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Publicada porSergio Redondo Peralta Modificado hace 6 años
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es una de las figuras más antiguas y conocidas.
La parábola-alegoría del buen pastor ha influido notablemente en el lenguaje cristiano, hasta el punto de llamar pastores a los obispos y presbíteros, y "pastorales" a ciertos escritos de los primeros. La representación de Cristo como pastor con una oveja sobre los hombros es una de las figuras más antiguas y conocidas.
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"Yo soy la puerta", dice el Señor en el evangelio Juan 10,9 .
Para los antiguos la puerta de una ciudad era un lugar importantísimo, un lugar de reunión, de encuentro, de compra y venta, de mucha vida; estar en la puerta era una verdadera fiesta, y ya era estar en la ciudad.
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la luz, el alimento, la vida abundante.
Por eso, decir que Jesús es la puerta indica que en él, en su persona, hallamos los bienes de la salvación, la luz, el alimento, la vida abundante.
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Pero la puerta supone separación entre interior y exterior.
Cristo ha salido del interior, del seno del Padre, a quien "nadie vio jamás" (Jn 1, 18).
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para esperarnos en el trono de Dios.
Ha venido a nosotros para darnos noticia del Padre, y de nuevo ha vuelto a El para esperarnos en el trono de Dios. La puerta ha quedado abierta, pues la ha abierto para nosotros, para que le sigamos.
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y los que saltan por otra parte como bandidos o ladrones.
Jesús distingue dos tipos de guías de la comunidad: los que entran por la puerta y los que saltan por otra parte como bandidos o ladrones. El mismo lo aclara: "Yo soy la puerta; quien entre por mí se salvará, y podrá entrar y salir... El ladrón no entra sino para robar y matar y hacer estragos; yo he venido para que tengan vida y vida en abundancia".
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El pastor era el hombre del coraje y la audacia que tenía que trasladar sus rebaños
de unas regiones a otras al ritmo de las estaciones, en medio de grandes peligros. Era la personificación de una voluntad decidida, animosa, templada, astuta, prudente.
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En ocasiones, la defensa del rebaño les costaba la vida
En ocasiones, la defensa del rebaño les costaba la vida. Por eso se aplicaba el nombre de pastor, como título honorífico, a las personalidades más destacadas: al rey, al profeta, al Mesías, a Dios mismo.
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La presencia del mercenario sirve sobre todo para hacer resaltar más el heroísmo del pastor verdadero, aunque también refleje perfectamente el comportamiento de las autoridades religiosas judías.
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"Y el lobo hace estrago y las dispersa".
Mientras el pastor bueno arriesga la vida por defender a las ovejas, "el asalariado, que no es pastor ni dueño de las ovejas, ve venir al lobo", las abandona y huye, preocupado sólo de sí mismo. Obra por "dinero" (Mt 6,24). El lobo simboliza todo aquello que puede impedir, e impide de hecho, que el ser humano sea plena realidad. "Y el lobo hace estrago y las dispersa".
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como el rebaño que él apacienta.
Para el pueblo de Israel era familiar imaginar a Dios como pastor y al pueblo elegido como el rebaño que él apacienta. Juan introduce una notable diferencia: no todas las ovejas que hay en el rebaño -redil- le pertenecen.
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Establece un nuevo principio de pertenencia:
son del rebaño las ovejas que escuchan la voz de Jesús y le siguen. Lo que implica que algunas del rebaño o del redil no le pertenezcan, y sí otras de otros rediles.
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Jesús nos descubre el horizonte de su futura comunidad.
Su misión no se limita al pueblo judío: tiene por término la humanidad entera; su comunidad estará formada por personas de todos los pueblos y razas de la tierra.
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El lazo de unión será "el Espíritu de la verdad" (Jn 16,13).
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por fin, podamos vivir una vida digna.
El buen Pastor no fija límites a su amor. Desea un mundo fraternal en el que todos los hombres, por fin, podamos vivir una vida digna. Su comunidad universal -católica- no está encerrada en ninguna institución o cultura. Su meta es la plenitud del hombre, lograda por el Espíritu que nos empuja al seguimiento del Pastor.
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Quien no ama hasta dar la vida no es pastor.
Jesús no es un pastor más. Es el pastor ideal, el modelo de pastor, al actuar exclusivamente por amor. Quien no ama hasta dar la vida no es pastor. Jesús es "el buen Pastor": vive íntegramente para el bien del hombre. Es el Pastor de la humanidad cuyo pastoreo le ha confiado el Padre, único dueño de los hombres.
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al ser él esa vida en plenitud (Jn 11,25-26; 14,6).
Jesús es un pastor que viene a dar vida en plenitud a los suyos, razón por la que se da a sí mismo, al ser él esa vida en plenitud (Jn 11,25-26; 14,6). La vida sólo se puede comunicar a través del amor, que es don de sí a los demás (Jn 15,13).
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