: — Señor, quisiéramos ver a Jesús. En todos los momentos de nuestra vida, en el trabajo, celebraciones, en nuestras relaciones y compromisos, podemos encontrar personas que nos hagan esa petición: ¡queremos ver a Jesús! ¡Queremos que nos muestres a Jesús! ¿Sabremos satisfacer ese deseo? Las palabras, las actitudes, la vida de quienes se consideran cristianos ¿reflejan a Jesús y provocan el deseo de querer verlo? Los discípulos no construyeron un discurso sobre normas ni moral. Presentaron a Jesús. ¿Anhelo ver a Jesús? Quizás este sea el primer paso para poder mostrarlo a los demás.

5 Felipe fue a decírselo a Andrés; y Andrés y Felipe fueron a decírselo a Jesús. Jesús les contestó: — Ha llegado la hora de que sea glorificado el Hijo del Hombre. Os aseguro, que si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo; pero si muere, da mucho fruto. Ha llegado la hora. Hora difícil, pero también hora decisiva de triunfo y de gloria. Jesús aplica a la vida de los discípulos lo que dice de sí mismo. Se ofrece como referencia. Hay “horas” también en nuestra vida. En ellas se juega nuestra condición de discípulos. Se trata de vivir, en todos los momentos y circunstancias, con la coherencia que Jesús vivió. ¿A qué hemos de morir para producir fruto abundante?

6 El que se ama a sí mismo, se pierde, y el que se aborrece a sí mismo en este mundo, se guardará para la vida eterna. El que quiera servirme, que me siga y donde esté yo, allí también estará mi servidor; a quien me sirva, el Padre le premiará. Típica «paradoja» del Evangelio: perder la vida por amor es la forma de ganarla para los valores fundamentales y definitivos; morir a sí mismo es la verdadera manera de vivir, dar la vida es la mejor forma de recibirla… Captar la «aparente contradicción»: perder-ganar, morir-vivir, entregar- retener, dar-recibir es descubrir la Buena Noticia. Lo que caracteriza a las seguidoras y seguidores de Jesús es acompañarle en su camino, con la seguridad de que siempre conduce a la Vida Feliz. Como el suyo.

7 Ahora mi alma está agitada y, ¿qué diré?: - Padre, líbrame de esta hora. Pero si por esto he venido, para esta hora. Padre, glorifica tu nombre. Jesús asume todo lo humano. Si Él llora, no es sólo para compartir las lágrimas, sino para quitarles su amargor. Si Él grita, no es sólo para solidarizarse con los desgarros humanos, sino para transformar el grito en plegaria confiada. Su muerte es nuestra vida y nos invita a vivir de un modo nuevo, sin egoísmo, desviviéndonos por los demás, tratando de poner fin a todas las muertes gratuitas, a todo lo que no deja vivir con libertad y dignidad y dificulta la vida de las personas.

8 — Lo he glorificado y volveré a glorificarlo. La gente que estaba allí y lo oyó decía que había sido un trueno; otros decían que le había hablado un ángel. El Padre nos hace sentir su amor, su Espíritu. El Espíritu consuela, conforta, llena de vida: eres mi hijo, estoy contigo, tus sufrimientos tienen sentido. Te convertirás en la Pascua que no pasa, en la luz que no se apaga, en imán de todo anhelo, en meta de todo camino, en Resurrección. El Padre sigue manifestándose, aquí y ahora, para que sintamos su salvación y su gloria, para que escuchemos su voz, estemos atentos a los signos de los tiempos y acojamos y caminemos con todas las personas que anhelan y buscan.

9 Jesús tomó la palabra y dijo: — Esta voz no ha venido por mi, sino por vosotros. Ahora va a ser juzgado el mundo; ahora el Príncipe de este mundo va a ser echado fuera. El Padre nos dirige su voz anunciando que el juicio divino, revelado y manifestado en Jesús, es acogida y gracia, nuestra total liberación. Ha comenzado el tiempo nuevo. El tiempo del odio ya no tiene la exclusiva. Ha comenzado el tiempo del amor. El egoísmo y todo lo que esclaviza es arrojado fuera. Triunfa el amor, característica esencial de Dios, personificada en Jesús.

10 Y cuando yo sea elevado sobre la tierra, atraeré a todos hacia mí. Esto lo decía dando a entender la muerte de que iba a morir. Para Jesús la cruz no es una fatalidad, es una opción. “Nadie me quita la vida, yo la doy...” La muerte en cruz es el resultado de la coherencia de su vida. Jesús habla como actúa y actúa como habla. Es lo que hizo que le considerasen peligroso los poderes y los poderosos de este mundo. La muerte es para Jesús, y para nosotros, la llave de la verdadera vida. La llegada a Casa. Esa es su promesa y nuestra esperanza. ¿Pienso alguna vez en la muerte? ¿En la de tantas personas que mueren a causa de las injusticias, la violencia que mata y la insolidaridad? ¿En la de las personas queridas? ¿En mi muerte? ¿Con temor, con resignación, con esperanza? ¿Prefiero no pensar?

11 Es sólo un deseo, pero cuando los deseos son hermosos nos llevan a ti. El Espíritu es el que hace nacer los deseos en el corazón. A ti, Jesús, te gustan los deseos de quien quiere verte. Cuando te encuentras con alguien que te busca, detienes tu camino y lo miras. Quiero verte, Jesús. Quiero conocerte. Quiero tener experiencia de tu amistad. Quiero participar de tu Vida. Dime tu Palabra, Jesús. Muéstrame tu rostro. AMÉN


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