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Publicada porAmparo Roldán Chávez Modificado hace 6 años
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Ensancha, Señor, mi mirada para que vaya más allá de lo que está acostumbrada; que la ponga en el horizonte donde tú me llamas y al que me pides que me encamine sin perder la esperanza. Abre mis puertas cerradas para que entre tu palabra y aprenda a acogerla con profundidad y confianza. Ilumina mis zonas oscuras, repara mis fuerzas gastadas, da claridad a mis dudas, pon tu amor en mis entrañas. Da continuidad a mis compromisos y aliento a mi vida cansada, concédeme un poco de silencio cuando los ruidos me asaltan. Siembra buenas semillas que den fruto en abundancia, ayúdame a descubrir los signos en los que tú me hablas y quieres transmitir el mensaje que nunca pasa, que siempre es actual y me invita a una vida entregada. Enséñame a vivir una fidelidad encarnada, teniendo la certeza de que tú siempre me acompañas Perdón, Señor… por no estar a la altura de lo que tú me pides. por no ser consciente de mis contradicciones y de mis límites. por reducir la esperanza a pobres expectativas que muchas veces me deprimen. por mi falta de confianza en las situaciones complicadas y difíciles. ******************************************** Ayúdanos a descubrir los brotes de vida nueva… que van surgiendo en la Iglesia, como fermento del evangelio que se encarna a tu manera. que van apareciendo en el mundo a través de quienes luchan para que la paz, la justicia y la solidaridad no se detengan. que hacen surgir los misioneros con su dedicación, su esfuerzo y su entrega. que nacen entre los jóvenes con sus ilusiones por crear un futuro que merezca la pena. que hacen germinar los que defienden el cuidado de la tierra, como casa común en la que todos disfrutemos de ella. que van construyendo las familias como escuela de amor donde todos se respetan. que van generando quienes buscan y se arriesgan, quienes no se dan por vencidos cuando la realidad les golpea, quienes no pierden la esperanza porque tú siempre nos acompañas desde cerca. Viviré cada día, Señor, como si fuera el primero o el último de mi existencia, dándote gracias por lo mucho que me das, y soportando las contrariedades de cada día que, como una cruz particular, pones sobre mis hombros. Sentiré cada día, Señor, tu fuerza que me empuja y me levanta, tu poder que es más grande que mi debilidad, tu presencia que me garantiza un futuro maravilloso... Daré gracias a tu nombre, Señor, porque tu Palabra me habla de un final feliz, de una cosecha abundante y rica, de una eterna primavera... como el vigilante que guarda el tesoro de la humanidad, como el centinela que, escrutando el horizonte, grita con júbilo: «¡Un cielo nuevo y una tierra nueva!». Una tierra donde todo es eterno, un cielo donde los hombres viven como hermanos. sabiendo que me tienes reservado un mundo insospechado, un mundo que no es del más allá, sino que se edifica en el día a día de la tierra. Un mundo que tiene el bien por cimientos, que se construye en familia, en amistad, con los que amamos. [I.L.] 33º Dom. T. O. Ciclo B Palabra que nunca pasa Siento. Salomé Arricibita ENSANCHAR LA MIRADA. Muchas veces nos quedamos centrados en lo inmediato y no sabemos mirar más allá Se nos empequeñecen los sueños y se nos reseca la vida diaria. Las dificultades y problemas nos encierran en círculo estrecho que no nos deja ver otras cosas. Jesús hoy nos invita a mirar con una perspectiva amplia, ensanchar nuestro horizonte para descubrir el fin último de todo lo que ocurre. Darnos cuenta de lo que permanece, tiene solidez y no pasa. Lo que da sentido, lo que fundamenta nuestra esperanza. Dios nos llama a un futuro de inmortalidad, de felicidad plena. El dolor no tiene la última palabra. Estamos en buenas manos que nos acogen y nos rescatan. Es bueno pensar más en el cielo como horizonte para vivir esperanzados y comprometidos en la tierra. Es necesario que muchas cosas acaben para dar paso a algo mejor. Y comprometernos para que así sea. ¿Qué es lo que tiene que “pasar” y qué es lo que tiene que “permanecer” para que surja algo nuevo: en la vida personal, familiar, laborar, eclesial, social…? ¿A qué me compromete? ¿Necesito “ensanchar” mi mirada para que no sea raquítica y plana? ¿Recuerdo alguna experiencia con “sabor a vida eterna” que me da esperanza y me ayuda a afrontar cualquier situación y tarea? DESCUBRIR BROTES DE ESPERANZA. El mundo nuevo no viene “caído del cielo” , de manera deslumbrante y apoteósica, sino que se va gestando desde abajo y desde dentro, con pequeños signos que lo van mostrando. Con el ejemplo de la higuera, Jesús nos recuerda que ya hay brotes en los que está comenzando: personas que luchan por la paz, por la justicia, por la unión entre los pueblos, por cuidar la naturaleza…, misioneros que no dejan de evangelizar en las fronteras, matrimonios que con su fidelidad dan ejemplo de amor fiel y duradero, personas e instituciones que acogen a refugiados…Todos podemos ser pequeños brotes de esperanza allí donde estamos, para que desaparezca lo negativo y viejo y surja algo nuevo: acompañar soledades, enjugar lágrimas, favorecer reconciliaciones, acompañar enfermos, levantar ánimos, ofrecer servicios gratuitos… No es tiempo de despistes sino de fidelidad, no es tiempo de evasiones sin de compromisos y solidaridad. ¿Qué brotes de esperanza descubro a mi alrededor y en el mundo? ¿Cómo puedo colaborar para que se desarrollen? LUCHAR CONTRA LA POBREZA. Este domingo celebramos la Jornada Mundial contra la Pobreza. El Papa nos invita a fijar la miradas en las múltiples pobrezas que nos rodean (lejos y cerca). Que no miremos para otro lado, que veamos rostros, historias personales, hermanos que sufren y que necesitan ayuda concreta. También exigir el cambio de actitudes y estructuras que generan las pobrezas.
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Lectura de la profecía de Daniel (12,1-3): Por aquel tiempo
se levantará Miguel, el arcángel que se ocupa de tu pueblo: serán tiempos difíciles, como no los ha habido desde que hubo naciones hasta ahora. Entonces se salvará tu pueblo: todos los inscritos en el libro. Muchos de los que duermen en el polvo despertarán: unos para vida eterna, otros para ignominia perpetua. Los sabios brillarán como el fulgor del firmamento, y los que enseñaron a muchos la justicia, como las estrellas, por toda la eternidad. Salmo 15, R/. Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti El Señor es el lote de mi heredad y mi copa; mi suerte está en tu mano. Tengo siempre presente al Señor, con él a mi derecha no vacilaré. R/. Por eso se me alegra el corazón, se gozan mis entrañas, y mi carne descansa serena. Porque no me entregarás a la muerte, ni dejarás a tu fiel conocer la corrupción. R/. Me enseñarás el sendero de la vida, me saciarás de gozo en tu presencia, de alegría perpetua a tu derecha. R/.
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Lectura del santo evangelio según san Marcos (13,24-32): En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «En aquellos días, después de esa gran angustia, el sol se hará tinieblas, la luna no dará su resplandor, las estrellas caerán del cielo, los astros se tambalearán. Entonces verán venir al Hijo del hombre sobre las nubes con gran poder y majestad; enviará a los ángeles para reunir a sus elegidos de los cuatro vientos, de horizonte a horizonte. Aprended de esta parábola de la higuera: Cuando las ramas se ponen tiernas y brotan las yemas, deducís que el verano está cerca; pues cuando veáis vosotros suceder esto, sabed que él está cerca, a la puerta. Os aseguro que no pasará esta generación antes que todo se cumpla. El cielo y la tierra pasarán, mis palabras no pasarán, aunque el día y la hora nadie lo sabe, ni los ángeles del cielo ni el Hijo, sólo el Padre.» Lectura de la carta a los Hebreos (10, ): Cualquier otro sacerdote ejerce su ministerio, diariamente ofreciendo muchas veces los mismos sacrificios, porque de ningún modo pueden borrar los pecados. Pero Cristo ofreció por los pecados, para siempre jamás, un solo sacrificio; está sentado a la derecha de Dios y espera el tiempo que falta hasta que sus enemigos sean puestos como estrado de sus pies. Con una sola ofrenda ha perfeccionado para siempre a los que van siendo consagrados. Donde hay perdón, no hay ofrenda por los pecados.
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