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Ven, Señor, … con tu alegría para que desparezcan mis tristezas habituales; con tu paciencia para que perdones mis debilidades; con tu cercanía para que se disipen mis frialdades; con tu consuelo para que acompañes mis soledades. con tus interpelaciones para que despierte de mis comodidades; con tu compasión para que aprenda a no despreciar a nadie; con tu palabra para que descubra lo que es realmente importante. con tu bondad para que me enseñes a entregarme; con tu silencio para que me adentre en mis profundidades; con tu sensibilidad para que me lleves donde haya más necesidades; con tu luz para iluminar todas mis oscuridades… Ven, Señor, y hazte presente en todas mis realidades. Perdón, Señor… por no esforzarme en sembrar vida y proponerme metas más altas. por no ponerme en tus manos para dejarme modelar por tu Palabra. por vivir despreocupado de la realidades donde mi ayuda es más necesaria. por vivir despistado y no estar atento a las señales de tu presencia que me mandas. ******************** Ojalá vengas, Señor… para que nuestra Iglesia se mantenga despierta y activa, acogedora y comprometida. para que quienes padecen la pobreza reciban nuestra ayuda necesaria y signos creíbles de solidaridad y cercanía. para que quienes sufren la violencia, el terror, la guerra y el abandono encuentren caminos de justicia. para que las personas con discapacidad vean eliminadas las barreras de comunicación, accesibilidad y todo lo que las discrimina. para que sepamos cuidar la casa común y descubramos el valor de la ecología. para que preparemos este adviento con dedicación y alegría, venciendo todo tipo de conformismos y rutinas. Llega de día, llega de noche. Se le espera por la puerta, llega por la ventana. Le buscamos con alegría, llega con su cruz. Estamos de guardia, nos llama de dentro. Rastreamos huellas, llega por senderos nuevos. Llega en abundancia y más todavía en la pobreza. Llega cuando triunfamos y nos acompaña en los fracasos. Llega cuando es deseado y se presenta cuando no se le espera. Llega en el silencio y en el áspero y abrasador viento. Llega también en la multitud y el ruido. Llega para dormirnos y para despertarnos. Llega a través de todas las caras que encontramos a lo largo del día en nuestro camino. Llega en el desierto de manantiales inciertos, en las estepas de desconocidos pozos, en los bosques frondosos en que nos perdemos, en las altas cumbres que hollamos, en los valles que nos dan vértigo. Llega a cada instante. Llega en cada lugar. Allí donde estamos, está. Fiel a tu palabra ya estás esperándonos. [F.U.] 1º Dom. Adv. Ciclo B Estate atento Donde el corazón - Álvaro Fraile ¡OJALÁ! El adviento comienza con una expresión de deseo profundo. El profeta utiliza una interjección que indica un vivo anhelo de que ocurra lo que se pide. Una expresión que usamos en el lenguaje cotidiano para indicar una necesidad que echamos en falta. Adviento nos invita a sintonizar con nuestros sueños más auténticos, con nuestros mejores ideales. Y se los presentamos a Dios para que nos ayude a lograrlos. No para que nos los conceda de manera “mágica” y automática, sino para que nos empuje a comprometernos para lograrlos. ¿Qué anhelos profundos hay en este momento en mi vida personal, familiar, laboral, eclesial…? Puedo hacer un rato de oración, diciéndole a Dios: “Señor, ojalá….” ARCILLA EN TUS MANOS. La imagen que nos presenta el profeta es un buen propósito para realizar en este Adviento. Poner mi vida en manos de Dios para que él la vaya modelando, dejar que Él me vaya rehaciendo, configurando mi forma de pensar, de hablar, de sentir, de actuar... Dios es un “artesano cuidadoso” que se preocupa por mí, por nuestra casa común, por nuestro vivir. Puedo hacerme el propósito de dedicar un tiempo un poco más prolongado a leer la Palabra de Dios, a hacer un rato de meditación, a hacer silencio interior para darme cuenta por dónde estoy orientando mi vida y ver que tengo que “trabajar” más. ¡VELAD! ¡Vive despierto! No te dejes llevar por la rutina o la monotonía de “lo de siempre” Despertar es saber que uno está vivo, que hay mucho por descubrir, por conocer, por disfrutar… Estar despiertos es ser protagonistas de nuestra historia, no dejar que otros nos manejen con hilos como marionetas guiando nuestros caminos. Despertar es agarrar la vida en nuestras manos y desarrollar la vocación para la que hemos sido llamados. Hay muchas cosas que me adormecen, me hacen insensible, no me dejan descubrir la realidad en la que vivo. Dios llega en cualquier momento y por los más insospechados caminos. Si no tengo una preparación continua, puede que pase de largo porque estoy mirando para otro lado. Lo importante es vivir el presente con el estilo de vida de Jesús y con los valores del evangelio. El Adviento es esperar activamente. No entretenerse en juegos o diversiones que nos apartan de lo verdaderamente importante ¿De qué tengo que despertar? ¿En este momento qué necesita más mi atención porque lo tengo un poco descuidad? ¿la oración, la relación con los miembros de mi familia, mi formación cristiana, el compromiso con los más necesitados…? Este primer domingo nos recuerda: estad atentos y pendientes porque Dios quiere alumbrar un mundo nuevo y necesita para ello que le echemos una mano. Levántate, ponte en pie, no te quedes postrado en tu tristeza. Ahuyenta los temores y las dudas. No tengas miedo, porque yo he vencido por siempre las tinieblas, he resucitado y tu liberación está cerca. Levántate, alza tu cabeza y ponte en camino esperanzado. Notarás que el viento del Espíritu te empuja, sentirás mi renovada presencia. Ayuda a levantarse a los demás, todos los heridos y apartados del camino y diles en mi nombre palabras de evangelio. Y así, despiertos y gozosos, apasionados, preparad la llegada de mi Reino.
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Salmo 79,2ac.3b.15-16.18-19 R/. Oh Dios, restáuranos,
Lectura del libro de Isaías (63,16b-17.19b;64,2b-7): Tú, Señor, eres nuestro padre, tu nombre de siempre es «Nuestro redentor». Señor, ¿por qué nos extravías de tus caminos y endureces nuestro corazón para que no te tema? Vuélvete, por amor a tus siervos y a las tribus de tu heredad. ¡Ojalá rasgases el cielo y bajases, derritiendo los montes con tu presencia! Bajaste y los montes se derritieron con tu presencia, jamás oído oyó ni ojo vio un Dios, fuera de ti, que hiciera tanto por el que espera en él. Sales al encuentro del que practica la justicia y se acuerda de tus caminos. Estabas airado, y nosotros fracasamos; aparta nuestras culpas, y seremos salvos. Todos éramos impuros, nuestra justicia era un paño manchado; todos nos marchitábamos como follaje, nuestras culpas nos arrebataban como el viento. Nadie invocaba tu nombre ni se esforzaba por aferrarse a ti; pues nos ocultabas tu rostro y nos entregabas en poder de nuestra culpa. Y, sin embargo, Señor, tú eres nuestro padre, nosotros la arcilla y tú el alfarero: somos todos obra de tu mano. Salmo 79,2ac.3b R/. Oh Dios, restáuranos, que brille tu rostro y nos salve Pastor de Israel, escucha, tú que te sientas sobre querubines, resplandece. Despierta tu poder y ven a salvarnos. R/. Dios de los ejércitos, vuélvete: mira desde el cielo, fíjate, ven a visitar tu viña, la cepa que tu diestra plantó, y que tú hiciste vigorosa. R/. Que tu mano proteja a tu escogido, al hombre que tú fortaleciste. No nos alejaremos de ti; danos vida, para que invoquemos tu nombre. R/.
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pues no sabéis cuándo es el momento.
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (1,3-9): La gracia y la paz de parte de Dios, nuestro Padre, y del Señor Jesucristo sean con vosotros. En mi acción de gracias a Dios os tengo siempre presentes, por la gracia que Dios os ha dado en Cristo Jesús. Pues por él habéis sido enriquecidos en todo: en el hablar y en el saber; porque en vosotros se ha probado el testimonio de Cristo. De hecho, no carecéis de ningún don, vosotros que aguardáis la manifestación de nuestro Señor Jesucristo. Él os mantendrá firmes hasta el final, para que no tengan de qué acusaros en el día de Jesucristo, Señor nuestro. Dios os llamó a participar en la vida de su Hijo, Jesucristo, Señor nuestro. ¡Y él es fiel! Lectura del santo evangelio según san Marcos (13,33-37): En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Mirad, vigilad: pues no sabéis cuándo es el momento. Es igual que un hombre que se fue de viaje y dejó su casa, y dio a cada uno de sus criados su tarea, encargando al portero que velara. Velad entonces, pues no sabéis cuándo vendrá el dueño de la casa, si al atardecer, o a medianoche, o al canto del gallo, o al amanecer; no sea que venga inesperadamente y os encuentre dormidos. Lo que os digo a vosotros lo digo a todos: ¡Velad!»
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