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Publicada porMaría Cristina Ojeda Modificado hace 6 años
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Ciclo C Bautismo del Señor Día 13 de Enero de 2013
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Celebramos el bautismo de Jesús
Celebramos el bautismo de Jesús. Desde el principio debemos explicar en qué consistió, porque muchos lo entienden como si fuese un bautismo como el nuestro.
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San Juan Bautista predicaba la conversión, especialmente para prepararse a la venida del Mesías. Eran tiempos de expectación. Ya cuando Jesús era niño nos presenta el evangelio esta expectación personalizada en el anciano Simeón.
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Esa expectación hizo que muchos creyeran que Juan Bautista era el Mesías.
Su vida austera y sacrificada y sobre todo su ardiente palabra inducía a tenerle por el enviado de Dios.
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Como primer paso para la conversión, san Juan predicaba el arrepentimiento de los pecados. Sólo por un acto interno es difícil saber si ha sido suficiente como para merecer el perdón de Dios.
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Por eso san Juan Bautista bautizaba a los que mostraban su arrepentimiento. El bautismo no lo inventó san Juan. Otros lo practicaban; pero él lo dio una vigencia especial.
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El bautismo a Jesús no fue lo mismo que el que Juan hacía con las otras personas. Simplemente porque Jesús no podía arrepentirse de sus pecados. Veamos lo que dice el evangelio. Este año, por ser el ciclo C, corresponde a san Lucas. Lc 3, 15-16, 21-22
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En aquel tiempo, el pueblo estaba en expectación, y todos se preguntaban si no sería Juan el Mesías; él tomó la palabra y dijo a todos: “Yo os bautizo con agua; pero viene el que puede más que yo, y no merezco desatarle la correa de sus sandalias. Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego”. En un bautismo general, Jesús también se bautizó. Y, mientras oraba, se abrió el cielo, bajó el Espíritu Santo sobre él en forma de paloma, y vino una voz del cielo: “Tú eres mi Hijo, el amado, el predilecto.”
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Jesús no tuvo un acto especial para él solo, sino que se bautizó “en un bautismo general”.
Esto nos indica que Jesús quería ser del pueblo, estaba entroncado en el pueblo. Quería ser parte del pueblo bueno que buscaba acercarse a Dios.
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Jesús, al bautizarse en un bautismo general, está humillán-dose, presentán-dose como pecador.
Se bautizó por nosotros y para nosotros. Jesús asumió sobre sí todo el pecado del mundo, bautizándose como pecador hasta morir como pecador para salvarnos.
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Lo importante entonces no fue propiamente el bautismo, sino lo que sucedió “al salir del agua” como dicen otros evangelistas; o “mientras oraba”, como dice el evangelio de hoy.
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Fue una experiencia mística sublime en Jesús que, como hombre, tiene, como nunca antes había tenido, sobre la realidad de ser Hijo de Dios. Fue la confirmación de Dios Padre y la unción por el Espíritu Santo.
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Esta manifestación de Dios se expone aquí de una manera simbólica: “Se abrió el cielo, bajó el Espíritu Santo sobre él en forma de paloma, y vino una voz del cielo”.
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El “abrirse el cielo” es seguir una creencia popular para expresar que viene el mismo Dios. La gente creía que lo que vemos azul en el firmamento era como un techo que debía abrirse para que bajara Dios. Con esa expresión se significaba que Dios estaba muy presente.
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Lo del bajar el Espíritu Santo en forma de paloma, creo que se debe más a la rapidez que a la figura de un animal. Se podría decir: bajó raudo como una paloma. Entonces no conocían cohetes o aviones. Era la prisa del Espíritu para ungir a Jesús.
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“Y vino una voz del cielo”
“Y vino una voz del cielo”. Alguno cree que lo oyeron todos los presentes. Parece que fue algo más interno. Era reconocer místicamente que Dios era su Padre.
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San Juan Bautista sí tuvo que sentir algo. No sabemos cuánto.
Algún conocimiento tuvo que tener de esta manifestación, pues al día siguiente, cuando pasó Jesús por allí, le señaló diciendo: “He ahí el Cordero de Dios que quita los pecados del mundo”.
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Jesús diría un día: “El que se humilla será ensalzado”.
Jesús se había rebajado presentándose como pecador; pero siente la glorificación de parte de su Padre celestial.
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Al considerar el bautismo de Jesús, es un motivo para que apreciemos nuestro bautismo. Ese sí es un gran regalo que recibimos de Dios por medio de Jesucristo.
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Dice el evangelio de hoy que san Juan Bautista, cuando se dio cuenta que algunos le tenían por el Mesías, decía: “Yo os bautizo con agua; pero viene el que puede más que yo, y no merezco desatarle la correa de sus sandalias. Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego”.
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El “no merezco desatarle la correa de sus sandalias” indica la distancia que veía estar san Juan entre él y el verdadero Mesías. Más distancia que la que hubiera entre un esclavo con su señor.
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Más nos importa considerar la última frase: “Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego”.
Nuestro bautismo no consiste sólo en el agua, sino que lo principal es la presencia del Espíritu Santo y el fuego del amor.
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Por medio de la presencia muy especial de Dios, el bautismo nos da una nueva vida, que es participación de la vida de Dios. Somos de la familia de Dios e hijos suyos para siempre.
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Una nueva vida; Tu misma vida:
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Una nueva familia: tu misma familia;
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Hijos tuyos para siempre.
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en agua que nos salva nos bañamos;
Por medio del Bautismo renacemos, en agua que nos salva nos bañamos;
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al mundo de la gracia y de lo eterno.
Pasamos de la carne y de lo humano al mundo de la gracia y de lo eterno.
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Guiados por la luz que recibimos,
ungidos como reyes en la frente,
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tu marca salvadora en nuestras almas
grabada en nuestra entraña para siempre.
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Una nueva vida: Tu misma vida
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Una nueva familia: Tu misma familia,
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Hijos tuyos para siempre.
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Para llegar a algo tan excelso lo principal es la gracia de Dios;
pero también se necesita nuestra colaboración desde el momento que tenemos uso de razón. Hay algunos que actúan como si sólo hubiesen sido bautizados en agua y no en el Espíritu.
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Vivir como bautizado en el Espíritu es vivir siguiendo a Jesús quien, como dice hoy san Pedro en la 2ª lectura, fue ungido por Dios con la fuerza del Espíritu Santo.
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Ungido por Dios es tener una fuerza curativa, liberadora y vivificadora. Jesús no ha venido para destruir sino para edificar, no quiere la muerte de nadie, sino que todos rebosen de vida.
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Jesús pasó bendiciendo, curando, consolando, compartiendo y salvando.
Y como sigue diciendo san Pedro sobre Jesús: “Pasó haciendo el bien y curando a los oprimidos por el diablo”. Jesús pasó bendiciendo, curando, consolando, compartiendo y salvando.
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Hemos sido bautizados en el Espíritu para que sigamos la vida de Jesús
Hemos sido bautizados en el Espíritu para que sigamos la vida de Jesús. Hemos recibido participación de la vida de Dios y debemos crecer en esa vida para acercarnos más a Dios.
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También hemos sido ungidos en el Espíritu
También hemos sido ungidos en el Espíritu. Ser ungidos por el Señor es estar disponibles para que Él disponga de nosotros, porque a veces queremos ser demasiado autosuficientes.
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Ser ungidos por el Señor es estar disponibles para continuar la obra de Jesús que es pasar haciendo el bien, estar en plan de servicio hacia los demás.
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Hoy, reviviendo nuestro bautismo, nos pongamos en la presencia del Señor y le digamos:
Oh Señor Jesús, úngeme y hazme dócil como tu quieras, tómame y dame fuerza para seguir tu camino.
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Señor, me tienes ante tu presencia,
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con dulce voz a ti yo clamaré.
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Escucha, buen Señor, mi oración
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que te ofrezco.
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En Ti me gozaré, Señor Jesús.
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A Ti mi vida entera rendiré.
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Tu gloria y tu poder me alegrarán
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para siempre.
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Oh Señor Jesús, úngeme
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y hazme dócil como Tu quieras.
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Tómame y dame fuerzas
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para seguir tu camino.
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Oh Señor Jesús, úngeme
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y hazme dócil como Tu quieras.
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Tómame y dame fuerzas
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para seguir tu camino.
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Con María, la Madre. AMÉN
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