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El enamorado y la muerte y Soneto XI de Garcilaso

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Presentación del tema: "El enamorado y la muerte y Soneto XI de Garcilaso"— Transcripción de la presentación:

1 El enamorado y la muerte y Soneto XI de Garcilaso
Poesía medieval y renacentista

2 Análisis de un poema contexto / localización forma lenguaje personajes
temática

3 Contexto: Los romances medievales
coleccionados en el siglo XVI pero anteriores posiblemente fragmentos de poemas épicos tradición oral autoría anónima / colectiva lenguaje sencillo repetición, paralelismos presentación fragmentaria pocos adjetivos comienza en media res sabe callar a tiempo uso del imperfecto, cambios de tiempos verbales

4 El enamorado y la muerte
1 Un sueño soñaba anoche, soñito del alma mía, soñaba con mis amores, que en mis brazos los tenía. 5 Vi entrar señora tan blanca, muy más que la nieve fría. “¿Por dónde has entrado, amor? ¿Cómo has entrado, mi vida? 10 Las puertas están cerradas, ventanas y celosías.” “No soy el amor, amante: la Muerte que Dios te envía.” “Ay, Muerte tan rigorosa, 15 ¡déjame vivir un día!” “Un día no puede ser, un hora tienes de vida.” Muy de prisa se calzaba, más de prisa se vestía; 20 ya se va para la calle, en donde su amor vivía. “¡Ábreme la puerta, blanca, ábreme la puerta, niña!” “¿Cómo te podré yo abrir 25 si la ocasión no es venida? Mi padre no fue al palacio, mi madre no está dormida.” “Si no me abres esta noche, ya no me abrirás, querida: 30 la Muerte me está buscando, junto a ti vida sería.” “Vente bajo mi ventana donde labraba y cosía, te echaré cordón de seda 35 para que subas arriba, y si el cordón no alcanzare mis trenzas añadiría.” La fina seda se rompe; la Muerte que allí venía: “Vamos, el enamorado, 36 que la hora ya está cumplida.” marionetas

5 El enamorado y la muerte : metro y rima
1 Un sueño soñaba anoche, soñito del alma mía, soñaba con mis amores, que en mis brazos los tenía. 5 Vi entrar señora tan blanca, muy más que la nieve fría. “¿Por dónde has entrado, amor? ¿Cómo has entrado, mi vida? 10 Las puertas están cerradas, ventanas y celosías.” “No soy el amor, amante: la Muerte que Dios te envía.” “Ay, Muerte tan rigorosa, 15 ¡déjame vivir un día!” “Un día no puede ser, un hora tienes de vida.” Muy de prisa se calzaba, más de prisa se vestía; 20 ya se va para la calle, en donde su amor vivía. “¡Ábreme la puerta, blanca, ábreme la puerta, niña!” “¿Cómo te podré yo abrir 25 si la ocasión no es venida? Mi padre no fue al palacio, mi madre no está dormida.” “Si no me abres esta noche, ya no me abrirás, querida: 30 la Muerte me está buscando, junto a ti vida sería.” “Vente bajo mi ventana donde labraba y cosía, te echaré cordón de seda 35 para que subas arriba, y si el cordón no alcanzare mis trenzas añadiría.” La fina seda se rompe; la Muerte que allí venía: “Vamos, el enamorado, 36 que la hora ya está cumplida.”

6 El enamorado y la muerte : metro y rima
1 Un / sue /ño /so /ña/ba a/nó/che, = 8 so/ñi/to/ del/ al/ma/ mí/a, = 8 so/ña/ba/ con/ mis/ a/mó/res, = 8 que en/ mis/ bra/zos/ los/ te/ní/a. = 8 5 Vi en/trar/ se/ño/ra/ tan/ blan/ca, = 8 muy/ más/ que /la/ nie/ve/ frí/a. “¿Por /dón/de has/ en/tra/do, a/mór? =8 ¿Cómo has entrado, mi vida? 10 Las puertas están cerradas, ventanas y celosías.” “No soy el amor, amante: la Muerte que Dios te envía.” “Ay, Muerte tan rigorosa, 15 ¡déjame vivir un día!” “Un /dí/a /no / pue/de /sér, =8 un hora tienes de vida.” Muy de prisa se calzaba, más de prisa se vestía; 20 ya se va para la calle, en donde su amor vivía. “¡Ábreme la puerta, blanca, ábreme la puerta, niña!” “¿Cómo te podré yo abrir 25 si la ocasión no es venida? Mi padre no fue al palacio, mi madre no está dormida.” “Si no me abres esta noche, ya no me abrirás, querida: 30 la Muerte me está buscando, junto a ti vida sería.” “Vente bajo mi ventana donde labraba y cosía, te echaré cordón de seda 35 para que subas arriba, y si el cordón no alcanzare mis trenzas añadiría.” La fina seda se rompe; la Muerte que allí venía: “Vamos, el enamorado, 36 que la hora ya está cumplida.”

7 El enamorado y la muerte : metro y rima
1 Un sueño soñaba anoche, soñito del alma mía, soñaba con mis amores, que en mis brazos los tenía. 5 Vi entrar señora tan blanca, muy más que la nieve fría. “¿Por dónde has entrado, amor? ¿Cómo has entrado, mi vida? 10 Las puertas están cerradas, ventanas y celosías.” “No soy el amor, amante: la Muerte que Dios te envía.” “Ay, Muerte tan rigorosa, 15 ¡déjame vivir un día!” “Un día no puede ser, un hora tienes de vida.” Muy de prisa se calzaba, más de prisa se vestía; 20 ya se va para la calle, en donde su amor vivía. “¡Ábreme la puerta, blanca, ábreme la puerta, niña!” “¿Cómo te podré yo abrir 25 si la ocasión no es venida? Mi padre no fue al palacio, mi madre no está dormida.” “Si no me abres esta noche, ya no me abrirás, querida: 30 la Muerte me está buscando, junto a ti vida sería.” “Vente bajo mi ventana donde labraba y cosía, te echaré cordón de seda 35 para que subas arriba, y si el cordón no alcanzare mis trenzas añadiría.” La fina seda se rompe; la Muerte que allí venía: “Vamos, el enamorado, 36 que la hora ya está cumplida.”

8 El enamorado y la muerte: dividir y explicar cada sección
1 Un sueño soñaba anoche, soñito del alma mía, soñaba con mis amores, que en mis brazos los tenía. 5 Vi entrar señora tan blanca, muy más que la nieve fría. “¿Por dónde has entrado, amor? ¿Cómo has entrado, mi vida? 10 Las puertas están cerradas, ventanas y celosías.” “No soy el amor, amante: la Muerte que Dios te envía.” “Ay, Muerte tan rigorosa, 15 ¡déjame vivir un día!” “Un día no puede ser, un hora tienes de vida.” Muy de prisa se calzaba, más de prisa se vestía; 20 ya se va para la calle, en donde su amor vivía. “¡Ábreme la puerta, blanca, ábreme la puerta, niña!” “¿Cómo te podré yo abrir 25 si la ocasión no es venida? Mi padre no fue al palacio, mi madre no está dormida.” “Si no me abres esta noche, ya no me abrirás, querida: 30 la Muerte me está buscando, junto a ti vida sería.” “Vente bajo mi ventana donde labraba y cosía, te echaré cordón de seda 35 para que subas arriba, y si el cordón no alcanzare mis trenzas añadiría.” La fina seda se rompe; la Muerte que allí venía: “Vamos, el enamorado, 36 que la hora ya está cumplida.”

9 LOS SIGLOS DE ORO EN LA LITERATURA ESPAÑOLA
1. RENACIMIENTO (Siglo XVI). 2. BARROCO (Siglo XVII). El hombre como centro del universo. Renacimiento (S. XVI) Cultura ANTROPOCÉNTRICA frente a la TEOCÉNTRICA de la E.M. HUMANISMO Reconocimiento de la dignidad del hombre. El mundo y la vida es un lugar bello para ser gozado. “Re-Nacer: volver a nacer. Resurgimiento de la cultura clásica griega y latina. * Estudio de las lenguas clásicas (griego y latín). * La orientación de la cultura hacia el conocimiento de lo humano y de lo terrenal. * La perfección humana radica en el equilibrio de todas las facultades: físicas e intelectuales. Temas de la literatura renacentista: 1. EL AMOR 2. LA NATURALEZA 3. LOS MITOS CLÁSICOS 4. EL CARPE DIEM. 5. EL BEATUS ILLE 6. EL SENTIMIENTO RELIGIOSO (2ª mitad del s.XVI) Melancolía, nostalgia, dolor. Petrarca EL CORTESANO - Armas (Soldado) - Letras (Poeta). Locus amoenus “Aprovecha la juventud”. Elogio de la vida sencilla y retirada. Experiencia íntima de la unión espiritual con Dios: San Juan de la Cruz, Santa Teresa de Jesús. Literatura mística * Introduce a Petrarca en su lírica amorosa. * Naturaleza bucólica (= pastores enamorados idealizados) * Adapta al castellano el endecasílabo italiano. * Utilización de la lira por primera vez. * Temas fundamentales: el amor, la naturaleza idealizada, y la mitología. Obras: tres églogas, 38 sonetos, cinco canciones , una epístola y una elegía. LA POESÍA EN EL SIGLO XVI 1ª Época: primera mitad del siglo: nuevos temas y formas de la literatura renacentista. 2ª Época: segunda mitad del siglo: destaca la literatura de tema religioso: Literatura mística: Santa Teresa de Jesús ( ) San Juan de la Cruz ( ). GARCILASO DE LA VEGA ( ) La poesía es un medio para comunicarse con Dios (unión mística).

10 El nacimiento de Venus, Boticelli

11 Garcilaso de la Vega (1501-1536)
nació en Toledo familia noble educación del perfecto caballero sirvió a Carlos V cortesano ideal: soldado y poeta se casó con dama noble se enamoró de Isabel Freire murió luchando en Francia escribió sonetos al estilo italiano (endecasilábicos)

12 Soneto XI Garcilaso de la Vega
Hermosas ninfas que en el río metidas, contentas habitáis en las moradas de relucientes piedras fabricadas y en columnas de vidrio sostenidas; agora estéis labrando embebecidas, o tejiendo las telas delicadas; agora unas con otras apartadas, contándoos los amores y las vidas; dejad un rato la labor, alzando vuestras rubias cabezas a mirarme, y no os detendréis mucho según ando; que o no podréis de lástima escucharme, o convertido en agua aquí llorando, podréis allá de espacio consolarme.

13 Soneto XI Garcilaso de la Vega: cómputo silábico, ritmo, rima
Hermosas ninfas que en el río metidas, contentas habitáis en las moradas de relucientes piedras fabricadas y en columnas de vidrio sostenidas; agora estéis labrando embebecidas, o tejiendo las telas delicadas; agora unas con otras apartadas, contándoos los amores y las vidas; dejad un rato la labor, alzando vuestras rubias cabezas a mirarme, y no os detendréis mucho según ando; que o no podréis de lástima escucharme, o convertido en agua aquí llorando, podréis allá de espacio consolarme.

14 Soneto XI Garcilaso de la Vega: cómputo silábico, ritmo, rima
Her/mo/sas/ ni/nfas/ que en/ el /río/ me/tí/das, con/ten/tas/ ha/bi/táis/ en/ las/ mo/rá/das de/ re/lu/cien/tes/ pie/dras/ fa/bri/cá/das y en/ co/lum/nas/ de/ vi/drio/ sos/ten/í/das; a/go/ra es/téis/ la/bran/do em/be/be/cí/das, o/ te/jien/do/ las/ te/las/ de/li/cá/das; a/go/ra u/nas/ con/ o/tras/ a/par/tá/das, con/tán/doos/ los/ a/mo/res/ y/ las/ ví/das; de/jad/ un/ ra/to/ la/ la/bor/, al/zán/do vues/tras/ ru/bias/ ca/be/zas/ a/ mi/rár/me, y/ no os/ de/ten/dréis/ mu/cho/ se/gún/ án/do; que o/ no/ po/dréis/ de/ lás/ti/ma es / cu/chár/me, o/ con/ver/ti/do en/ a/gua a/quí/ llo/rán/do, po/dréis/ a/llá/ de es/pa/cio/ con/so/lár/me.

15 Soneto XI Garcilaso de la Vega: cómputo silábico, ritmo, rima
Her/mó/sas/ ní/nfas/ qué en/ el /río/ me/tí/das, con/tén/tas/ há/bi/táis/ en/ las/ mo/rá/das de/ ré/lu/cién/tes/ pié/dras/ fá/bri/cá/das y en/ co/lúm/nas/ de/ ví/drio/ sós/ten/í/das; a/gó/ra es/téis/ la/brán/do em/bé/be/cí/das, o/ te/jién/do/ las/ té/las/ dé/li/cá/das; a/gó/ra u/nas/ con/ ó/tras/ á/par/tá/das, con/tán/doos/ los/ a/mó/res/ y/ las/ ví/das; de/jád/ un/ rá/to/ la/ la/bór/, al/zán/do vués/tras/ rú/bias/ ca/bé/zas/ a/ mi/rár/me, y/ no ós/ de/ten/dréis/ mu/cho/ se/gún/ án/do; que o/ nó/ po/dréis/ de/ lás/ti/ma és / cu/chár/me, o/ cón/ver/tí/do en/ á/gua a/quí/ llo/rán/do, po/dréis/ a/llá/ de es/pá/cio/ cón/so/lár/me.

16 Soneto XI Garcilaso de la Vega: cómputo silábico, ritmo, rima
Hermosas ninfas que en el río metidas, A contentas habitáis en las moradas B de relucientes piedras fabricadas B y en columnas de vidrio sostenidas; A agora estéis labrando embebecidas, A o tejiendo las telas delicadas; B agora unas con otras apartadas, B contándoos los amores y las vidas; A dejad un rato la labor, alzando C vuestras rubias cabezas a mirarme, D y no os detendréis mucho según ando; C que o no podréis de lástima escucharme, D o convertido en agua aquí llorando, C podréis allá de espacio consolarme D

17 Soneto XI Interpretación: figuras e imágenes
Hermosas ninfas que en el río metidas, contentas habitáis en las moradas de relucientes piedras fabricadas y en columnas de vidrio sostenidas; agora estéis labrando embebecidas, o tejiendo las telas delicadas; agora unas con otras apartadas, contándoos los amores y las vidas; dejad un rato la labor, alzando vuestras rubias cabezas a mirarme, y no os detendréis mucho según ando; que o no podréis de lástima escucharme, o convertido en agua aquí llorando, podréis allá de espacio consolarme.

18 Soneto XI Garcilaso de la Vega: algunos contrastes
Hermosas ninfas que en el río metidas, contentas habitáis en las moradas de relucientes piedras fabricadas y en columnas de vidrio sostenidas; agora estéis labrando embebecidas, o tejiendo las telas delicadas; agora unas con otras apartadas, contándoos los amores y las vidas; dejad un rato la labor, alzando vuestras rubias cabezas a mirarme, y no os detendréis mucho según ando; que o no podréis de lástima escucharme, o convertido en agua aquí llorando, podréis allá de espacio consolarme.


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