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Publicada porAntonio Godoy Modificado hace 6 años
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“Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable”
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Todos hemos oído hablar de ese “testimonio silencioso” que, como cristianos, se supone que debemos irradiar por donde vayamos. Pero, por lo general, si somos honestos, esta situación hipotética es una especie de leyenda urbana cristiana. Surge la pregunta: ¿por qué nuestro “testimonio silencioso” no es lo suficientemente llamativo como para captar la atención?.
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APRENDAMOS DEL ERROR DE UN REY
“Mas en lo referente a los mensajeros de los príncipes de Babilonia, que enviaron a él para saber del prodigio que había acontecido en el país, Dios lo dejó, para probarle, para hacer conocer todo lo que estaba en su corazón” (2 Crónicas 32:31) ¿Qué principios importantes para las familias podemos destacar en base al tratamiento que el rey Ezequías dispensó a los visitantes babilónicos? Alabar y glorificar a Dios por las bendiciones recibidas. Dios se agrada cuando lo alabamos y glorificamos en oración personal, en público, en cultos de gratitud. Se agrada también si lo magnificamos ante personas a quienes Él desea proclamar su mensaje, lo que no hizo el rey Ezequías (2 Crónicas 32:25) Glorificar a Dios cuando somos interrogados sobre nuestras vidas y familia. El rey Ezequías no habló del gran milagro ocurrido en su vida, al serle otorgados más años de vida, si no que, con orgullo y prepotencia, mostró sus riquezas y honores mundanos. Mostrar lo que Cristo y el Padre hicieron en nuestras vidas antes de ostentar riquezas y bienes materiales. Hablar de la riqueza de la fe y la gracia y del cuidado de Dios, aprovechando oportunidades o creando, y señalando a Dios como el gran benefactor de la humanidad (1 Pedro 2:9). Destacar que más importante que curas físicas o milagros está la curación espiritual. PIENSA: ¿Cómo podrías compartir tu fe en Cristo de manera más directa con los que visitan tu hogar?
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LO PRIMERO ES LA FAMILIA
“Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes” (Deut. 6:6,7). ¿Qué pasos deben seguir los padres al transmitir su fe a sus hijos? En primer lugar, amen al Señor. Tenga en cuenta que los padres primero deben amar al Señor ellos mismos. Dios pide que se comprometan totalmente con él en mente, alma y corazón. El amor de Jesús debe vivir en los padres antes de que ellos puedan transmitirlo a sus hijos. Estudien su Palabra y dedíquense a ella. Antes de que los padres puedan comunicar la verdad de Dios a sus hijos, deben estudiar la Palabra y pasar tiempo con Dios diariamente. Jesús debe ser su Salvador personal antes de que ellos se lo presenten a sus hijos. Comiencen entonces a enseñar la Palabra a sus hijos. Moisés no está hablando de una lectura ocasional de algunos pasajes seleccionados de la Biblia, de la lección de la Escuela Sabática o de la Guía de estudio para niños. Solo a través de la interacción familiar en la vida diaria y poniendo en práctica los principios bíblicos en el hogar es que los niños pueden llegar a conocer y amar a Jesús como su Dios. (Las Etapas Familiares, cap. 12) PIENSA: ¿De qué manera el concepto del hogar como campo el misionero más importante, afecta tu actitud hacia quienes viven contigo?
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LA PAZ QUE TRIUNFA “Porque el marido incrédulo es santificado en la mujer, y la mujer incrédula en el marido; pues de otra manera vuestros hijos serían inmundos, mientras que ahora son santos.” (1 de Corintios 7:14). ¿Qué consejos tiene el Nuevo Testamento para los matrimonios divididos por la religión? El Señor aconseja al nuevo cristiano que dé a la familia testimonio de palabras y acciones que reflejen el amor y la gracia de Dios, para que el inconverso reciba el testimonio como bendición de Dios a su vida. El cristiano no propondrá separación por la diferencia de religión, sino que su religión sea santificadora del cónyuge y de los hijos, esposa o esposo, pero también puede ser un hijo y el proceder cristiano debe ser igual. (1 Corintios 7:12-15). Pedro aconsejó que en las parejas con diferencias de creencias, las palabras y actos del cristiano fuese motivo de influencia y conversión del no creyente (1 Pedro 3:1-2). Sin embargo, si el no creyente se separa, se respeta su decisión, pues aún Dios respeta el derecho del libre albedrío y, en este caso, el cónyuge cristiano se desobliga del compromiso matrimonial, pues "Dios nos ha llamado a la paz" (1 Corintios 7:15). El cónyuge cristiano buscará por todos los medios conducir el no cristiano a Cristo pero la mayor responsabilidad es tener fidelidad inquebrantable y primordial a Dios. Este es el límite de la responsabilidad para con el cónyuge no cristiano, pues la sumisión es debida cuando ambos temen a Dios (Efesios 5:21). PIENSA: ¿Hay alguien en tu iglesia que está luchando con un cónyuge incrédulo? Si es así, ¿de qué manera práctica podrías ayudar?
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LA VIDA FAMILIAR ES PARA SER COMPARTIDA
“Amado, no imites lo malo, sino lo bueno. El que hace lo bueno es de Dios; pero el que hace lo malo, no ha visto a Dios” (3 Juan 3:11) ¿De qué manera la buena imitación de los principios espirituales preparan a la familia para compartir el Evangelio? Ningún proceso de enseñanza es más productivo que el ejemplo. Por eso es primordial en las familias. Los padres reverentes, gentiles, ponderados generalmente tendrán hijos igualmente reverentes y gentiles. El ejemplo produce la imitación y, después, la actitud propia, de significado relevante al imitador. Es inusual indicar como ejemplo. En la Biblia hay dos indicación a imitar: Jesús y Pablo. Pero Pablo dirigió a sus lectores a la familia, relacionando la imitación a ser hijos de Dios y a imitarlo. (Efesios 5:1). Compartir la fe y las enseñanzas de Cristo resulta en discipular. Y discipular es "enseñar a vivir igual o imitar", sigue de allí que al pasar a nuestros hijos aquello que los desarrolla, imitarán a Cristo si nos copian en palabras y acciones, pues imitamos a Cristo. Compartir la vida familiar implica la responsabilidad de producir buenos ejemplos. No dejarse llevar por la emoción, sino ser racional (Romanos 12:1), y buscar conocer la naturaleza humana, tendiente a la maldad. (Juan 2:25). No juzgar los motivos humanos, pues todos somos pecadores y destituidos de la gloria de Dios (Romanos 3:23). PIENSA: ¿Están tus hijos, tu cónyuge, tus padres, tus hermanos, tu famila, imitándote por precepto y ejemplo?
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CENTROS DE AMISTAD CONTAGIOSA
“compartiendo para las necesidades de los santos; practicando la hospitalidad” (Romanos 12:13). ¿De qué manera nuestro hogar puede ser un centro de amistad contagiosa? Transformar el hogar en el centro de amistad contagiosa no es tener una casa con muchas habitaciones, sino reflejar el calor humano. Jesús dijo que alimentar, quitar la sed, hospedar, vestir necesitados o visitar enfermos y prisioneros, son acciones que Él valorará en el juicio. No es sólo suministrar alimento, agua, alojamiento, vestidos o comparecer al aposento del enfermo o presidiario, sino estar involucrado física, mental, emocional y espiritualmente en la acción. La amabilidad percibe la necesidad, siendo receptiva y proactiva, urgente en la hospitalidad, inmediato en atender al cansado, dar agua al sediento, alimento al hambriento, como Abraham y Sara (Génesis 18:1-8). Y prestar atención de sus otras necesidades, como acompañantes y equipos de viaje, igual a Rebeca y su familia al recibir al siervo de Abraham (Génesis 24:15-20, 31-33). También tenemos el ejemplo de Zaqueo, que tocado por el ofrecimiento de Jesús "hoy me conviene posar en tu casa", lo recibió y a sus discípulos, y extendió su gratitud y hospitalidad a los pobres, comprometiéndose a restituir lo que usurpara anteriormente (Lucas 19:1-9). PIENSA: ¿Cómo puedes practicar la hospitalidad de una manera que también sea de bendición para ti y tu familia?
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Pablo dijo: "somos hechos espectáculo al mundo, a los ángeles, y a los hombres" (1 Corintios 4:9), y nuestros hogares son vitrinas que muestran al mundo, exterior e interior, qué tipo de cristianismo vivimos. Cómo indagamos en la Introducción en nuestros hogares "la influencia es Divina o satánica?" ¿Qué espectáculo se presenta? Entre las reflexiones de esta semana destacamos el aprendizaje que la historia del rey Ezequías proporcionó. ¿Qué informe se registrará sobre lo que se ve en nuestro hogar? ¿Prácticas amorosas o desamor? Santidad o agresividad? ¿El aire que se respira en su familia está impregnado del "buen perfume de Cristo" o contaminado por la desarmonía? ¿Las palabras son dulces o amargas? ¿Se ve Cristo en ese hogar o Él no está allí? ¿Quién entra en nuestro hogar es llevado a observar la riqueza y poder salvador de Dios o el brillo de riquezas y tesoros mundanos?. ¿Quién visita nuestro hogar ve y oye la proclamación del evangelio porque, como Andrés que conociendo a Jesús inmediatamente fue a hablar a su hermano que había encontrado al Mesías, aprovechamos las oportunidades? ¿Transformamos nuestros hogares en centros de amabilidad contagiosa, de hospitalidad, altruismo y testimonio?
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