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Publicada porEugenia Magdalena Peralta Olivera Modificado hace 6 años
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“Vayan también ustedes a mi viña y les pagaré lo debido”
DOMINGO XXV T. Ordinario – Ciclo A “Vayan también ustedes a mi viña y les pagaré lo debido” BARTHIMEUS, Instituto para el Progreso Humano.
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ORACIÓN COLECTA DE LA MISA DEL DOMINGO XXV T.O. – A
“Dios, que has puesto la plenitud de la ley en el amor a ti y al prójimo, concédenos cumplir tus mandamientos para llegar así a la vida eterna”.
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“Cerca está al Señor de los que lo invocan”
Salmo (144)
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Mateo 20, 1-16 “En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola : El reino de los cielos se parece a un propietario que al amanecer salió a contratar trabajadores para su viña.
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Nos quiere laborando por el bien nuestro, de la humanidad y del mundo.
El reino de los cielos como una viña. Jesús pudo usar otra propiedad, al fin, Dios es el dueño y Señor del universo. ¿Viña? La viña necesita un cuidado muy atento. En la viña el fruto es muy especial, porque produce –al decir de la Biblia- algo sabroso que alegra el corazón. Podemos pensar que el Señor nos da la vida para una tarea laboriosa, una vida capaz de dar un fruto de gozo. Nos quiere laborando por el bien nuestro, de la humanidad y del mundo.
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Después de contratar a los trabajadores por un denario al día, los mandó a su viña. Salió otra vez a media mañana, vio a otros que estaban en la plaza sin trabajo, y les dijo : Vayan también a ustedes a mi viña, y les pagaré lo debido. Ellos fueron. Salió de nuevo hacia mediodía y a media tarde e hizo lo mismo
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Salió al caer la tarde y encontró a otros sin trabajo, y les dijo : ¿Por qué están aquí el día entero sin trabajar? Le respondieron : Nadie nos ha contratado. Él les dijo : Vayan también ustedes a mi viña.
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Dios no es un señor poderoso y arbitrario.
Te pido que leyendo este Evangelio, no lo traslademos a situaciones mundanas, donde sabemos que se le suele malinterpretar como que es lícito que quien tiene poder puede ser arbitrario y conformarse con apoyarse en aparentes legalidades. Dios no es un señor poderoso y arbitrario.
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El denario era el salario normal para la jornada de trabajo.
Ofrecerlo y aceptarlo era justo. Dios, el dueño de la viña, sigue buscando a lo largo del día, a lo largo del tiempo , trabajadores para su viña. Dios nos invita a todos a su viña. Todos podemos ser “contratados” : los que en un principio parecieron mejores trabajadores y los que -hasta el final- no fueron tomados en cuenta por nadie. El Señor no menosprecia a nadie. Sólo se fija en nuestra necesidad y voluntad de darle sentido a nuestra vida, de servir, de ser útiles. Ve nuestra buena disposición. Fijémonos en que esos últimos trabajadores no se habían marchado a casa, seguían queriendo ser contratados.
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Cuando oscureció, el dueño de la viña dijo al capataz : Llama a los trabajadores y págales el jornal, empezando por los últimos, y acabando por los primeros. Vinieron los del atardecer y recibieron un denario cada uno. Cuando llegaron los primeros , pensaban que recibirían más, pero ellos también recibieron un denario cada uno.
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Ante Dios no se pide privilegios.
Todos reciben lo mismo. Ante Dios no se pide privilegios. Dios nos llama por pura gracia suya. La recompensa también es gracia suya. El salario es la Salvación, dada por Dios a toda persona bien dispuesta. La Salvación no puede ser exigida, no podríamos comprarla con nada. Pero trabajamos por la Salvación, la buscamos, la queremos. La Salvación no es impuesta a quien no quiere recibirla, a quien no trabaja por ella. Los últimos jornaleros aceptaron el trabajo en la viña, y tal vez esperaban recibir una mínima parte del salario.
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Entonces se pusieron a protestar contra el amo : Estos últimos han trabajado solo una hora y los has tratado igual que a nosotros, que hemos aguantado el peso del día y el bochorno. Él replicó a uno de ellos :Amigo, no te hago ninguna injusticia. ¿No quedamos en un denario? Toma lo tuyo y vete.
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El Señor nos muestra que Él hace su Voluntad.
Pero no tenemos que preocuparnos, su Voluntad es santa. En Él no hay injusticia. La bondad no lesiona la justicia. Él no es como nosotros. Algunos objetan : ¿por qué fue bueno con todos, pero justo con unos y generoso con otros? La respuesta no es fácil para nosotros. ¿Tal vez algunos necesitan más misericordia por ser “últimos”, limitados, desaventajados, ignorados? DIOS LO SABRÁ. Nos queda claro que el juicio final es imprevisible, porque las apariencias nos engañan. Lo único seguro es que debemos amar (que es nuestro trabajo) en lo pequeño y en lo grande, a tiempo y a destiempo.
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Quiero darle a este último igual que a ti
Quiero darle a este último igual que a ti. ¿Es que no tengo libertad para hacer lo que quiera en mis asuntos?¿O vas a tener tú envidia porque yo soy bueno? Así, los últimos serán los primeros y los primeros los últimos”. Palabra de Dios
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Este Evangelio nos invita a alegrarnos por el bien de todos, por la Salvación de todos los que buscan salvarse. Para ser verdaderos discípulos necesitamos aprender a tener los ojos y el corazón del Señor.
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¿Crees que un sarmiento envidie a otro sarmiento?
Jesús es la vid verdadera Nosotros somos los sarmientos, unidos y seguros Estamos en la Iglesia, la viña del Señor
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en la Iglesia, ayúdanos a estar unidos a Ti y unidos entre nosotros.
Señor, en la Iglesia, ayúdanos a estar unidos a Ti y unidos entre nosotros. Gracias. La paz sea contigo BARTHIMEUS, Instituto para el Progreso Humano.
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