Sainte-Beuve y contra Sainte-Beuve. Sainte-Beuve.

Presentación del tema: "Sainte-Beuve y contra Sainte-Beuve. Sainte-Beuve."— Transcripción de la presentación:

1 Sainte-Beuve y contra Sainte-Beuve

2 Sainte-Beuve

3 – Sainte-Beuve, Portraits littéraires (1836) “Los diversos fragmentos que componen este volumen han sido ya publicados separadamente en varias revistas o papeles literarios; pero hemos pensado que reuniéndolos aquí se podría ofrecer a las personas curiosas de esta suerte de ensayos una lectura cómoda que no sería del todo injustificada. Los quince escritores, tanto filósofos como poetas, sobre los que se ha investigado sucesivamente la interpretación de su obra y se ha tratado de trazar el carácter se hallan, es cierto, reunidos un poco al azar y no siguen un orden histórico o racional (…). Aunque (…) una especie de unidad subyace en el procedimiento del retrato y el análisis de todos los personajes, así como del fondo de los principios morales y de los sentimientos en los que constantemente se apoyan.”

4 Contra Sainte-Beuve

5 – Marcel Proust, Contra Sainte-Beuve (1908-1910) “Las cosas bellas que escribiremos si tenemos talento están en nosotros, indistintas, como el recuerdo de una tonada, que nos encanta sin que podamos hallar el contorno, tararearlo, ni tan siquiera dar una impresión cuantitativa, decir si hay pausas, o sucesión de notas rápidas. A los que les obsesiona el recuerdo confuso de las verdades que nunca conocieron, son los hombres dotados. Pero si se contentan con decir que oyen un aire delicioso, no muestran nada a los demás, no tienen talento. El talento es como una especie de memoria que les permitirá llegar a acercarles a esa música confusa, oírla claramente, anotarla, reproducirla y cantarla. Llega una edad en que el talento se debilita como la memoria, en que el músculo mental que acerca los recuerdos interiores y los exteriores carece ya de fuerza. Algunas veces esa edad dura toda la vida, por falta de ejercicio, por una satisfacción demasiado rápida de sí mismo. Y nadie dirá jamás, ni siquiera uno mismo, la tonadilla que le perseguía con su ritmo inaprensible y delicioso.”