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Publicada porMaría del Rosario Campos Ortíz Modificado hace 6 años
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El fin de la Esperanza Coment. Evangelio Domingo XXXIII T.O Ciclo B. 15Noviembre Jesús Sanz Montes. Arzobispo Oviedo Música: Revelation Montaje: Eloísa DJ Avance Manual
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La venida del Hijo del hombre
TEXTO BÍBLICO Mc La venida del Hijo del hombre En aquellos días, después de esa gran angustia, el sol se oscurecerá, la luna no dará su resplandor, las estrellas caerán del cielo, los astros se tambalearán. Entonces verán venir al Hijo del hombre sobre las nubes con gran poder y gloria; enviará a los ángeles y reunirá a sus elegidos de los cuatro vientos, desde el extremo de la tierra hasta el extremo del cielo. Aprended de esta parábola de la higuera:
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En verdad os digo que no pasará esta generación sin que todo suceda.
Cuando las ramas se ponen tiernas y brotan las yemas, deducís que el verano está cerca; pues cuando veáis vosotros que esto sucede, sabed que él está cerca, a la puerta. En verdad os digo que no pasará esta generación sin que todo suceda. El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán. En cuanto al día y la hora, nadie lo conoce, ni los ángeles del cielo ni el Hijo, solo el Padre.
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Leyendo el Evangelio de este domingo, podría parecer que Jesús mismo adoptó alguna vez un estilo provocativo
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para suscitar en sus oyentes algo más que una atención pasiva y curiosa de sus palabras:
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¿de qué os sirve que me escuchéis si luego no hay un cambio real en vuestras vidas?;
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¿a qué vale que memoricéis mis hechos y mis dichos, si luego vuestra existencia de cada día es tan poco reflejo de lo que escucháis y contempláis?
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Y entonces parecería útil intentarlo por vía del susto tremendista o por el camino de la amenaza implacable.
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No obstante, nada de esto hay en las palabras del Señor, ni tampoco esto es lo que pretende la liturgia de este domingo.
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No es la amenaza, ni el miedo, ni el acorralamiento, lo que se puede leer en este Evangelio.
¿Qué es, pues?
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“En aquellos días... en aquel tiempo”.
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Así comienzan la primera y la tercera lectura de la Misa de este domingo, refiriéndose a algo que está por suceder.
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“Después de la gran tribulación, el sol se hará tinieblas, la luna no dará resplandor, las estrellas caerán del cielo, los ejércitos celestes temblarán...”.
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Esta descripción apocalíptica del Evangelio de Marcos, tremenda en sí misma, sería más terrible aún si todo concluyese aquí.
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Entonces sí que podrían asustarnos y amedrentarnos los agoreros de calamidades.
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Pero la palabra última no la tiene el cataclismo, la barbarie,
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toda suerte (mala en este caso) de injusticias y desmanes que nos presenta la crónica diaria de cada tramo de la historia,
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porque después de que todo esto suceda todavía quedará una palabra que escuchar.
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El Evangelio de este domingo es un mensaje de esperanza, de invitación a preparar ya ese final esperanzado.
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Porque tras todas las tinieblas y tribulaciones, después de todos los horrores y los errores de nuestra andadura humana,
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vendrá el Hijo del hombre para decirnos su palabra eterna, la que hizo todo y la única que no pasará,
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para devolvernos con fuerza y con ternura la verdad de nuestra vida.
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No se trata de temer ese día último como quien teme un final sin piedad,
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sino de vivir ese final atreviéndonos a ir escuchando ya cada día esa palabra postrera que escucharemos de los labios de Jesucristo.
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¿No tiene nuestro mundo necesidad de testigos que escuchen esa palabra, que la testimonien en cada situación y circunstancia?
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Somos llamados los cristianos a anticipar esa hora última,
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cuando en nosotros se puede escuchar otra palabra capaz de recrear todas las cosas,
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de hacerlas nuevas otra vez, y no fugazmente sino para siempre ya, cada día.
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Este es el tiempo cristiano, es el tiempo de Dios.
FIN
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