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Meditación de cada frase

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Presentación del tema: "Meditación de cada frase"— Transcripción de la presentación:

1 Meditación de cada frase
de la oración: Alma de Cristo de San Ignacio de Loyola

2 Y mándame ir a Ti.

3 Como mandaste a tus apóstoles que lo dejaran todo y te siguieran.

4 Como mandaste a San Pedro, que se hundía, ir a Ti sobre las aguas.

5 Como mandaste a Zaqueo bajar a hospedarte y bendecirte, para ser yo hospedado en las mansiones de tu Gloria.

6 Como mandaste a la hija de Jairo y al joven difunto y a Lázaro sepultado resucitar.

7 Mándame ir a Ti, porque éste ha sido el anhelo constante de mi corazón, tantas veces alucinado y vacilante.

8 Mándame, porque si no me mandas no me atreveré a ir a Ti, porque soy gran pecador.

9 Mándame, porque si me mandas harás posible lo que sin mandarlo Tú me es imposible.

10 Mándame, Tú que tantas veces viniste a mi sacramentado porque te llamé.

11 Mándame ir a Ti para que al presentarme ante Ti pueda decir esperanzado:
Señor, aquí estoy pues me llamaste.

12 porque yo quiero ir a Ti, mi Dios, mi Redentor,
Mándame ir a Ti, porque yo quiero ir a Ti, mi Dios, mi Redentor, mi Jesús, mi todo.

13 Hermosura siempre antigua y siempre nueva, Dicha infinita y eterna.
Ir a Ti, Luz increada, Hermosura siempre antigua y siempre nueva, Dicha infinita y eterna.

14 “coger las flores” del camino, sin volver la vista atrás,
Ir a Ti, ya desde ahora, sin detenerme a “coger las flores” del camino, sin volver la vista atrás, sin desviarme de la senda que más me lleva a Ti.

15 Ir a Ti como el río a la mar, con un anhelo siempre antiguo
y siempre nuevo:

16 como el ciervo a las fuentes de aguas, con una sed irresistible;

17 con una esperanza nunca defraudada y fallida.
Como el hijo pródigo a su padre, acogedor y misericordioso, con una esperanza nunca defraudada y fallida.

18 Ir a Ti para verte cara a cara, y poseerte sin peligro de perderte
para adentrarme en Ti y abismarme en Ti y poseerte sin peligro de perderte y de perderme.

19 Ir a Ti, para oír tus piadosos labios que me dicen:
“Ven, bendito de mi Padre, a poseer el reino que te tenía preparado”.

20 somos por instinto refractarios a los mandatos.
Señor, somos por instinto refractarios a los mandatos.

21 Pero los hay que revelan
un amor insobornable: El de una hermana mayor a su hermanito.

22 El de una madre al hijo enfermo y desganado.

23 El de la esposa solícita al esposo desaprensivo.

24 Es impresionante un cariño que se transforma en mandato.

25 oh Jesús, esta forma tan humana del amor…?
¿Y te íbamos a negar a Ti, oh Jesús, esta forma tan humana del amor…?

26 No puede haber mandato más lleno de cariño que el que en la hora de la muerte mandes, oh Jesús, ir a Ti.

27 Señor yo que he recalcitrado tantas veces contra vuestros mandamientos.

28 a veces casi exigentes…
Yo que los he creído a veces casi exigentes…

29 que me atrevo a formular
Os pido no me neguéis este mandato, el más amable, quizá el único sobre el que me atrevo a formular un deseo absoluto de que se realice en mí.

30 Jesús, en la hora de mi muerte, llámame y mándame ir a Ti;
para que no tengas que mandarme que me aparte de Ti.

31 Ahora comprendo esta tremenda e ineludible disyuntiva y sumisión de la Humanidad a tu mandato.

32 Todos los hombres han de estar siempre bajo el cumplimiento
de un mandato tuyo, o de bendición en el Cielo, contigo, o de reprobación en el infierno, lejos de Ti.

33 llámame y mándame ir a Ti.
Pues, oh Jesús, en la hora de mi muerte, llámame y mándame ir a Ti.

34 Para que mi cielo sea el desquite eterno de tantas infracciones a tus mandamientos.

35 yo tan perezoso y tibio; yo tan recio al sufrimiento,
Para que a cuantos pudieran echarme en rostro mi presencia entre ángeles, yo tan manchado; entre apóstoles, yo tan perezoso y tibio; entre mártires, yo tan recio al sufrimiento, les pueda responder:

36 Es que Jesús, el Rey de la Gloria, me mandó ir a El

37 Mándame ir a Ti.

38 Para que eternamente te pueda responder:
Aquí estoy, Señor, pues me llamaste.

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