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Las variedades de la lengua

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Presentación del tema: "Las variedades de la lengua"— Transcripción de la presentación:

1 Las variedades de la lengua

2 Las variedades de la lengua
diatópicas diastráticas diafásicas

3 Variedades diatópicas lenguas Alto grado de diferenciación nivelación
Tradición literaria Comunidad de hablantes dialectos Subordinación a otra lengua Escasa nivelación Sin tradición literaria hablas regionales locales

4 Variedades diatópicas de España
El español ¿Español o castellano? Orígenes: entre el protovasco y el latín Glosas Alfonso X (1256) 1492: una lengua universal El catalán Auge medieval y decadencia Renaixença dialectos El valenciano El balear El gallego Extensión y arraigo Relaciones con el portugués Bloque occidental (cancións) Bloque central (canciós) Bloque oriental (canciois) El vasco o eusquera Orígenes desconocidos El vascoiberismo Vascuence unificado

5 El indoeuropeo

6 El indoeuropeo

7 La extensión del español

8 Las lenguas y dialectos de España

9 Las Glosas emilianenses y silenses

10 Variedades diastráticas
Nivel culto corrección Riqueza léxica Capacidad de abstracción Tradición literaria Nivel medio o estándar Adopta las exigencias normativas… … pero es flexible a modas y cambios Nivel popular subjetividad economía Apelaciones al oyente Lenguaje proverbial Nivel vulgar Vulgarismos fonéticos Vulgarismos léxicos Vulgarismos morfológicos Vulgarismos sintácticos Lenguajes específicos Jergas o argots Lenguajes sectoriales Lenguajes científico-técnicos - Cultura -Nivel económico – Hábitat – Edad - Oficio

11 Nivel vulgar Vulgarismos fonéticos Vulgarismos léxicos
Vulgarismos morfológicos Vulgarismos sintácticos Desplazamientos acentuales (áhora) solecismos (ves) Formaciones analógicas (haiga, hicistes) Me se cayó Indecisión vocálica (sigún, tualla) Léxico figurado Leísmo, laísmo, loísmo La clima Simplificación consonántica (istancia, dotor) Dempués, pienso de que, contra más hagamos Frases hechas (uno que es así, habla que habla) Relajación consonántica (toavía, esperdiciar) Cantastes, llegastes Cambio de consonantes (Grabiel, cocreta)

12 Variedades diafásicas
Circunstancias que determinan la situación comunicativa Personalidad de emisor y receptor Grado de formalidad Tema o materia de comunicación Intencionalidad Unilateralidad o no de la comunicación Ámbito de interacción social

13 Registros idiomáticos
Registro formal Registro coloquial Aspectos fónicos Diptongaciones forzadas Vete de “ái” Reducción grupos consonánticos istrucción Yeísmo (gayina) tratamiento Tratamientos pronominales (usted) insultos Expresiones cariñosas expresividad Ampliación modalidad Organización subjetiva Énfasis lingüístico Economía Apócope y aféresis muletillas Frases hechas y comodines Carácter dialogado Esponta-neidad Confluencia de lo verbal y lo no verbal

14 Estábamos allí yo y el Pecas, que todavía no lo habían metío en chirona y que ya sabéis la guasa que tiene. También estaban dos mujeres de la vida. Ellos sacaban dinero del bolsillo, billetes y más billetes, como si allí dentro se criasen, y convidaban a todos los que se paraban a verlos a copas de aguardiente. Y luego empezó el baile y aquello fue de miedo. José Suárez Carreño, Las últimas horas Representa el nivel vulgar. El personaje que habla así pertenece a una clase social baja y con poco nivel cultura. -anteposición del pronombre yo -supresión de la d intervocálica -expresiones coloquiales

15 La casona era como un arcón inmemorial mordido por la boca insistente del tiempo, ese lento deterioro que carcome y horada desportillando las superficies al desamparo de las estaciones rigurosas, humedades que recrean el pálido verdor de la ruina, vencimientos en la agobiada cimentación que va repercutiendo en las vigas maestras. Luis Mateo Díez, Blasón de muérdago Nivel culto: pertenece a un personaje instruido, al usar cultismos y figuras retóricas. Inmemorial: atemporal lento deterioro del tiempo que carcome y horada: el tiempo destroza las superficies de la casona. La boca insistente del tiempo (metáfora) la casa era como un arcón inmemorial (comparación) pálido verdor (epíteto)

16 COBRADOR: La luz. (Le tiende el recibo
COBRADOR: La luz. (Le tiende el recibo. La puerta se abre y apa­rece Paca). GENEROSA: (mirando el recibo) ¡Dios mío, cada vez más caro, no sé cómo vamos a poder vivir! PACA: ¡Ya, ya! ¿Es que no saben hacer otra cosa que elevar la tarifa? ¡Menuda ladronera es la Compañía! ¡Les debía dar vergüenza chuparnos la sangre de esa manera! iY todavía se ríe! Antonio Buero Vallejo, Hª de una escalera Un cobrador de la luz se dispone a realizar su trabajo en casa. Todos los vecinos protestan por la subida de las cuotas. Expresiones exclamativas Expresiones coloquiales Los vecinos están enfadados, pero no se pierden el respeto

17 JUEZ DAVISON: Dígame su nombre y profesión.
MIRANDA: Javier Miranda, agente comercial. JUEZ DAVISON: ¿Cuándo y dónde nació usted? MIRANDA: En Valladolid, España. El 9 de mayo de 1891. Juez DAVISON: ¿Qué tipo de relación tuvo usted con Leprince? MIRANDA: Prestación de servicios. E. Mendoza, La verdad sobre el caso Savolta El juez Davison interroga a un testigo Emplea un tratamiento más respetuoso

18 - Lourdes, niña, tu siempre oyéndonos ahí, a la chita callando
- Lourdes, niña, tu siempre oyéndonos ahí, a la chita callando... Dios sepa qué ideas se te cruzarán por la azotea en es­tos momentos. - ¿A mí...? ¡Nada...! - Bien, bien, tú llegarás. En boca cerrada no entran moscas, que dicen los eruditos. A. Z. Vicente, Mesa, sobremesa Situación familiar en la que se reprocha a una chica lo callada que está siempre; otro personaje explica que llegará lejos porque sabe escuchar Frases hechas Refranes Lenguaje expresivo y exclamativo Refleja un ambiente familiar; se tratan de forma cariñosa.

19 DON ELOGIO: Abre, que están llamando. ANTOÑITO: Ya abrirán las criadas
DON ELOGIO: Abre, que están llamando. ANTOÑITO: Ya abrirán las criadas. DON ELOGIO: ¡Jesús! ¡Jesús! ¡Qué cosas se oyen! La culpa la tiene quien se deja retratar por un mocoso. ANTOÑITO: Es idiota. Vamos a pasarnos la vida entera admirando a Velázquez y al otro cursi de Murillo. ¡Bah! (Llaman al portón más fuerte) Pues señor, me han tomado por el portero. (Va a abrir, por fin, y al darse de manos a boca con Ambrosio, le dice en tono despectivo). ¡Ah, eres tú! AMBROSIO: Yo zoy. ¿Qué pasa? ANTOÑITO: ¿Qué has podido entrar por el postigo? AMBROSIO: ¿Zi, verdá? Tu padre entra aquí por la puerta principá, porque no hay otra principá toavía. ANTOÑITO: ¡Cualquier cosa! AMBROSIO: ¿Y la zeñora? ANTOÑITO: ¿Yo qué sé? ¿Soy yo el perro de la señora? AMBROSIO: ¿Yo zoy tu criao, pajolero niño? Te vas a ganá un día una bofetá por ezas contestaciones que tienes, que ze te va a quedá la corbata chica. Vamos a vé qué has pintao hoy. ANTOÑITO: (Como si mirara a la pared). ¿Lo que tú entiendas! AMBROSIO: (Contemplando el retrato de DON ELOGIO y meneado la cabeza en son de burla). ¡Bendito zea Dios! AMBROSIO: ¡Bendito zea Dios! Hay en er pueblo ca patio que ze funde a flores; ca azotea que marea la vista; ca peazo e campo que es una gloria e Dios; ca micita que ez un amanecé de mayo, y to lo que ze te ocurre a ti, es pintá este mochuelo. ANTOÑITO: ¡Papá!

20 Rasgos de lenguaje culto
Qué triste es para mí el recuerdo de aquel día. María Rosario estaba en el fondo de un salón llenando de rosas los floreros de la capilla. Cuando yo entré, quedóse un momento indecisa: Sus ojos miraron medrosos hacia la puerta, y luego se volvieron a mí con un ruego tímido y ardiente. Llenaba en aquel momento el último florero, y sobre sus manos deshojóse una rosa. Yo entonces le dije, sonriendo: -¡Hasta las rosas se mueren por besar vuestras manos! Ella, también sonrió contemPlando las hojas que había entre sus dedos, y después con leve soplo las hizo volar. Quedamos silenciosos: Era la caída de la tarde y el sol doraba una ventana con sus últimos reflejos: Los cipreses del jardín levantaban sus cimas pensativas en el azul del crepúsculo al pie de la vidriera iluminada. Dentro, apenas si se distinguía la forma de las Cosas, y en el recogimiento del salón las rosas esparcían un perfume tenue y las palabras morían lentamente igual que la tarde. Mis ojos buscaban los ojos de María Rosario con el empeño de aprisionarlos en la sombra. Ella suspiró angustiada como si el aire le faltase, y apartándose el cabello de la frente con ambas manos, huyó hacia la ventana. Yo, temeroso de asustarla, no intenté seguirla y sólo le dije después de un largo silencio: -No me daréis una rosa. Volvióse lentamente y repuso con voz tenue: -Si la queréis... Dudó un instante, y de nuevo se acercó. Procuraba mostrarse serena, pero yo veía temblar sus manos sobre los floreros, al elegir la rosa. Con una sonrisa llena de angustia me dijo: -Os daré la mejor. Ella seguía buscando en los floreros. Yo suspiré romántico: -La mejor está en vuestros labios. Me miró apartándose pálida y angustiada: -No sois bueno... ¿Por qué me decís esas cosas? -Por veros enojada. -¿Y eso os agrada? ¡Algunas veces me parecéis el Demonio...! -El Demonio no sabe querer. Quedóse silenciosa. Apenas podía distinguirse su rostro en la tenue claridad del salón, y sólo supe que lloraba cuando estallaron sus sollozos. Me acerqué queriendo consolarla: -¡Oh...! Perdonadme. Y mi voz fue tierna, apasionada y sumisa. Yo mismo, al oírla, sentí un extraño poder de seducción. Era llegado el momento supremo, y presintiéndolo, mi corazón se estremecía con el ansia de la espera cuando está próxima una gran ventura. María Rosario cerraba los ojos con espanto, como al borde de un abismo. Su boca descolorida parecía sentir una voluptuosidad anustiosa. Yo cogí sus manos que estaban yertas: Ella me las abandonó sollozando, con un frenesí doloroso: -¿Por qué os gozáis en hacerme sufrir...? ¡Si sabéis que todo es imposible! Clase social alta: están enamorados pero hay distancias marcadas lingüísticamente Rasgos de lenguaje culto “Ojos medrosos” “Voluptuosidad” “Manos yertas”

21 Oraciones yuxtapuestas, condensadas, que favorecen la expresividad
Uno de los hombres que, de codos sobre el velador, ya sabéis, se sujeta la pálida frente con la mano -triste y amarga la mirada, preocupada y como sobrecogida la expresión-, habla con el camarero. Trata de sonreír con dulzura, parece un niño abandonado que pide agua en una casa del camino. El camarero hace gestos con la cabeza y llama al echador. Luis, el echador, se acerca hasta la dueña. – Señorita, dice Pepe que aquel señor no quiere pagar. – Pues que se las arregle corno pueda para sacarle los cuartos; eso es cosa suya; si no se los saca, dile que se le pegan al bolsillo y en paz. ¡Hasta ahí podíamos llegar! La dueña se ajusta los lentes y mira. – ¿Cuál es? – Aquel de allí, aquel que lleva gafitas de hierro. – ¡Anda, qué tío, pues esto si que tiene gracia! ¡Con esa cara! Oye, ¿y por qué regla de tres no quiere pagar? – Ya ve… Dice que se ha venido sin dinero. – ¡Pues sí, lo que faltaba para el duro! Lo que sobran en este país son picaros. El echador, sin mirar para los ojos de doña Rosa, habla con un hilo de voz: – Dice que cuando tenga ya vendrá a pagar. Las palabras, al salir de la garganta de doña Rosa, suenan como el latón. – Eso dicen todos y después, para uno que vuelve, cien se largan, y si te he visto no me acuerdo. ¡Ni hablar! ¡Cria cuervos y te sacarán los ojos! Dile a Pepe que ya sabe: a la calle con suavidad, y en la acera, dos patadas bien dadas donde se tercie. expresividad Frases hechas expresividad Oraciones yuxtapuestas, condensadas, que favorecen la expresividad exclamaciones refranes

22 Si quiere le dejo el libro. No. Ande a la calle, no me alborote.
El texto es un acto de comunicación en el que el emisor es Cela y el destinatario, el lector. La atmósfera comunicativa viene caracterizada por el distanciamiento afectivo entre autor y lector, lo que condiciona el tono formal del escrito; si bien el escritor busca cierta complicidad con el lector en la expresión de la primera línea (ya sabéis). El tema es las relaciones de poder que se establecen en un café madrileño en la España de la posguerra. La escena se desarrolla en el café de doña Rosa, que es una mujer impasible y carente de toda generosidad. Además de doña Rosa aparecen Pepe, el camarero, Luis, el echador de leche, y el cliente, que no puede pagar y que quiere dejar el libro a cambio. El tratamiento refleja el grado de proximidad entre los interlocutores: -relaciones jerárquicas entre la dueña y los empleados. Doña Rosa utiliza el pronombre tú, mientras que los subordinados utilizan el usted, o el apelativo señorita. Relaciones de confianza entre los dos empleados y relaciones respetuosas pero no solidarias entre los empleados y el cliente: Si quiere le dejo el libro. No. Ande a la calle, no me alborote. Doña Rosa utiliza un lenguaje coloquial, oral y conversacional –es decir, en el que se manifiesta la presencia física del emisor y del receptor-, revestido de espontaneidad y poco formalismo. -¡Anda, qué tío! Pues que se las arregle como pueda para sacarle los cuartos… A veces, también, comete alguna incorrección (nos ha merengao). Expresividad: subjetividad, admiraciones, interrogaciones, énfasis lingüístico, frases hechas, muletillas…


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