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4ª 22 Bienaventuranzas 18 8ª bienaventuranza 3: Perseguidos por causa de Jesús.

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1 4ª 22 Bienaventuranzas 18 8ª bienaventuranza 3: Perseguidos por causa de Jesús

2 Vamos a examinar aún esta 8ª bienaventuranza, ya que hay autores que ponen 9 bienaventuranzas, pues la 8ª la desdoblan. Es decir, que, como hemos visto, primeramente dice Jesús una bienaventuranza parecida a las anteriores o siguiendo el mismo estilo: “Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos”. Así que habla de algo presente: de aquellos que son perseguidos por hacer el bien, por seguir la verdadera justicia.

3 Pero a continuación cambia el estilo
Pero a continuación cambia el estilo. Jesús se dirige concretamente a sus discípulos, actuales o futuros, y les desea una gran felicidad porque serán perseguidos, en el futuro, por la causa de Jesús, o simplemente por ser discípulos de Jesús. Y no sólo se trata de persecución, sino de insultos y calumnias. Esto no es cosa pasada, porque en nuestros tiempos de una u otra forma sigue la persecución. Y debemos estar preparados.

4 El evangelista san Lucas que, como sabemos bien, recuerda otras bienaventuranzas de Jesús diferentes, porque se fija más en el aspecto social, en la 4ª de las cuatro dice expresiones parecidas a esa, que podemos llamar 9ª según san Mateo. En san Lucas dice: “Bienaventurados vosotros cuando os odien los hombres, y os excluyan, y os insulten y proscriban vuestro nombre como infame, por causa del Hijo del hombre”.

5 Así que esta 9ª bienaventuranza, o 2ª parte de la 8ª, es para personas que todavía no sufren la persecución, pero se les anuncia que vendrá, como puede ser para estos tiempos. No es para todos, sino para los que estén en el bando o parte de Jesucristo. Para estos se les promete una recompensa especial: “Estad alegres y contentos, porque Dios os va a dar una gran recompensa”. Y la recompensa será especial porque sufrirán por fidelidad a Jesucristo.

6 En el Ant. Testamento aparecen expresiones parecidas, aunque no sea por causa de Jesucristo, sino de Dios Único a quien se han ofrecido. Así aparece en algún salmo, como en el 44, 23: “Por tu causa continuamente sufrimos degüellos, nos tratan como a ovejas de matanza”. Y el profeta Jeremías, que es uno de los más perseguidos, hasta la muerte, le dice a Dios: “En el fondo, es por tu causa por lo que me persiguen y por lo que sufro... iToma tú mi defensa, que es la tuya”.

7 Al pronunciar Jesús esta última bienaventuranza, recuerda Jesús las persecuciones contra los profetas antiguos. Y Jesús lo hace notar al acabar el relato de las bienaventuranzas de san Mateo y las de san Lucas. Dice el evangelio de san Mateo: “Lo mismo persiguieron a los profetas que os han precedido”. Y dice san Lucas: “así es como los padres de éstos trataban a los profetas”. Cuando esto se escribió, ya era una experiencia en la primitiva cristiandad.

8 A los perseguidos en ésta, que podemos llamar 9ª bienaventuranza, se les promete una recompensa grande “en el cielo”. Porque, si es persecución hasta la muerte, toda la recompensa será propiamente en la vida futura. Alguna vez se habla de recompensa en la tierra por medio de los aplausos y alabanzas después de muerto, y sobre todo por las alabanzas a Dios por los méritos de esos valerosos cristianos. La recompensa será en el cielo, aunque también podemos decir que será desde el momento del Juicio.

9 Cuando se piensa en el Juicio final, tiene que dar una gran tranquilidad
a aquellos que han logrado sufrir “por causa de Jesús”. Él mismo les va a juzgar y será quien decida en qué puesto van a estar por toda la eternidad. Será Jesús quien decida dónde van a estar, cuando ya les ha dicho que “tendrán una gran recompensa”. Por eso el sufrimiento padecido por Jesucristo tiene que ser un motivo de mucha alegría. Así aparece en los Hechos de los Apóstoles y en las Actas de los mártires antiguos.

10 Jesús nos llama a seguirle
Jesús nos llama a seguirle. La recompensa será grandiosa; pero les dice a los apóstoles que será “con persecuciones” aquí en la tierra. Él fue delante. Sigámosle y encontraremos la verdadera paz y amor.

11 Escucha: Alguien llamó.
melodía. Escucha: Alguien llamó. Automático

12 Y vuelve con alegría, vuelve de corazón,

13 a él que dio la vida, a él que dio el amor,

14 a él que cada día nos entrega su perdón.

15 siempre lo encontrarás.
Búscalo; siempre lo encontrarás.

16 Ámalo; Siempre te amará.

17 Él es fuerza. amor y luz.

18 Síguelo y lleva su cruz.

19 Él es fuerza, amor y luz.

20 Síguelo y lleva su cruz. Hacer CLIC

21 Hay una frase en el evangelio que se puede relacionar con esta bienaventuranza. Se repite varias veces con palabras parecidas, lo que da a entender que les gustaba o les interesaba a los de la primitiva comunidad cristiana. Dice así Lc17,33): “El que pretenda guardar su vida, la perderá; y el que la pierda , la recobrará”. Y san Juan (12,25) dice: “El que se ama a sí mismo, se pierde, y el que se aborrece a sí mismo en este mundo, se guardará para la vida eterna”.

22 San Mateo la presenta bajo otra forma: "El que conserve su vida, la perderá, y el que pierda su vida por mi, la conservará“ (Mt 10, 39); "Si uno quiere salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por mi, la encontrará" (Mt 16, 25). Tiene un sentido más cercano a las bienaventuranzas. Es su mismo estilo. Este sufrir por Jesús aparece en esta frase de Jesús: “Todo el que por mí deja casa, hermanos o hermanas, padre o madre, hijos u tierras, recibirá cien veces más y heredará la vida eterna” (Mt 19,29).

23 Da la impresión que a los primeros cristianos les agradaba sufrir por causa de Jesús. San Pablo acentúa más el hecho de que el sufrir por Jesucristo es garantía de eterna felicidad. Dice en la carta a los Filipenses (1,29): “A vosotros se os ha concedido, gracias a Cristo, no sólo el don de creer en él, sino también el de sufrir por él”. Les dice san Pablo que si el conocimiento de Cristo es un don, también es un don de Dios el sufrir por Jesucristo.

24 Por eso les podía decir contentos a los de Éfeso en su 2ª carta: “Muy a gusto me glorío de mis debilidades, para que resida la fuerza de Cristo. Por eso vivo contento en medio de las debilidades, los insultos, las privaciones, las persecuciones y las dificultades sufridas por Cristo”. Para san Pablo era una suerte el poder sufrir por Cristo. Y no solamente sufrir por Cristo, sino sufrir con él. El ideal cristiano para san Pablo era la unión con Cristo hasta llegar a identificarse con Él.

25 Y como Dios es bueno y no puede dejar de serlo, nos dará una corona más hermosa de lo que pensamos. San Pablo a veces hablaba de los que corrían en el estadio: “¿No sabéis que en las carreras del estadio todos corren, mas uno solo recibe el premio? ¡Corred de manera que lo consigáis!”. La carrera de san Pablo era para conocer más a Jesucristo, sufrir con él para “alcanzar como sea la resurrección de los muertos”. “Si sufrimos con él, es señal de que compartiremos su gloria” (Rom 8, 17).

26 En la 1ª carta de san Pedro hay un texto muy importante en cuanto que es una explicación directa a esta 9ª bienaventuranza. Les dice a los cristianos que no se extrañen de la persecución (lo llama “fuego que se ha prendido en vosotros”): “Al contrario, estad alegres en la medida que compartís los sufrimientos de Cristo, de modo que, cuando se revele su gloria, gocéis de alegría desbordante. Si os ultrajan por el nombre de Cristo, bienaventurados vosotros, porque el Espíritu de la gloria, que es el Espíritu de Dios, reposa sobre vosotros”.

27 Vivir las bienaventuranzas en plenitud es lo mismo que vivir con Cristo en plenitud. Y en Cristo encontramos la cruz y el sufrimiento en camino hacia la resurrección. Ese es el camino de un buen cristiano: deberá sufrir no solamente para Cristo y por causa de Cristo, sino además con Cristo, compartiendo el sufrimiento de su cruz, ya que es éste para él el camino de la resurrección.

28 Las bienaventuranzas no son la expresión de un ideal abstracto, sino que reflejan la experiencia vivida por Jesús en su existencia humana. La dicha de que aquí habla Jesús es ante todo su propia dicha. Una dicha donde queda sitio para la cruz. Una dicha que, para nosotros, brota de la esperanza que él nos da por su cruz. Una dicha que será a la medida de nuestra fe en él.

29 Nunca ha hecho felices a los hombres el ansia de dinero o de poder, ni el espíritu violento, ni la rebeldía ante las dificultades, ni el corazón sucio y retorcido, ni el alma inmisericorde o duro, que no sabe sufrir con los que sufren, ni el rencor ante las persecuciones. La felicidad sólo puede estar en el amor verdadero, que señalan las bienaventuranzas. Ellas serán perfectas si el amor a Dios se va perfeccionando.

30 No me mueve, mi Dios, para quererte
Automático

31 el cielo que me tienes prometido,

32 ni me mueve el infierno tan temido

33 para dejar por eso de ofenderte.

34 Tu me mueves, Señor, muéveme el verte

35 clavado en una cruz y escarnecido,

36 muéveme el ver tu cuerpo tan herido,

37 muévenme tus afrentas y tu muerte.

38 Muéveme, al fin, tu amor, y en tal manera,

39 que, aunque no hubiera cielo, yo te amara,

40 y aunque no hubiera infierno, te temiera.

41 No me tienes que dar porque te quiera,

42 porque, aunque lo que espero no esperara,

43 y lo mismo que te quiero te qui- sie-ra. Hacer CLIC

44 Esta novena bienaventuranza que nos trae san Mateo, como hemos visto, tiene un cambio de personas a quienes se dirige. Además de bienaventuranza es el principio de grandes enseñanzas de Jesús a sus discípulos. Ya les dice que van a ser perseguidos por causa de Jesús; pero les alienta y les promete felicidad. Seguirán otras grandes declaraciones, que están metidas en la misión que les confía: Vosotros sois la sal de la tierra y la luz del mundo. Y seguirá mucho más en el sermón de la montaña.

45 Es decir, que los apóstoles, por ser discípulos de Jesús, sufrirán persecuciones. Con ellas darán gloria a Dios, obtendrán una gran felicidad y, al mismo tiempo iluminarán, con ese ejemplo, al mundo, dando un sabor especial a la vida humana. Por eso les dice que van a ser luz y sal. Eso lo podrán ser si sus obras corresponden a las enseñanzas dadas por Jesús y manifestadas en todas estas bienaventuranzas.

46 una actitud de plenitud en el amor.
Jesús sigue dando instrucciones a sus discípulos en el sermón de la montaña, contraponiendo la actitud espiritual que deben adoptar a la que enseñaban los maestros de la ley, de quienes habían aprendido los fariseos. Estos, al pensar en los mandamientos, piensan en acciones concretas externas, en leyes. Jesús les va a enseñar a sus discípulos una nueva forma de ver la vida, la actitud que deben tener, que es la misma de las bienaventuranzas: una actitud de plenitud en el amor.

47 Antes de terminar este sencillo estudio sobre las bienaven-turanzas, debe quedar claro que Jesús no sólo hizo una proclamación de una manera de ser o una manera diferente de ver la vida a como la ve el mundo social, para que la aprendan sus discípulos, sino que es como la apertura de su alma para que nos empapemos de la actitud de Dios hecho hombre. Ese es el ejemplo que nos quiere dar. Seguirle e imitarle es conseguir nuestro fin y nuestra felicidad.

48 Esta nueva manera de ver la vida, contrastada con la manera de ver la vida los que viven al estilo mundano, aparece mucho más claro y más abundante en el evangelio de san Juan. Esta manera de pensar y vivir de Jesús, y que desea para sus discípulos, no es fácil de comprenderlo para nosotros, que convivimos con lo terreno y material. Se necesita la gracia de Dios para comprender que Jesús nos habla de una felicidad actual con una promesa de una felicidad superior.

49 Y como nos dice el papa Francisco: “Las Bienaventuranzas de Jesús son portadoras de una novedad revolucionaria, de un modelo de felicidad opuesto al que habitualmente nos comunican los medios de comunicación, la opinión dominante”. Y dice luego: “En la lógica de este mundo, los que Jesús proclama bienaventurados son considerados "perdedores", débiles. En cambio, son exaltados el éxito a toda costa, el bienestar, la arrogancia del poder, la afirmación de sí mismo en perjuicio de los demás”.

50 La misión de Jesús no fue sólo anunciar el Reino de Dios con palabras, sino mostrarlo con su vida: “Ya está entre nosotros”. Por eso es importante comprender bien las bienaventuranzas por lo que hemos dicho que son el retrato de Jesús.

51 “El ministerio de Jesús es, todo él, una primera epifanía del Reino de Dios, que hace ya vislumbrar a loshombres la verdadera naturaleza de la realeza divina: realeza que no quiere dominar, sino salvar, y salvar ante todo, por pura gracia, a los hombres más desventurados, a aquéllos sobre los que pesan con mayor opresión las consecuencias del pecado”.

52 Como dice un autor: “Jesús no es solamente un
profesor de moral que enseña a los hombres los principios de una conducta conforme con su dignidad y su vocación; es ante todo el heraldo de la buena noticia de la salvación concedida por Dios”.

53 Terminemos con optimismo y esperanza, como nos dice el papa Francisco, ante la gran perspectiva de felicidad que nos abren las bienaventuranzas. Por eso debemos ensanchar los corazones. No nos contentemos con la felicidad raquítica y pasajera de este mundo, sino aspiremos a cosas grandes. Como los santos. Como santa Teresa que deseaba ardientemente estar con Dios de una manera plena.

54 después que muero de amor;
Vivo ya fuera de mí, después que muero de amor; Automático

55 porque vivo en el Señor, que me quiso para sí.

56 puse en él este letrero:
Cuando el corazón le di, puse en él este letrero:

57 que muero porque no muero.

58 Vivo sin vivir en mí, y tan alta vida espero,

59 que muero porque no muero. Vivo sin vivir en mi.

60 Aquesta divina prisión,
del amor en que yo vivo,

61 ha hecho a Dios mi cautivo,
y libre mi corazón;

62 ver a Dios mi prisionero,
y causa en mí tal pasión ver a Dios mi prisionero,

63 que muero porque no muero.

64 Vida, ¿qué puedo yo darle
a mi Dios que vive en mí,

65 si no es el perderte a ti, para mejor a Él gozarle?

66 Quiero muriendo alcanzarle, pues a Él sólo es al que quiero,

67 que muero porque no muero.

68 Vivo sin vivir en mí, y tan alta vida espero,

69 que muero porque no muero. Vivo sin vivir en mi.

70 ¿Qué le diría a Jesús la Bienaventurada Virgen María, su Madre?
AMÉN


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