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Publicada porIrene Rubio Blázquez Modificado hace 6 años
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3ª 74 Mandamientos 7 1er mandamiento 6. Pecados 4: Horóscopos, sacrilegio, simonía, idolatría.
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Vamos a terminar las explicaciones sobre el primer mandamiento de la ley de Dios, considerando algunos pecados contra el amor y confianza en Dios. Todavía dentro de las supersticiones están los horóscopos. Esto viene de la astrología, que es algo muy antiguo, cuando en la antigua Persia hace más de 30 siglos se empezó a diferenciar de la astronomía, que sigue siendo la ciencia que estudia la naturaleza de los astros: su situación, movimientos, etc.
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La astrología, en cambio, no es propiamente una ciencia, sino una ciencia-ficción de aquellos que piensan que los astros tienen una influencia en nuestras vidas; pero no sólo en sentido físico, como parece ser que la luna, el astro más cercano, tendría en las mareas, sino en nuestras motivaciones y en nuestra manera de ser. De tal manera que afirman el hecho de que por haber nacido bajo uno u otro signo del zodíaco ya estamos como predetermina-dos para ser de una u otra manera.
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En primer lugar vemos lo ridículo de esas creencias
En primer lugar vemos lo ridículo de esas creencias. Los astros no son ya los 4 mil que llegaban a ver en la antigüedad con la simple vista. Hoy con los aparatos más potentes se van descubriendo miles de millones a unas distancias «astronómicas», como suele decirse. Ya no deberían ser 12 los signos del Zodíaco. Se pueden añadir muchos más. Los astrólogos cada uno tiene su teoría diferente; basta consultar periódicos diferentes. Hay millones de personas que nacen el mismo día con caracteres totalmente diferentes. Etc.
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Lo peor de todo es que viene a ser otra religión
Lo peor de todo es que viene a ser otra religión. Porque intentan hacernos creer que no somos libres sino que estamos determinados en todo por nuestro signo zodiacal. Por lo tanto va contra la Providencia Divina, nuestra libertad, el amor de Dios, el progreso de la gracia, etc. Por lo tanto es una superstición pecaminosa, pudiendo llegar a una especie de idolatría. Es tan falso como el creer que la tierra es el centro del universo y todo gira alrededor de ella. Así creían los antiguos.
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Por no alargarnos demasiado, podríamos concluir como dice un autor: «Si uno recurre a las prácticas astrológicas o consulta los horóscopos, creyendo seriamente en ello, comete un pecado de superstición propiamente dicho (pu-diendo, incluso, llegar a la idolatría); si lo hace sólo por curiosidad y diversión, no hace otra cosa que recurrir a un pasatiempo fútil, que va poco a poco desgastando peligrosamente su fe verdadera. Si lo hace para granjearse la "protección" de los demonios, comete un pecado de idolatría diabólica».
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Todavía nos falta consultar algunos otros pecados importantes en este primer manda-miento. Uno es el sacrilegio. Se llama así a la profanación de algo sagrado, de algo dedicado al culto de Dios. Para el culto a Dios se dedican a veces personas, se dedican lugares especiales y objetos sagrados. Sería profanar personas, si alguien, por ejemplo, falta a la castidad con una persona queriéndolo hacer precisamente porque es persona consagrada. Sería un pecado añadido por lo que hay de sagrado.
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Sobre los lugares sagrados, sí suele haber conciencia de que no es lo mismo hacer algo muy malo en cualquier lugar que en uno consagrado a Dios, dedicado al culto. Jesucristo nos lo quiso enseñar cuando un día, lleno del celo por la gloria de Dios, echó del templo a quienes lo empleaban para hacer comercio. A veces las iglesias se emplean para dar conciertos (se procura que sean religiosos) o por una necesidad. En este caso ha servido a veces para vivir familias refugiadas.
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Profanación grave de un templo es sobre todo cuando se emplea para fines materiales por odio a la religión. En otras ocasiones pueden ser actos dudosos. Pero algunas veces se dan verdaderas profanaciones, por hacer lo que allí no se debiera hacer. – Muchas veces se han profanado objetos sagrados. Algunos son más sagrados que otros. En nuestra religión los más sagrados vienen a ser la patena y el cáliz, ya que están destinados a tener el Cuerpo y la Sangre de Jesucristo en el momento de la misa. También el copón, que queda en el sagrario con el Cuerpo de Cristo.
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Hay otros lugares especiales, unos significan más que otros.
De los más significativos está el altar, donde se hace presente el sacrificio de Cristo. Así que cada uno tiene su significado. Si san Francisco de Asís profería alabanzas a Dios «Omnipotente y Altísimo» al contemplar la tierra, el sol, el agua y otras creaturas de Dios, cuánto más nosotros le debemos alabar al estar en el templo sagrado y al contemplar tantos dones de Dios.
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Omnipotente, Altísimo, bondadoso Señor,
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tuya es la alabanza, la gloria y el honor.
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Tan sólo Tú eres digno de toda bendición,
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y nunca es digno el hombre
de hacer de ti mención.
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Loado seas, mi Señor,
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por toda criatura, por el hermano sol.
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Loado seas, mi Señor,
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por la hermana tierra, las flores de color.
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Y por la hermana luna de blanca luz menor,
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y las estrellas claras que tu poder creó,
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tan limpias, tan hermosas, tan vivas como son,
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Y brillan en los cielos. Loado mi Señor.
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Y por la hermana agua, preciosa en su candor,
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que es útil, casta, humilde, loado mi Señor.
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¡Agradeced sus dones, cantad su creación!
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Las criaturas todas load a mi Señor.
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En el Ant. Test. Hay un ejemplo claro de profanación de objetos sagrados. El rey Nabucodonosor había profanado el templo de Jerusalén, llevándose para Babilonia los vasos sagrados para usarlos en fiestas. Pasó tiempo y, cuando era rey su hijo Baltasar, quiso hacer una gran fiesta usando dichos vasos sagrados, no para alabar a Dios, sino todo lo contrario. Mandó llevar al convite los vasos de oro y de plata, que habían sido sagrados en Jerusalén; y no sólo para beber él, sino los nobles, sus mujeres y concubinas.
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Y cuando estaban en plena celebración pecaminosa, apareció una mano que escribió tres palabras en la pared. El rey palideció y mandó venir alguien que lo interpretase, hasta que le dijeron que había un hombre, de los judíos cautivos, que quizá lo podría hacer. Era el profeta Daniel. Despreció las riquezas prometidas, pero le interpretó las tres palabras: «Contado, pesado, dividido»: Dios había contado el tiempo de su reinado. Lo había pesado faltando mucho y pronto estaría dividido. Aquella noche entraron los enemigos y mataron al rey.
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Esto lo narra la Sda. Escritura para que se aprecien los objetos dedicados a Dios: no por lo que ellos puedan valer materialmente, sino por lo que significan y nos pueden ayudar para glorificar a Dios. Si Dios es «el santo», el separado de lo material, también en cierto sentido debe estar por encima de lo material lo que a Dios se le consagra. En nuestra religión la profanación más grave es respecto al Cuerpo y la Sangre de Jesucristo en la Eucaristía.
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De esto ha habido mucho desgraciadamente a través de la historia
De esto ha habido mucho desgraciadamente a través de la historia. Cuando la profanación de las Sagradas Especies se realiza de modo intencional y consciente, es un pecado muy grave. Ha habido personas que han hecho como misas satánicas habiendo llevado el Cuerpo y la Sangre real de Jesucristo en la Eucaristía. Se llaman satánicas, porque quien lo hace «cree», pero tiene un odio, como si fuese el mismo demonio. Y todo para reírse de los cristianos, reírse de Dios.
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Pero Dios tiene paciencia. No suele hacer ningún milagro para castigar
Pero Dios tiene paciencia. No suele hacer ningún milagro para castigar. Lo del banquete del rey Baltasar de Babilonia fue un caso muy especial para dar una lección. Como fue muy especial el arrojar Jesús del templo a los mercaderes para dar una gran lección. Dios respeta nuestra libertad y espera siempre el arrepentimiento del pecador. Sabemos que es un pecado grave y un día habrá que purificar dicho pecado.
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Hay otro pecado contra el primer mandamiento, que es la simonía.
Se trata de querer cambiar algo sagrado por lo material, normalmente por dinero: comprar cosas sagradas en cuanto que son sagradas. Este nombre viene de Simón el mago, quien viendo a san Pedro y otros apóstoles hacer milagros al predicar, estaba dispuesto a dar dinero para que le dieran a él también dicho poder. Sobre esto hay que saber distinguir algunas cosas.
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Hay cosas que parecen como simonía, pero no lo son en realidad
Hay cosas que parecen como simonía, pero no lo son en realidad. Por ejemplo, cuando se pide un estipendio, una cantidad de dinero normalmente pequeña, al celebrar un sacramento. No es que el sacramento valga dinero. Por ejemplo, si en la parroquia hay un feligrés pobre, se le debe administrar igualmente el sacramento sin pedirle nada. En muchos sitios no se pide nada, ya que al sacerdote se le da lo de su sustento de otra manera; pero antiguamente no tenía otra manera de vivir.
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Por eso, no se dice que el sacramento «cuesta tanto», sino que con motivo del sacramento se contribuye a la digna vida del sacerdote. Se paga por el trabajo del sacerdote, si tiene que venir de lejos, tiempo, etc. En realidad un párroco tiene que hacer otras muchas cosas sin cobrar: todo lo de la catequesis, reuniones de grupos, preocuparse de obras del templo y conservación y cuentas, etc… Pero en realidad a veces se hacen pequeñas simonías, como sería, al vender un rosario, pedir una cantidad mayor porque está bendecido por el papa.
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Es decir, un objeto sagrado de oro, si hay que venderlo, se cobraría lo que cuesta el oro, sin pedor nada más por el hecho de que sea sagrado. En muchas épocas de la Iglesia ha habido grandes pecados de simonía no por comprar objetos sagrados, sino por comprar dignidades sagradas. Resulta que en el sentido materialista estaba muy estimado el ser párroco de una parroquia distinguida o ser abad de un monasterio. Y la persona interesada daba mucho dinero al obispo o al rey que lo podía conceder.
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Todo esto hoy nos parece tremendamente extraño, como si un sacerdote fuese a ver al papa y le ofreciera una gran cantidad de dinero para que le nombrase obispo. Pues esto «tan extraño» fue frecuente desgraciadamente en algunos tiempos y lugares. Y algo terrible: hasta dar u ofrecer mucho dinero a ciertos cardenales para que le eligiesen papa. Tremendos pecados, para los cuales tiene que tener Dios mucha paciencia y misericordia.
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En ciertos tiempos ha habido ventas y «negocios» en cuestiones de reliquias de santos. Hubo tiempos en que Lutero se separó de la Iglesia católica por lo que él creía que era un negocio la concesión de indulgencias por parte del papa. Cuando los sacramentos lo desarrollé algo. En realidad no era ventas. El papa pedía limosnas para construir la basílica del Vaticano. Y daba un incentivo, que se puede ganar aun sin dar dinero, sino con oración y sobre todo con mucho amor a Dios.
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Una verdadera profanación de cosas sagradas, con pecado grave, es cuando uno de manera consciente y sin pedir perdón a Dios, recibe la comunión sin la gracia de Dios. Esto vale para otros sacramentos, como, por ejemplo, el matrimonio. Y desgraciadamente se profana muchas veces el Cuerpo y la Sangre de Cristo al recibirle indignamente. Porque «cada vez que bebemos de este vino y comemos de este pan, anunciamos la muerte de Cristo» que tanto le costó para nuestro bien.
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Cada vez que bebemos de este vino, cada vez que comemos de este pan,
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anunciamos la muerte de Cristo,
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proclamamos que un día vendrá.
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La noche en que lo iban a entregar
tomó el Señor Jesús pan entre sus manos,
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y, después de dar gracias, lo partió y se lo dio
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y les dijo: Tomad y comed todos,
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porque esto es mi cuerpo que se da en vosotros.
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Cada vez que bebemos de este vino, cada vez que comemos de este pan,
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anunciamos la muerte de Cristo,
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proclamamos que un día vendrá.
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Sobre este primer mandamiento de amar a Dios sobre todas las cosas, falta tratar otra cuestión. Resulta que cuando Dios anunció el mandamiento dijo además: «No te harás escultura alguna…». Esto lo dijo para que no cayeran los israelitas en el gran pecado que tenían pueblos cercanos: la idolatría. No teniendo imágenes les era más difícil tener ídolos. Hay personas de otra religión que nos dicen a los católicos que tenemos muchas imágenes, algo que Dios prohibió. Veamos.
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Dios les dijo que no hicieran imágenes para adorarlas
Dios les dijo que no hicieran imágenes para adorarlas. Es decir, que ninguna imagen puede suplantar a Dios. Por eso dicen los salmos que no tienen ojos para ver, etc. El hecho es que Dios les manda construir algunas imágenes. Por ejemplo: la serpiente de bronce. Hasta que un rey la mandó destruir porque algunos empezaban a adorarla. También: el arca de la alianza, donde debían poner unos querubines. En el templo les mandó poner figuras de árboles y otras para embellecer el templo.
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En nuestras iglesias tenemos diversas imágenes.
Y las catedrales las tienen, no sólo dentro, sino en la fachada y hasta en lo más alto de la torre. Algunas se ponen simplemente para embellecer, como normalmente sirven en un museo. Pero las imágenes tienen otras funciones. Se colocan sobre todo para recordar la vida de esa persona santa y pueda ser por lo tanto un ejemplo a seguir en la vida. También ayudan a muchos para rezar con mayor atención y fijeza.
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El hecho es que vivimos rodeados o metidos entre imágenes
El hecho es que vivimos rodeados o metidos entre imágenes. La televisión es un conjunto de imágenes, las noticias de un periódico serían muy aburridas si no fueran acompañadas por alguna imagen. Aquellos de otra religión que nos achacan el que los católicos tengamos alguna imagen, sobre todo de la Virgen, hasta en la cartera, ellos llevan en su cartera fotos (imáge-nes) de su esposa o los hijos, etc. Y para su propaganda ponen la foto de algún predicador.
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Pero las imágenes en la Iglesia católica no se hacen sólo para verlas, como si fuese en un museo, sino que muchas se construyen también para darles culto. Pero no un culto de adoración, sino de veneración por lo que representan. Porque nos ayudan para la vida cristiana. Es decir, muchos santos han rezado profundamente delante de una imagen (por ejemplo, un crucifijo), porque en definitiva, aunque miren a la imagen, en realidad desde el corazón miran a quien representa.
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Cuentan de un franciscano que tenía un buen amigo protestante.
Un día fue éste a verle y encontró al religioso rezando ante un crucifijo con los ojos llorosos. Cuando después conversaron, le dijo el protestante: «Bonita escultura la del crucifijo». Y el franciscano replicó: «Mucho más hermoso es el original» - ¿Y porqué no recurre usted al original? – «La imagen ayuda a mi fantasía. Usted, cuando reza supongo que se imaginará a Jesús en el aire… Pues el artista con su hermosa imagen ha ayudado a mi débil fantasía».
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Es normal que las imágenes les ayuden a unos más que a otros
Es normal que las imágenes les ayuden a unos más que a otros. También es cierto que hay muchos excesos: Hay personas que entran a la Iglesia y, sin preocuparse de saludar al Santísimo, van donde una imagen y la tocan quizá como expresando cierta magia. Hay mayores excesos: algunos llevan sus «santitos» (pequeñas imágenes) para que oigan la misa, porque, si no, les pueden castigar. Esto entra ya en el capítulo de supersticiones.
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Lo importante, respecto a las imágenes, es que nos ayuden o nos estimulen a orar. Porque debemos dejar bien asentado que este primer mandamiento, si nos manda amar a Dios, nos manda orar. Pues el amor a una persona se expresa y se aumenta con la conversación. Por lo tanto debemos crecer en nuestra conversación amorosa con Dios Padre, con Jesucristo y con el Espíritu Santo. Luego también con la Virgen María, con los santos y con los ángeles y almas que están en el cielo.
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Y el orar, recordamos, lo debemos hacer como personas particulares y como miembros de un grupo pequeño o grande. Para todo ello nos pueden ayudar algunas imágenes, sobre todo si están bien realizadas. Y, al mirar las imágenes, nos estimulan a vivir la vida espiritual, como aquellos a quienes representan. Es la doctrina clara de la Iglesia Católica expresada en varios concilios antiguos y el conc. Vat. II.
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Y el orar no es sólo para pedir, sino como de una manera más primaria es el alabar al Señor.
Por eso, terminando estas explicaciones sobre el primer mandamiento de la ley de Dios, alabamos al Señor. Pero a Dios se le puede alabar de muchas maneras: también cuando alabamos a la Virgen María, la madre de Jesús, que es Dios hecho hombre. ¿Quién no quiere que se alabe a su madre y que pongamos nuestra confianza también en ella? Hoy vamos a terminar con una alabanza y una súplica a María de hace unos 500 años.
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Quién podrá tanto alabarte
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según es tu merecer;
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quién sabrá también loarte
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que no le falte saber;
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pues que para nos valer tanto vales,
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da remedio a nuestros males.
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da remedio a nuestros males.
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da remedio a nuestros males.
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¡Oh Madre de Dios y hombre!
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Oh concierto de concordia
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Tú que tienes por renombre
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Madre de misericordia;
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pues para quitar discordia tanto vales,
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da remedio a nuestros males.
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da remedio a nuestros males.
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da remedio a nuestros males.
AMÉN
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