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La doble naturaleza de la soledad.

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Presentación del tema: "La doble naturaleza de la soledad."— Transcripción de la presentación:

1 La doble naturaleza de la soledad.
Demian Bucay

2 Para vivir bien es tan necesario poder transitar momentos de soledad
como poder relacionarnos con otros.

3 nuestra vida se limitará en gran medida.
Ambas son experiencias ineludibles en nuestra vida y si, en función de evitar la inseguridad o la angustia que nos generan, hacemos a un lado cualquiera de ellas, nuestra vida se limitará en gran medida.

4 La soledad presenta una doble naturaleza:
por un lado nos permite estar en contacto con nosotros mismos, brinda tranquilidad, paz y un espacio para la reflexión y la creación.

5 Por otro, despierta sentimientos de tristeza y dolor
que nos empujan a relacionarnos con otros, a salir de nosotros mismos.

6 Cada uno de estos aspectos expresa un deseo humano que se contrapone con el otro y que intentamos equilibrar;

7 deseo de individuación, de establecer límites,
de diferenciarnos, por un lado;

8 deseo de relajar esos límites, de disolvernos en el otro,
de ser uno con el mundo.

9 Esta “doble faz” de la naturaleza humana
se expresa en todos los grandes mitos y en las historias de héroes y profetas.

10 En todos podemos encontrar un periodo
de soledad, una retirada del mundo de los hombres que concluye con un retorno para actuar entre ellos bajo una nueva forma.

11 la desaparición de Jesús en el desierto,
Tal es el caso de la desaparición de Jesús en el desierto, la iluminación de Buda bajo el árbol Bodhi o el largo viaje de Ulises.

12 La soledad fue necesaria para transformarlos
en hombres capaces de modificar su entorno.

13 En nuestras vidas, más modestas existen momentos
en los que nos replegamos sobre nosotros mismos, para continuar luego nuestra vida hecha de encuentros con otros.

14 Ocurre en ocasiones que este “estar solo” se eterniza, deja de ser un momento y uno pasa a sentirse encerrado, atrapado en un círculo del que parece imposible salir.

15 Surge entonces la sensación de la soledad.
Y digo sensación porque la soledad es una apreciación subjetiva: me siento solo.

16 Por ello no importa si estoy efectivamente solo o si hay personas alrededor:

17 lo que produce esa sensación desagradable,
ese desasosiego, es la carencia de relaciones significativas, la falta de posibilidades para intimar.

18 Es más, los mismos vínculos que una vez fueron significativos y enriquecedores pueden,
de no ser nutridos, estancarse petrificarse y dejar de ser un lugar de encuentro.

19 No cualquier “otro” puede aliviar la soledad.
Para que eso suceda yo debo sentir que el otro se interesa por mí.

20 cuando siento que el otro me ve y me escucha,
Cuando siento que al otro le intereso (aunque eso no signifique necesariamente que le gusto ni que me quiere), cuando siento que el otro me ve y me escucha, comienzo de alguna manera a sentirme acompañado.

21 Por eso, para salir de la soledad no es necesario encontrar
a alguien que me rescate,

22 sino que más bien se trata de construir vínculos que comiencen a abrir ese círculo en apariencia impenetrable.

23 esta soledad en nuestra vida.
Cuando la soledad se transforma en un estado duradero, cuando se convierte en algo de lo que padecemos, habremos de preguntarnos qué función está cumpliendo esta soledad en nuestra vida.

24 ¿A qué me refiero con una función?
Pues a que (aunque nos sea difícil de aceptar) cuando un problema nos afecta por largo tiempo, es probable que lo estemos sosteniendo, al menos en parte, porque nos sirve para algo.

25 Pero… ¿para qué puede servir la soledad?
En mi opinión puede cumplir, principalmente, dos funciones: la de un castigo o la de un refugio.

26 Muchas personas que se sienten solas
se han impuesto a sí mismas una especie de destierro.

27 Se sienten avergonzadas de sí mismas,
indignas de alguna manera y por ello se infligen, o cuando menos se someten, al castigo de la soledad.

28 El único modo de curar la vergüenza es mostrarnos tal cual somos y reunirnos con aquellos que pueden querernos así, imperfectos. Esos encuentros afectivos serán el bálsamo que nos permitirá abandonar nuestro aislamiento.

29 se convierte en un refugio, un lugar seguro en el cual permanecer
Para otros, la soledad se convierte en un refugio, un lugar seguro en el cual permanecer fuera del alcance de los peligros.

30 Pero ¿a qué podríamos temerle tanto
como para elegir refugiarnos en la soledad?

31 Evidentemente a amenazas provenientes de los otros,
en particular: al rechazo y al abandono.

32 El problema radica en creer que sería posible pasar
por la vida sin que esto nos ocurriera jamás a nosotros.

33 cuando me lleguen (porque seguro que lo harán) me enojaré
Si yo creo posible tener vínculos con los otros sin tener que pasar por estas experiencias, cuando me lleguen (porque seguro que lo harán) me enojaré o, por el contrario, pensaré que algo anda mal conmigo.

34 Lo cierto es que no es posible relacionarse sin correr el riesgo
de pasar por estas vivencias.

35 Es más, casi podríamos decir que aquí no se trata de un riesgo,
sino de una certeza: alguien nos rechazará (al menos en algún aspecto) y rechazaremos a alguien en algún sentido (aunque lo aceptemos en otro).

36 De la misma forma, en cierto momento
nos tocará abandonar o ser abandonados.

37 Lo que nos puede permitir salir del refugio
de la soledad es conocer que armar lazos es un riesgo, pero aun así vale la pena enfrentarlo.

38 Comprender que ciertos periodos de soledad
son necesarios,

39 Centrarnos en construir vínculos significativos en lugar de buscar a la persona correcta,

40 Resistir la tentación de imponernos la condena del destierro

41 y atrevernos a dejar la seguridad
de nuestro refugio solitario,

42 Podrían ser, quizá, los cuatro pilares sobre los cuales apoyarnos para dejar de temerle al fantasma de la soledad.    


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