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SEGUIR A JESÚS COMO DISCÍPULO Coment. Evangelio Domingo XXIII. T. O
Ciclo C. 4 Setiembre Jesús Sanz Montes. Arzobispo Oviedo Música: Un muchacho Montaje: Eloísa Díaz-Jara Avance Manual
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TEXTO BÍBLICO Lc En aquel tiempo, mucha gente acompañaba a Jesús; él se volvió y les dijo: «Si alguno se viene conmigo y no pospone a su padre y a su madre, y a su mujer y a sus hijos, y a sus hermanos y a sus hermanas, e incluso a sí mismo, no puede ser discípulo mío. Quien no lleve su cruz detrás de mí no puede ser discípulo mío. Así, ¿quién de vosotros, si quiere construir una torre, no se sienta primero a calcular los gastos, a ver si tiene para terminarla? No sea que, sí echa los cimientos y no puede acabarla, se pongan a burlarse de él los que miran, diciendo: "Este hombre empezó a construir y no ha sido capaz de acabar."
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¿O qué rey, si va a dar la batalla a otro rey, no se sienta primero a deliberar si con diez mil hombres podrá salir al paso del que le ataca con veinte mil? Y si no, cuando el otro está todavía lejos, envía legados para pedir condiciones de paz. Lo mismo vosotros: el que no renuncia a todos sus bienes no puede ser discípulo mío.»
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Dice el evangelio que “mucha gente acompañaba a Jesús”.
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El paso del Señor, con sus milagros admirables, con su enseñanza sorprendente, con su persona fascinadora, iba arrancando “seguidores”, con toda la carga de entusiasmo y también de ambigüedad.
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Él criticó el espejismo de una euforia masiva, porque la comprensión de su Mensaje y la adhesión a su Vida no se mide por éxitos estadísticos,
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sino por la fidelidad del corazón que es completamente transformado.
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Sí, había mucha gente que iba tras Jesús, pero no todos por la misma razón.
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Así, toda una gama de pretensiones ante Jesús:
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los curiosos de toda movida novedosa, los celantes de toda tradicionalista ortodoxia, los proscritos de todos los foros, los pudientes y satisfechos, los parias y empobrecidos...
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Él se vuelve y pregunta: y tú, ¿por qué me sigues?
El seguimiento cristiano y eclesial de Jesús tiene unos claros identificadores:
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Seguir a Jesús posponiendo los afectos, incluso los más sagrados: padres, esposos, hijos, uno mismo.
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“Post-poner” significa precisamente “poner-después”.
No reprimir, ni sofocar, ni ignorar, sino situarlos después de Jesús, vivirlos en Él y desde Él.
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Todo lo amable de la vida, hemos de colocarlo en el Amor que el Señor es y que nos ha revelado.
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Seguir a Jesús renunciando a todos los bienes, porque nadie puede servir a dos señores con un corazón partido y dividido; allí donde está el tesoro de una persona, allí es donde ella pone su corazón.
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Ante Jesucristo, absolutamente todo lo demás será siempre menos importante.
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Incluso en este nivel meramente humano y administrativo de nuestros asuntos, la primacía de Dios nos humaniza,
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evita el que fácilmente seamos víctimas, cómplices o gestores de tanta corrupción campeante.
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Y por último, seguir a Jesús por su mismo camino, incluso ir con Él siguiéndole hasta la cruz.
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Ser cireneos no es seguir a un ausente o a un inexistente, arrastrando masoquistamente todos nuestros dolores y pesares o los de los demás.
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Ser cireneos es caminar con Alguien que es al mismo tiempo camino y caminante. Con todas las consecuencias, hasta el final.
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Quien se aventura a seguir a Jesús, aceptando su compañía de Maestro y Señor, comprobará que la vida no se le torna sombría y plomiza después de tanta “post-posición”,
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sino que tendrá una alegría que nadie le podrá quitar.
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porque Jesús no es rival más que de todo lo que pervierte, idolatra y deshumaniza el corazón.
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Seguir a Jesús perdiéndolo todo, es la apasionante y paradójica forma de encontrarlo todo,
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porque Jesús no es rival más que de todo lo que pervierte, idolatra y deshumaniza el corazón.
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Seguimos a un Dios vivo que ama la vida y nos enseña a vivirla.
FIN
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