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Lección 1 para el 6 de enero de 2018

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Presentación del tema: "Lección 1 para el 6 de enero de 2018"— Transcripción de la presentación:

1 Lección 1 para el 6 de enero de 2018

2 Ser mayordomos de los bienes materiales implica centrar nuestra atención en las cosas de arriba, no en las de la Tierra. “No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él. Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo. Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre” (1 Juan 2:15-17)

3 “Así, pues, cualquiera de vosotros que no renuncia a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo” (Lucas 14:33) Caemos en el materialismo cuando el deseo de riquezas y de posesiones se vuelve más importante que nuestra relación con Dios. En Lucas 14:26-33, Jesús nos invita a reflexionar sobre las prioridades de nuestra vida. Si los afanes de este mundo ocupan toda nuestra atención, al final nos daremos cuenta de que no hemos construido correctamente la “torre” de nuestra vida. Si tu prioridad es el dinero o la satisfacción personal, recuerda que “el que ama el dinero, no se saciará de dinero” (Eclesiastés 5:10).

4 “Y les dijo: Mirad, y guardaos de toda avaricia; porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee” (Lucas 12:15) Dios nos da bendiciones materiales, fuerzas para conseguirlas y capacidad para utilizarlas correctamente. No obstante, el deseo de poseer cosas puede llegar a ser tan importante para nosotros, que nos olvidemos de lo realmente importante: nuestra vida eterna (Lucas 12:15-21). Al entregarnos las bendiciones materiales que somos capaces de administrar, Dios nos aconseja: “no te vuelvas orgulloso ni olvides al SEÑOR tu Dios” (Deuteronomio 8:14 NVI).

5 Es por ello que Jesús nos invita a mantener puros nuestros ojos.
“La lámpara del cuerpo es el ojo; así que, si tu ojo es bueno, todo tu cuerpo estará lleno de luz” (Mateo 6:22) La publicidad pone ante nuestros ojos imágenes, generalmente irreales, que nos incitan a adquirir cosas a menudo innecesarias. Lo que ven nuestros ojos genera la codicia de obtenerlos. “Tú te lo mereces”, “date un capricho”, “si compro esto, puedo tener un chico/chica de ensueño”. Todo es pura fantasía. Pero, si abrimos la puerta a la codicia, se convierte en una falsa religión. No satisface al alma, sino a nuestra “naturaleza pecaminosa” (Gálatas 5:16). Es por ello que Jesús nos invita a mantener puros nuestros ojos.

6 “Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo” (Filipenses 2:3) ¿Qué tienen en común Lucifer (Ezequiel 28:17; Isaías 14:14), Nabucodonosor (Daniel 4:30) o los fariseos (Lucas 18:11- 12)? Eran narcisistas. Es decir, tenían un concepto exagerado de su propia persona. Si crees que el mundo debe girar alrededor tuyo, que eres imprescindible, que todos deberían reconocer que eres superior…, tienes un problema grave: no eres cristiano (Romanos 12:3). Generalmente, este problema está unido al amor al dinero (1 Timoteo 6:10). Sin Jesús, los ricos (o los que desean serlo) se vuelven fácilmente orgullosos, jactanciosos y egoístas (Marcos 10:25).

7 ¿Cuál es nuestra identidad?
“Ninguno puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas” (Mateo 6:24) ¿Cuál es nuestra identidad?

8 La mayordomía y el materialismo abarcan todos los aspectos de nuestra vida. Nuestra identidad depende de nuestra elección. Podemos ser mayordomos de los bienes que Dios nos da, o esclavos de ellos. Dios dio bendiciones materiales para el disfrute y el desarrollo del carácter. Cuando las usamos para honrar a Dios y ayudar a quienes él creó, somos bendecidos. Cuando nos volvemos materialistas, perdemos esa bendición. Al apreciar las realidades materiales de nuestro mundo, debemos adorar a nuestro Padre celestial que nos proveyó de todas ellas.

9 “La conversión es una obra que la mayoría no aprecia
“La conversión es una obra que la mayoría no aprecia. No es cosa de poca monta transformar una mente terrenal que ama al pecado, e inducirla a comprender el indescriptible amor de Cristo, los encantos de su gracia y la excelencia de Dios, de tal manera que el alma se impregne del amor divino y sea cautivada por los misterios celestiales. Cuando una persona comprende estas cosas, su vida anterior le parece desagradable y odiosa. Aborrece el pecado y, quebrantando su corazón delante de Dios, abraza a Cristo, vida y gozo del alma. Renuncia a sus placeres anteriores. Tiene una mente nueva, nuevos afectos, nuevo interés, nueva voluntad; sus tristezas, sus deseos y su amor son todos nuevos. Se aparta ahora de los deseos de la carne, de los deseos de los ojos y de la vanagloria de la vida, que hasta entonces prefirió a Cristo, y éste es el encanto de su vida, la corona de su regocijo. Considera ahora, en toda su riqueza y gloria, el cielo que no le atraía antes, y lo contempla como su patria futura, donde verá, amará y alabará a Aquel que lo redimió con su sangre preciosa” Elena G. de White, Ser semejante a Jesús, 8 de diciembre

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