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Domingo sexto, tiempo ordinario

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Presentación del tema: "Domingo sexto, tiempo ordinario"— Transcripción de la presentación:

1 Domingo sexto, tiempo ordinario
Ciclo B Día 15 de Febrero de 2009

2 Hoy el evangelio nos habla de un leproso que va donde Jesús.

3 La lepra es una enfermedad muy desagradable.
Viene a ser la enfermedad de los pobres, de la miseria, muchas veces por falta de higiene.

4 En tiempos de Jesús era peor, por creer ser incurable, y especialmente porque el leproso quedaba excluido de la sociedad. Lo peor es que se creía ser consecuen-cia de los pecados propios.

5 Debían llevar algo para hacer ruido, o gritar: “impuro, impuro”, para que las demás personas no se acercasen.

6 Hoy se nos muestra el encuentro de esta gran miseria con la mayor misericordia, que es Jesús.

7 El evangelio de este domingo es de san Marcos.
Mc 1, 40-45 Dice así:

8 En aquel tiempo se acercó a Jesús un leproso, suplicándole de rodillas: “Si quieres, puedes limpiarme”.

9 Sintiendo lástima, extendió la mano y lo tocó, diciendo: “Quiero: queda limpio”.

10 La lepra se le quitó inmediatamen-te, y quedó limpio.

11 El lo despidió, encargándole severamente: “No se lo digas a nadie; pero, para que conste, ve a presentarte al sacerdote y ofrece por tu purificación lo que mandó Moisés”.

12 Pero, cuando se fue, empezó a divulgar el hecho con grandes ponderaciones,

13 de modo que Jesús ya no podía entrar abiertamente en ningún pueblo;

14 Se quedaba fuera, en descampado; y aun así acudían a él de todas partes.
Palabra del Señor

15 La Iglesia, que siempre se ha preocupado, por mandato del Señor, de la salud integral del ser humano, procura consolar, ayudar y curar en lo posible a los afectados por la lepra. Además de proporcionar la salud a muchos, quiere derrumbar temores del espíritu y liberar a los afligidos.

16 En la edad media existía una ceremonia tremenda y terrorífica, que llamaban “la separación de los leprosos”. Consistía en una misa como de difuntos, bendición de utensilios y procesión con la cruz hasta la cabaña donde iba a vivir el leproso. El sacerdote, poniendo tierra del cementerio decía: “Muere para el mundo y renace para Dios”.

17 En la puerta ponían una cruz y una caja para las limosnas
En la puerta ponían una cruz y una caja para las limosnas. Se le permitía ir a la ciudad en los días de Pascua. “En recompensa”, cuando morían se les celebraba la misa, como se celebra a los santos, pues eran honrados como “los queridos pobres de Dios”.

18 En la Iglesia hay santos y aun congregaciones religiosas que se han santificado atendiendo con amor a leprosos. De ese amor provenían los hospitales especiales para ellos. Entre otros santos podemos recordar: santa Catalina de Siena, santa Clara, Santa Odilia de Alsacia, santa Judit de Polonia, san Edmundo de Canterbury, san Francisco Javier, santa Juana de Chantal. Pero hay otros más famosos.

19 Es destacable el ejemplo de santa Isabel de Hungría
Es destacable el ejemplo de santa Isabel de Hungría. Hija de reyes, cuando enviudó, se dedicó a atender con todo amor principalmente a los leprosos. A un sacerdote le dijo que ella quisiera ser tratada como una leprosa.

20 Es famoso el ejemplo de san Francisco de Asís, cuando aún vestía como rico.
Vio a un leproso y, bajando del caballo, lo abrazó.

21 Después sería una tarea muy frecuente en su vida: atender a los leprosos.

22 El ejemplo más famoso es el del beato padre Damián de Molokai.
Era joven, de buen porte humano, pero de espíritu más grande. Pidió ir de misionero a la isla de Molokai donde estaban desterrados por vida muchos leprosos.

23 Decía: “Sé que voy a un perpetuo destierro y que tarde o temprano me contagiaré de la lepra. Pero ningún sacrificio es demasiado grande si se hace por Cristo”. Después de muchos años de trabajar por el bienestar de los leprosos, quedó leproso él y murió entre los suyos, pero glorificando al Señor.

24 El papa Juan Pablo II visitó la leprosería de san Lázaro en Cuba y fue saludando y abrazando a cada uno de los leprosos. Son épocas de mayor higiene y atenciones; pero es un símbolo del espíritu de la Iglesia.

25 Es como un mar agitado y peligroso.
La lepra espiritual del alma son los pecados. Es como un mar agitado y peligroso.

26 Por eso debemos pedir que venga el SOL de la gracia, que es Jesús y nos limpie y nos sane.

27 Nosotros, pecadores, digamos también como el leproso: “Señor, si quieres puedes limpiarme”.
Automático (no usar el “ratón”)

28 Renuévame

29 Señor Jesús.

30 Ya no quiero ser igual.

31 Renuévame Señor Jesús

32 Pon en mí tu cora-zón.

33 Porque todo lo que hay dentro de mi
necesita ser cambiado, Señor

34 porque todo lo que hay dentro de mi corazón
necesita más de Ti.

35

36 Renuévame, Señor Jesús,

37 Ya no quiero ser igual.

38 Renuévame Señor Jesús

39 Pon en mí tu corazón

40 Porque todo lo que hay dentro de mi
necesita ser cambiado, Señor.

41 Porque todo lo que hay dentro de mi corazón

42 Nece-sita más de Ti.

43 Porque todo lo que hay dentro de mi

44 necesita ser cambiado, Señor.

45 Porque todo lo que hay dentro de mi corazón

46 necesita más de Ti.

47 necesita más de Ti.

48 Que la Virgen María nos ayude a ir a Jesús.
AMEN


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