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Acude a Jesús, busca su encuentro
Lectio divina Domingo XIII T. O. Ciclo B. 1 Julio Secretariado Catequesis de Cádiz y Ceuta Música: del vídeo “Momentos de Paz “ Elaboración: Manuel López/Eloísa Díaz-Jara Montaje: Eloísa Díaz-Jara Avance Manual
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Oración inicial Te conozco, Señor, quizás no lo suficiente,
pero en mis enfermedades, en mis problemas te pido ayuda, y mis alegrías te las quiero agradecer. Sana, Jesús, mi enfermedad, limpia mi suciedad, alumbra mi ceguedad, enriquece mi pobreza, viste mi desnudez… Que tus palabras “No temas, basta que creas” queden selladas para siempre en mi vida, en mi corazón, en mi mente...
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TEXTO BÍBLICO Mc Jesús atravesó de nuevo en barca a la otra orilla, se le reunió mucha gente a su alrededor y se quedó junto al mar. Se acercó un jefe de la sinagoga, que se llamaba Jairo, y, al verlo, se echó a sus pies, rogándole con insistencia: «Mi niña está en las últimas; ven, impón las manos sobre ella, para que se cure y viva». Se fue con él y lo seguía mucha gente que lo apretujaba. Había una mujer que padecía flujos de sangre desde hacía doce años. Había sufrido mucho a manos de los médicos y se había gastado en eso toda su fortuna; pero, en vez de mejorar, se había puesto peor. Oyó hablar de Jesús y, acercándose por detrás, entre la gente, le tocó el manto, pensando: «Con solo tocarle el manto curaré». Inmediatamente se secó la fuente de sus hemorragias y notó que su cuerpo estaba curado.
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Jesús, notando que había salido fuerza de él, se volvió enseguida, en medio de la gente y preguntaba: «¿Quién me ha tocado el manto?». Los discípulos le contestaban: «Ves cómo te apretuja la gente y preguntas: “¿Quién me ha tocado?”». Él seguía mirando alrededor, para ver a la que había hecho esto. La mujer se acercó asustada y temblorosa, al comprender lo que le había ocurrido, se le echó a los pies y le confesó toda la verdad. Él le dice: «Hija, tu fe te ha salvado. Vete en paz y queda curada de tu enfermedad». Todavía estaba hablando, cuando llegaron de casa del jefe de la sinagoga para decirle: «Tu hija se ha muerto. ¿Para qué molestar más al maestro?». Jesús alcanzó a oír lo que hablaban y le dijo al jefe de la sinagoga: «No temas; basta que tengas fe».
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No permitió que lo acompañara nadie, más que Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago. Llegan a casa del jefe de la sinagoga y encuentra el alboroto de los que lloraban y se lamentaban a gritos y después de entrar les dijo: «¿Qué estrépito y qué lloros son estos? La niña no está muerta; está dormida». Se reían de él. Pero él los echó fuera a todos y, con el padre y la madre de la niña y sus acompañantes, entró donde estaba la niña, la cogió de la mano y le dijo: Talitha qumi (que significa: «Contigo hablo, niña, levántate»). La niña se levantó inmediatamente y echó a andar; tenía doce años. Y quedaron fuera de sí llenos de estupor. Les insistió en que nadie se enterase; y les dijo que dieran de comer a la niña.
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LECTURA ¿Qué dice el Texto?
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Más allá de todas nuestras trampas e incoherencias, seguimos soñando con el proyecto de Dios, tantas veces truncado y censurado: hemos sido creados para la vida y para el amor, para ser felices, dichosos, bienaventurados. La Palabra de Dios de este domingo comienza haciendo una proclama a favor de la vida, diciendo que el Creador ama a su criatura, que no quiere que perezca ni se malogre en ningún sentido…
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La hemorroísa quedará curada por la fe y también será la fe de Jairo, el padre de la pequeña, la que obtendrá el milagro de su resurrección: "no temas, basta que tengas fe" dirá Jesús a Jairo cuando le comunican el fatal desenlace. La escena de hoy nos habla de fe: la de un jefe de la sinagoga, y la de la mujer que sufría hemorragias.
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Hay un pequeño grupo de personas muy significativas en la casa de Jairo, que pertenecían a la usanza y folklore judíos: los flautistas y las plañideras. Su labor constituía en crear un ambiente dramático al del por sí drama de la muerte. Al entrar Jesús, estas personas tienen que salir: son incompatibles quienes cantan a la vida y quienes plañen a la muerte.
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En nuestro mundo de cada día, hay muchas muertes de tantas formas, naturales y artificiales, manifiestas y aterciopeladas, y abundan también las plañideras y flautistas de turno que crean y fomentan el terror, la corrupción en todas sus variantes, la tristeza y el desencanto, pero también hay gente que generan alegría, esperanza, vida.
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Los testigos de la fe hemos de pedir incesantemente la ayuda del Señor para que desaloje la muerte y a sus músicos y plañideros, y trabajar para que nuestra presencia sea prolongación de la de Jesús, porque la sanación y vivificación de Jesús pasa por nuestras manos a través de las cuales Él bendice, amonesta, acoge y acaricia.
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¿Qué me dice el Señor en el Texto?
meditación ¿Qué me dice el Señor en el Texto?
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Jesús está siempre en medio de la muchedumbre… Muchedumbre que envuelve a Jesús, que «le estrecha». Y Él se queda ahí. Y, es más, cada vez que Jesús salía, había más que una muchedumbre… Él buscaba a la gente. Y la gente le buscaba a Él: la gente tenía los ojos fijos sobre Él y Él tenía los ojos fijos sobre la gente.
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«¿Quién me ha tocado?» Jesús estaba en medio de esa gente, que le estrechaba pero estaba seguro: «¡alguien me ha tocado!». Efectivamente, «en medio de esa muchedumbre Jesús se fijó en esa viejecita que le había tocado. Y la curó». Había «mucha gente», pero Él prestó atención precisamente a ella, «una señora, una viejecita».
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Es la atención, «la mirada de Jesús sobre el pequeño
Es la atención, «la mirada de Jesús sobre el pequeño. ¿Pero no tenía otras cosas de las que preocuparte, Señor? No, de esto». La narración evangélica continúa con el episodio de Jairo. También en esta situación Jesús se encuentra en medio de la muchedumbre, con mucha gente que lloraba, gritaba en el velatorio y a ellos Jesús dice: «estad tranquilos, la niña duerme». Y «resucita a la niña». Jesús en esa confusión se preocupa de decir “¡dadle de comer”!».
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La mirada de Jesús va al grande y al pequeño, nos mira a todos nosotros, a cada uno de nosotros. Mira nuestros grandes problemas, nuestras grandes alegrías; y mira también nuestras pequeñas cosas, porque está cerca. Así nos mira Jesús.
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¿Qué nos ocurrirá si tenemos la mirada fija en Jesús. »
¿Qué nos ocurrirá si tenemos la mirada fija en Jesús?». Nos ocurrirá lo que le ocurrió a la gente después de la resurrección de la niña: «ellos se quedaron con gran estupor». Ocurre efectivamente que «yo voy, miro a Jesús, camino delante, fijo la mirada en Jesús y ¿qué encuentro? Que Él tiene la mirada fija sobre mí. Y esto me hace sentir «gran estupor.
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El estupor del encuentro con Jesús».
Pero para experimentarlo, no hay que tener miedo, «como no tuvo miedo esa viejecita para ir a tocar el bajo del manto». ¡No tengamos miedo! El estupor del encuentro con Jesús». Corramos por este camino, con la mirada siempre fija sobre Jesús. Y tendremos esta bonita sorpresa: nos llenará de estupor. El mismo Jesús tiene la mirada fija sobre mí.
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¿Qué respondo al Señor que me habla en el Texto?
oración ¿Qué respondo al Señor que me habla en el Texto?
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Señor Jesús, una mujer enferma, una hemorroísa,
alguien que salió de la multitud, que no tenía nombre, creyó y esperó en ti, estaba convencida que con solo tocarte, ella quedaría curada, y así lo hizo y así sucedió con ella, pues al tocar tu manto, quedó inmediatamente curada.
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Tú te diste cuenta de lo que había sucedido
y preguntaste quién te había tocado, fue allí donde esa mujer dio a conocer lo que había sucedido en ella. Y Tú valoraste su actitud y su fe diciéndole: “… tu fe te ha salvado …”.
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Señor, al ver el ejemplo de esta mujer,
ayúdanos a conocerte cada vez más, a tener una fe vivencial, a creer en ti y a creerte a ti, para que nuestra vida, esté animada e impulsada por ti, esperando todo de ti, confiando siempre en ti. Auméntanos la fe y ayúdanos a creer siempre más en ti.
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¿Cómo reflejo en mi vida lo que me dice Dios en el Texto?
contemplación ¿Cómo reflejo en mi vida lo que me dice Dios en el Texto?
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Contempla a un hombre y una mujer postrados a los pies de Jesús
Contempla a un hombre y una mujer postrados a los pies de Jesús. Saben que puede solucionar su problema. Jairo anhela que su hija no muera. “Mi hija está enferma. Ven a imponerle las manos para que se salve y viva”. La mujer quiere verse curada de su enfermedad. “Si sólo tocara su vestido, quedaré sana”. Cuando Jesús descubre su fe, no se puede resistir. “La niña no ha muerto, está dormida... Levántate”. “Hija, tu fe te ha salvado. Vete en paz y que se cure tu mal”.
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Qué grande es el hombre cuando, consciente de su pequeñez y de su indigencia, sabe buscar lo que necesita en Aquel que es verdaderamente grande. El corazón del mismo Dios se conmueve al ver la actitud de sus hijos que acuden a Él como verdadero Padre. El que ama y se sabe amado, no tiene miedo de pedir y no se reserva nada cuando se trata de dar.
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Seamos conscientes de que Dios nos ama, aunque no lo merezcamos
Seamos conscientes de que Dios nos ama, aunque no lo merezcamos. Aún más, nos ama en nuestra debilidad, que nos acerca a Él. Sepamos ofrecerle nuestra fe y nuestra confianza total. No dudemos de su amor, que quiere darnos todo lo que realmente necesitamos, quiere curarnos de nuestra enfermedad, quiere darnos la verdadera vida.
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El evangelio de hoy nos presenta a dos enfermos que acuden al médico para pedir que los cure de su verdadera enfermedad. Si ellos fueron curados, ¿qué necesitas tú para lograr tu curación?
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Primero de todo saber qué te pasa, qué te duele, qué molestias sientes
Primero de todo saber qué te pasa, qué te duele, qué molestias sientes. Puedes padecer el cáncer de la inmoralidad o la pulmonía del enfado que te hace reñir con todo mundo. Una vez localizado el mal lo siguiente es acudir al doctor, a la Iglesia, al sacerdote, para que te sane la dolencia del alma.
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Jesús curó a estos dos enfermos pero Él decidió el momento
Jesús curó a estos dos enfermos pero Él decidió el momento. Sólo necesitó de su arrepentimiento sincero y de su sinceridad de corazón. ¿No te estará pidiendo Jesús lo mismo a ti? Si tomas la actitud de estos dos enfermos con seguridad serás curado. Jesús jamás se deja ganar en generosidad. Si le das uno Él te dará el doble, según tu necesidad.
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acción ¿A qué me comprometo?
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Dice el texto: «La mujer había sufrido mucho a manos de los médicos y se había gastado en eso toda su fortuna; pero, en vez de mejorar, se había puesto peor». Es una llamada a la acción, a buscar la “sanación” no en cosas pasajeras donde gastando el dinero, uno se siente aun peor. Acude a Jesús, busca su encuentro, como la hemorroísa, que sabe buscarlo.
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Toca el “manto” del sagrario, estando un rato en la presencia de Él.
Dice el texto «Con solo tocarle el manto curaré». No te quedes parado. Atrévete a tocar aunque solo sea “el manto”, seguro que en su cercanía todo cambia en tu vida. Toca el “manto” del sagrario, estando un rato en la presencia de Él.
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A Dios le pedimos muchas curaciones de problemas, de necesidades concretas, y está bien hacerlo. Pídele con insistencia una fe cada vez más fuerte que renueve tu vida, y una firme confianza en su amor, en su providencia que no te abandona.
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Acrecienta en tu propia vida el respeto y la humildad que tanto Jairo como la mujer que padecía flujos de sangre demuestran ante la presencia de Jesús.
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Sé consciente de qué enfermedades espirituales o físicas tienes y déjate sanar por Jesús.
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Establece un dialogo en tu grupo o comunidad de fe sobre de qué situaciones viene hoy Jesús a sanarnos y cómo podemos contribuir a que esto sea haga realidad.
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Haz una oración, desde el fondo de tu corazón, pidiéndole a Jesús que aumente tu fe y sane tus heridas.
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Mira tu vida a través de este texto y descubre lo que te dice el Señor.
FIN
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