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INSTRUCCIONES DE LOS ESPÍRITUS

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Presentación del tema: "INSTRUCCIONES DE LOS ESPÍRITUS"— Transcripción de la presentación:

1 INSTRUCCIONES DE LOS ESPÍRITUS

2 Analizar con los participantes en qué consiste la verdadera propiedad, estimulándolos a dar a los bienes materiales su real importancia y a acumular riquezas que tengan valor en el plano espiritual.

3 La verdadera propiedad
9. Al hombre sólo le pertenece exclusivamente aquello que puede llevarse de este mundo. Lo que encuentra cuando llega, al igual que lo que deja cuando parte, lo disfruta mientras permanece en la Tierra. No obstante, como está obligado a abandonarla, no tiene la posesión real de todos esos bienes, sino simplemente el usufructo. ¿Qué es lo que posee, entonces? Nada de lo que es para uso del cuerpo; todo lo que es para uso del alma: la inteligencia, los conocimientos, las cualidades morales. Eso es lo que trae y lo que se lleva consigo, lo que nadie puede arrebatarle, lo que le será de mayor utilidad en el otro mundo que en este. De él depende que sea más rico al partir que al llegar, porque de todo lo bueno que haya conquistado depende su posición futura. Cuando un hombre se marcha a un país lejano, arma su equipaje con los objetos que habrá de emplear en ese país, y deja los que le resultarían inútiles. Así pues, proceded del mismo modo en relación con la vida futura, y haced provisión de todo lo que allí os será necesario.

4 Al viajero que llega a una posada se le ofrece buen alojamiento en el caso de que pueda pagarlo. Al de recursos más modestos, le corresponde uno menos agradable. En cuanto al que no tiene nada, irá a dormir sobre la paja. Eso mismo sucede con el hombre cuando llega al mundo de los Espíritus: su lugar en ese mundo está subordinado a sus recursos. Sin embargo, no habrá de pagarlo con oro. Nadie le preguntará: “¿Cuánto tenías en la Tierra?” “¿Qué posición ocupabas?” “¿Eras príncipe o artesano?” Sino que se le preguntará: “¿Qué traes contigo?” No se evaluarán sus bienes ni sus títulos, sino la suma de las virtudes que posea. Ahora bien, en ese aspecto, el artesano puede ser más rico que el príncipe. En vano el rico alegará que antes de partir de la Tierra pagó a precio de oro su ingreso al otro mundo. Le responderán: “Aquí no se compran los puestos, se conquistan mediante la práctica del bien. Con la moneda terrestre pudiste comprar campos, casas, palacios; pero aquí todo se paga con las cualidades del corazón. ¿Eres rico en esas cualidades? Sé bienvenido, y ve hacia uno de los lugares de la primera categoría, donde te esperan todas las felicidades. ¿Eres pobre en ellas? Ve a uno de los lugares de la última, donde serás tratado de acuerdo con tus recursos”. (Pascal. Ginebra, 1860.)

5 1.- ¿Cuál es la verdadera propiedad del hombre?

6 R: Nada de lo que es uso del cuerpo; todo lo que es uso del alma: la inteligencia, los conocimientos y las cualidades morales. “El hombre sólo posee con plena propiedad aquello que le es dado llevar de éste mundo”.

7 2.- Entonces, ¿los bienes materiales que el hombre posee no son de su propiedad?

8 R: El hombre posee solamente lo que le acompaña cuando deja el cuerpo físico. No pudiendo llevar consigo los bienes materiales, de ellos no tiene la posesión real, sino simplemente el usufructo. El hombre sólo posee (…) “lo que trae y lleva consigo, lo que nadie le puede arrebatar, lo que le será de mucho más utilidad en el otro mundo que en éste.”

9 3.- Estando en la Tierra de paso y teniendo por destino la eternidad, ¿qué riquezas debe el hombre acumular?

10 R: Sólo aquellas que tienen valor para la eternidad y que son obtenidas a través de la práctica de la caridad. En el plano espiritual la moneda corriente es la caridad, es decir, todo beneficio realizado a favor del prójimo.

11 4.- ¿Qué le sucede al hombre cuando llega al mundo de los espíritus?

12 R: Él tiene una destino compatible con las sumas de las virtudes que presenta, pues en el plano espiritual sólo éstas tienen valor. En lo que concierne a la suma de virtudes, el operario puede ser más rico que el príncipe.

13 10. Los bienes de la Tierra pertenecen a Dios, que los distribuye según su voluntad. El hombre no es más que el usufructuario, el administrador, más o menos íntegro e inteligente, de esos bienes. A tal punto no constituyen una propiedad individual del hombre, que Dios invalida a menudo todas las previsiones, de modo que hace que la riqueza huya de aquel que se considera con los mejores títulos para poseerla. Probablemente diréis que eso se aplica a la riqueza hereditaria, pero no a la que se consigue con el trabajo. No cabe duda de que, si existe una riqueza legítima, es esta última, cuando se adquiere honestamente, porque una propiedad sólo se obtiene legítimamente cuando para adquirirla no se ha hecho daño a nadie. Se pedirán cuentas hasta de un centavo mal habido, es decir, obtenido con perjuicio para alguien. Con todo, del hecho de que un hombre deba su riqueza a sí mismo, ¿se concluye que al morir tendrá alguna ventaja por ello? Las precauciones que toma para trasmitirla a sus descendientes, ¿no son inútiles muchas veces? Porque, si Dios no quiere que alguno de ellos la reciba, nada prevalecerá contra su voluntad.

14 ¿Puede ese hombre usar y abusar impunemente de su riqueza durante la vida, sin tener que rendir cuentas? No. Al permitirle que la adquiera, es probable que Dios tenga la intención de recompensarlo durante la vida presente, por sus esfuerzos, su valor, su perseverancia. No obstante, si sólo la emplea para satisfacción de sus sentidos o de su orgullo, si esa riqueza se convierte en una causa de equivocación en sus manos, más le hubiera valido no poseerla, puesto que pierde por un lado lo que ha ganado por otro, y anula el mérito de su trabajo. Cuando deje la Tierra, Dios le dirá que ya recibió su recompensa. (M., Espíritu protector, Bruselas, 1861.)

15 5.- ¿A quién pertenecen los bienes de la Tierra?

16 R: Los bienes de la Tierra pertenecen a Dios, que los distribuye según criterios de justicia y misericordia. Luchemos por la adquisición de los bienes del alma y los del cuerpo nos vendrán por añadidura de la misericordia divina.

17 6.- ¿Cómo debe actuar el hombre, con relación a los bienes materiales?

18 R: Reconociendo que, en la condición de espíritu encarnado, no puede prescindir de su auxilio; utilizándolos como medio para atender de sus necesidades y del servicio al prójimo. Nunca como un fin en sí mismo. Los bienes materiales deben ser destinados a la manutención de la vida del cuerpo, a la adquisición de conocimientos y al servicio fraterno.

19 7.- Tratándose de bienes materiales, ¿cuáles son las propiedades consideradas legítimas?

20 R: Las adquiridas por medio del trabajo honesto, en el cual aquél que lo ejecuta actúa en beneficio del prójimo y no en su prejuicio. Una propiedad sólo es legítima cuando, de su adquisición, no resulta daño para nadie. Se pedirán cuentas de todo el dinero mal gastado, es decir, a costas de prejuicios de otro.

21 8.- ¿Puede el hombre usar y abusar de sus haberes durante la vida, sin tener que darle cuentas a nadie?

22 “Cuando deje la Tierra Dios le dirá que ya recibió su recompensar.”
R: No. Si él los utilizó solamente en la satisfacción de sus sentidos o de su orgullo, mejor hubiera sido que no los hubiera tenido, pues la justicia divina le pedirá cuentas. “Cuando deje la Tierra Dios le dirá que ya recibió su recompensar.”

23 Los bienes del alma – inteligencia, conocimientos y cualidades morales – son perennes y constituyen nuestra verdadera propiedad. De los bienes del cuerpo somos efímeros usufructuarios, pues éstos pertenecen a Dios, que nos pide cuentas de su administración.

24 Jamás nadie ganó el año sin presentar examen.
Sé fuerte en la arremetidas de la vida y no te desanimes por los sufrimientos que lleguen a tu persona o a los que tú amas. El sufrimiento no solo nos purifica, sino que perfecciona nuestra fuerza interior. Jamás nadie ganó el año sin presentar examen. Jamás nadie logró adelantos sin sufrir el examen de la naturaleza, que verifica si realmente somos fuertes frente al dolor que nos aqueja. 97

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