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************************************* Tender la mano y levantar

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Presentación del tema: "************************************* Tender la mano y levantar"— Transcripción de la presentación:

1 ************************************* Tender la mano y levantar
Tú siempre, Señor, pensando en los demás, dedicando tu tiempo a quien te puede necesitar, escuchando con atención, acogiendo con naturalidad, levantando al que está postrado, dando una nueva oportunidad, sin cansarte de servir, de curar y de sanar, dejando también tiempo para meditar y orar, buscando ahí la fuerza para toda tu actividad. Ayúdame, Señor, a vencer mis perezas, mi conformismo y mi comodidad, mis dudas y vacilaciones, mis búsquedas de seguridad que no me dejan entregarme con generosidad. Abre mis ojos, despierta mi sensibilidad para que descubra las heridas que hay que cicatrizar, las injusticias que hay que combatir, el triste al que hay que animar, la dignidad que hay que defender, el caído al que hay que levantar. Guía, Señor, mis pasos hacia donde tú me quieras llevar. Señor, con confianza, acudo en tu auxilio… Libérame de mis pesimismos, de “verlo todo negro”, de mis pensamientos negativos. Despiértame de mis comodidades y conformismos. Perdona mis faltas de escucha y de estar muy centrado en mí mismo. Sacude mi indiferencia y mi insensibilidad ante quien sufre y está oprimido. ************************************* Cura, Señor, nuestra fiebre… de consumir cada vez más. Que aprendamos a vivir de manera austera y sin acaparar. de agresividad. Que nos enseñes a cultivar el diálogo y la fraternidad. del individualismo. Despierta en nosotros la necesidad de vivir en comunidad. de superficialidad. Guíanos para que vivamos una vida en profundidad. de la pasividad. Que aprendamos a esforzarnos en la tarea de evangelizar. de falsa espiritualidad que nos aísla de vivir a fondo lo complejo de la realidad. de desentendernos de los problemas de los demás. Empújanos para que nos impliquemos en luchar para que todos puedan vivir con dignidad. de poder. Que aprendamos de ti a saber en todo servir y amar. ¡Que no me olvide de ti, Señor! Que no me olvide de que puedo curar, sin ser médico; de que puedo hacer sonreír, sin tener el título de payaso; de que el hambre no puede tener la palabra definitiva en la vida de muchos hermanos. de que el cariño que se da, es salud para el que se encuentra enfermo; de que una buena palabra, llena de esperanza al que vive triste; de que una visita en su momento, es bálsamo que disipa la soledad. de que el sufrimiento no ha de ser ajeno a mi sendero; de que he de luchar contra el dolor del que se halla postrado en el lecho de su soledad, de su abandono, de su miseria. de que tu mensaje se mantiene vivo no solo en las palabras, sino en el fruto de las buenas obras; de que tu mensaje se difunde con fuerza cuando nuestras manos son esperanza, para los que se sienten desalentados y sin más horizonte que la muerte. Cuenta, Señor, con mi tiempo, con mis posibilidades, con mi entrega. [I.L.] 5º Dom. T. O. Ciclo A Tender la mano y levantar TU MODO. CRISTOBAL FONES LLENAR DE SENTIDO LAS HORAS. De manera muy sintética, el evangelista nos presenta una jornada completa en la vida de Jesús. Llama la atención la cantidad de tareas que realiza presentadas con muchos verbos que expresan movimiento: ir, predicar, acercarse, levantar, testimoniar, salir, traer, llevar… En Jesús hay un empeño grande por hacer presente la realidad del Reino. Siempre pensando en los demás, siempre llevando buenas noticias, siempre atento a quien le pueda necesitar. Puedo hacer un rato de reflexión y repasar cómo son mis jornadas diarias, a qué dedico más tiempo, dónde estoy más presente, de qué personas me rodeo, a cuáles me acerco, qué es lo que busco, qué es lo que ofrezco, con qué espíritu lo hago, en qué pongo más empeño… A pesar de realizar tantas tareas, Jesús no cae en un activismo frenético. Encuentra espacios y tiempos para hacer pausas y detenerse a reflexionar y orar, para encontrar en Dios la fuerza y el sentido de su manera de actuar. No importa sólo la cantidad de tareas, sino la calidad con la que las hago. En el día a día de mi vida, ¿hay tiempo para la reflexión, la oración, la meditación, el cultivo de mi relación con Dios? ¿Encuentro en ellas el “motor” de mi actividad? ¿Cómo puedo programar bien mis jornadas de modo que en ellas haya un equilibrio entre la actividad y la pausa, entre el trabajo y la oración de modo que llene de sentido las horas de mis días? TOMAR DE LA MANO Y LEVANTAR. Jesús no sólo predica el evangelio sino que se dedica a aliviar y curar el dolor humano. El sufrimiento no le deja indiferente, se pone en el lugar de quien lo padece y se implica para vencerlo. Destacan sobre todo sus acciones empapadas de ternura y delicadeza, como lo hace con la suegra de Pedro: se acercó, la tomó de la mano y la levantó. No se queda en la distancia y alejado, sino que se implica con todas las consecuencias. Así me invita a actuar: acercarme al otro, hacerme próximo, ayudar a levantar caídos, transmitir alegría, comunicar esperanza, echar una mano, dirigir una palabra amable, acompañar en el dolor, colaborar para que otros puedan recuperar la dignidad… ¿Quién necesita hoy de mí una escucha, una mano amiga, una compañía en la soledad, una presencia cercana para afrontar alguna dificultad…? SENTIRNOS CURADOS PARA CURAR. Puedo verme reflejado también en la suegra de Pedro: Jesús es el “médico” que cura mis fiebres y venda mis heridas. Sentirme curado por Él me debe llevar a curar a otros. Curar significa animar, perdonar, servir, entregar, escuchar, amar… El amor es, muchas veces, la mejor medicina, la mejor manera de ayudar. Ser especialmente amable y cariñoso en casa, en mis relaciones con los demás, responsable en mis ocupaciones, mostrando preocupación y sensibilidad… Enséñanos a aliviar el dolor humano con cariño y sensibilidad, con gestos concretos de servicio, de apoyo y solidaridad, con talante abierto, lleno de gratuidad

2 Lectura del libro de Job (7,1-4.6-7):
Habló Job, diciendo: «El hombre está en la tierra cumpliendo un servicio, sus días son los de un jornalero; Como el esclavo, suspira por la sombra, como el jornalero, aguarda el salario. Mi herencia son meses baldíos, me asignan noches de fatiga; al acostarme pienso: ¿Cuándo me levantaré? Se alarga la noche y me harto de dar vueltas hasta el alba. Mis días corren más que la lanzadera, y se consumen sin esperanza. Recuerda que mi vida es un soplo, y que mis ojos no verán más la dicha.» Salmo 146, R/. Alabad al Señor,  que sana los corazones destrozados Alabad al Señor, que la música es buena; nuestro Dios merece una alabanza armoniosa. El Señor reconstruye Jerusalén, reúne a los deportados de Israel. R/. Él sana los corazones destrozados,  venda sus heridas. Cuenta el número de las estrellas, a cada una la llama por su nombre. R/. Nuestro Señor es grande y poderoso, su sabiduría no tiene medida. El Señor sostiene a los humildes, humilla hasta el polvo a los malvados. R/.

3 Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (9,16-19.22-23):
El hecho de predicar no es para mí motivo de orgullo. No tengo más remedio y, ¡ay de mí si no anuncio el Evangelio! Si yo lo hiciera por mi propio gusto, eso mismo sería mi paga. Pero, si lo hago a pesar mío, es que me han encargado este oficio. Entonces, ¿cuál es la paga? Precisamente dar a conocer el Evangelio, anunciándolo de balde, sin usar el derecho que me da la predicación del Evangelio. Porque, siendo libre como soy, me he hecho esclavo de todos para ganar a los más posibles. Me he hecho débil con los débiles, para ganar a los débiles; me he hecho todo a todos, para ganar, sea como sea, a algunos. Y hago todo esto por el Evangelio, para participar yo también de sus bienes. Lectura del santo evangelio según san Marcos (1,29-39): En aquel tiempo, al salir Jesús y sus discípulos de la sinagoga, fue con Santiago y Juan a casa de Simón y Andrés. La suegra de Simón estaba en cama con fiebre, y se lo dijeron. Jesús se acercó, la cogió de la mano y la levantó. Se le pasó la fiebre y se puso a servirles. Al anochecer, cuando se puso el sol, le llevaron todos los enfermos y endemoniados. La población entera se agolpaba a la puerta. Curó a muchos enfermos de diversos males y expulsó muchos demonios; y como los demonios lo conocían, no les permitía hablar. Se levantó de madrugada, se marchó al descampado y allí se puso a orar.  Simón y sus compañeros fueron y, al encontrarlo, le dijeron: «Todo el mundo te busca.» Él les respondió: «Vámonos a otra parte, a las aldeas cercanas, para predicar también allí; que para eso he salido.» Así recorrió toda Galilea, predicando en las sinagogas y expulsando los demonios.


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