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Este rugiente mar que escupe su verdosa saliva. Y estos atolondrados humanos siempre subidos a su nauseabunda vanidad de vanidades...

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Presentación del tema: "Este rugiente mar que escupe su verdosa saliva. Y estos atolondrados humanos siempre subidos a su nauseabunda vanidad de vanidades..."— Transcripción de la presentación:

1 Este rugiente mar que escupe su verdosa saliva

2 Y estos atolondrados humanos siempre subidos a su nauseabunda vanidad de vanidades...

3 Es mejor escapar. Ahí está la puerta, la salida para dejar atrás nuestro hediondo mundo de idiotas, de asesinos y de desorientados.

4 Y luego, cuando finalmente llegues al lugar que esperabas, saluda a Dios de mi parte y dile que le perdono.

5 Y que ese amanecer o atardecer que tanta dicha y gozo le proporciona me lo debe a mí, a mi sufrimiento, a mi lento agonizar mientras vivo y reviento.

6 Y ahí, en ese ojo de Dios enfermo y podrido, masticando lentamente mi lamentable y patético cáncer, te digo « adiós, Humanidad ». Y espero que para siempre.

7 Sí, no te escondas, Dios. Yo sé que estás ahí, petrificado, dibujando en la cueva mientras te partes el culo de risa a costa nuestra.

8 Puedes golpearme cuantas veces te plazca. Y, cuando juegues, Dios, con mi perro, no olvides llamarle por su nombre: Lassie, el perro idiota, el perro madero, el as de perros, el perro verde, el puto-perro.

9 Ah, Dios, ahora te has transformado en mi perro. ¿Te gustan las maquinitas, verdad, maldito? Te gusta jugar a los marcianitos, eh, distinguido? Pues, mira, te regalo un paquete de virus-plus, para que te distraigas, dios-perro.

10 Y por último, sólo quiero recordate que tu misericordia blanca, a nosotros los negros, nos sirve de muy poco. Espero que te duelan mis palabras y, sobre todo, mi fanatismo.

11 Muy bien, viejo veleidoso. Veo que todavía sigues ahí. Mira, estoy escribiendo tu condena a muerte. Espero, canalla, que sepas leer (degollar sí que sabes, depravado).

12 Medita, sí. Medita con calma estos flatos porque son cosa fina. Yo sólo quiero que sepas cuánto te odio y desprecio por tu cobardía. Y quiero decirte que nunca estuve peor acompañado que cuando éramos amigos, pedófilo exaltado.

13 Y ahora, celébralo con la vasca. Seguro que tienes ahí reunida a la ralea más inmunda del universo entero. Todos tratando de imitarte y ser como tú: asesinos natos, verdugos anónimos, miserables torturadores, militares genocidas, políticos con acciones en la industria armamentística, hombres y mujeres de negocios que comercian con el sida, capataces que empleáis a niños en vuestras fábricas, accionistas de la felicidad… Anda y que os den a todos.

14 Muy bien, Dios, eres formidable. Escríbeme otro « poema » y te lo firmo.


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