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Sacramentos 26 Confirmación 1 Qué es.

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1 Sacramentos 26 Confirmación 1 Qué es

2 Entre los sacramentos vimos el bautismo, que ponemos como primero, porque es necesario recibirlo para que se puedan recibir los demás. Ahora vamos a ver la Confirmación. Se le pone como segundo, no porque se reciba necesariamente el segundo, sino porque es 2º en el orden de la iniciación cristiana.

3 El sacramento de la confirmación ha tenido diversos nombres a través de la historia de la Iglesia.
A veces se le ha llamado “crisma”, “sello”, “unción”, “complemento”, “bautismo del Espíritu Santo”; pero lo que más se llamaba era: “imposición de manos”, pues fue lo más característico durante mucho tiempo.

4 Ya san Ambrosio decía que al bautismo le sigue el ser sellado espiritual-mente,
pues después del lavatorio bautismal sigue la plenitud. “Por la oración del sacerdote se infunde el Espíritu Santo, espíritu de sabiduría y de inteligencia, de consejo y forta-leza, de conocimiento y piedad, espíritu de santo temor”.

5 El bautismo da la vida; la confirmación da el vigor de esa vida.
Simbolizándolo en la vida natural, el bautismo es como el niño pequeño que tiene la vida; pero no tiene fuerzas ni armas para luchar contra un enemigo. Necesita hacerse adolescente y adulto, para recibir las fuerzas necesarias. El bautismo da la vida; la confirmación da el vigor de esa vida.

6 El niño recién bautizado tiene la vida espiritual completa, en cuanto a sus funciones; pero es necesario que esa vida crezca y se haga fuerte para poderse defender y luchar contra los enemigos de nuestra propia salvación, como un buen soldado, y para poder ser apóstol para la salvación del mundo. Para esto es la Confirmación.

7 Con el sacramen-to del bautismo recibimos la vida divina.
Con la confirmación crecemos en esta vida divina. Es un fortalecimiento y consolidación de la comunión vital con Jesucristo y una mayor vida interior en el Espíritu.

8 El hecho de recibir el Espíritu Santo no es algo estático o con tamaño fijo, como si fuese algo material. Es una potencialidad para ir creciendo siempre más. Decía Jesús refiriéndose al Espíritu que habían de recibir los que creyeran en él: “de sus entrañas manarán ríos de agua viva”.

9 Estos ríos de agua viva en el bautismo se reciben como un niño recibe la vida. En la confirmación se reciben como quien se prepara a ser adulto. Por lo tanto no es sólo recibir una gracia santificante, sino una gracia de crecimiento, una gracia confortante y que fortalece, como veremos más adelante.

10 Dice el Conc. Vat. II: “El sacramento de la confirmación los une más íntimamente a la Iglesia y los enriquece con una fortaleza especial del Espíritu Santo. De esta forma se comprometen mucho más, como auténticos testigos de Cristo, a extender y defender la fe con sus palabras y sus obras" (LG 11)

11 Y esto es sobre todo por la Infusión del Espíritu Santo.
El nombre de “Confirmación” viene de confirmar, corroborar, fortalecer o perfeccionar. Quiere decir que es la plenitud del Bautismo. Fortalece la vida que se nos ha dado en el bautismo. Y esto es sobre todo por la Infusión del Espíritu Santo.

12 Ya en el Antiguo Testamento los profetas anunciaban que “el Espíritu del Señor reposaría sobre el Mesías esperado” (Isaías) para realizar su misión salvífica. Ya había sido concebido por obra del Espíritu Santo; pero el descenso del Espíritu Santo sobre Jesús en su “bautismo”, o con motivo de su bautismo, nos demuestra cómo Jesús va teniendo una mayor plenitud de esta vida en el Espíritu.

13 Esta efusión del Espíritu Jesús lo prometió para “todos los que creyeran en Él”. Lo realizó primeramente el día de la resurrección. Y después, de una manera más manifiesta, el día de Pentecostés. El bautismo sería como una nueva Pascua; y la confirmación sería un nuevo Pentecostés.

14 cuando Jesús reafirmaba a los apóstoles en lo que les había prometido.
Jesús instituyó el sacramento de la confirmación. Es un dogma de fe, porque nadie puede instituir (organizar) algo que dé la gracia, la vida de Dios, si no es Dios mismo. Lo que no sabemos es cuándo lo instituyó. Es muy posible que fuese en los días siguientes de la resurrección, cuando Jesús reafirmaba a los apóstoles en lo que les había prometido.

15 Lo que sí sabemos es que el sacramento de la confirmación es el sacramento peculiar del Espíritu Santo. Jesús se lo había prometido a los apóstoles varias veces. Por ejemplo, cuando en la Última Cena les decía: “Os daré otro abogado que estará con vosotros para siempre, el Espíritu de la verdad”. Y eso llegó en Pentecostés.

16 En Pentecostés reciben la fuerza y el impulso por medio del Espíritu.
Tampoco sabemos cómo fueron bautizados los apóstoles. Es posible que los apóstoles hubieran recibido las gracias del bautismo simplemente por el hecho de estar con Jesús, especialmente en la Última cena y después de resucitado. En Pentecostés reciben la fuerza y el impulso por medio del Espíritu.

17 Cuando el Espíritu bajó en Pentecostés reunidos con María estaba Andrés,
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18 Pedro, Santiago y Bartolomé, y otros hermanos más,

19 reunidos para orar.

20 Cuando el Espíritu bajó en Pentecostés, reunidos con María estaba Andrés,

21 Pedro, Santiago y Bartolomé, y otros hermanos más,

22 reunidos para orar. Hacer CLICK

23 Y desde el momento en que los apóstoles reciben el Espíritu Santo, comienzan a proclamar las maravillas de Dios. Hoy también sigue habiendo un Pentecostés por medio del sacramento de la confirmación. Es el poder que Jesús les daba a los apóstoles para que dieran el Espíritu Santo al pueblo de Dios.

24 Desde aquel día comenzaron muchos a ser bautizados.
Pero muy pronto comenzaron los apóstoles a comunicar que esa gracia del bautismo debía ser completada o complementada por la infusión del Espíritu Santo mediante la imposición de las manos.

25 Muchos se convirtieron y fueron bautizados, llenándose de alegría.
Un hecho importante para esclarecer lo anterior, fue lo que pasó en Samaría cuando el diácono Felipe, que era un hombre muy activo y lleno de Dios, predicó el bautismo y el perdón de los pecados. Muchos se convirtieron y fueron bautizados, llenándose de alegría.

26 Esta buena noticia les llegó a los apóstoles que estaban en Jerusalén
Esta buena noticia les llegó a los apóstoles que estaban en Jerusalén. Sintieron que a los bautizados les faltaba algo. Por eso enviaron allí a Pedro y Juan que impusieron las manos sobre los que habían sido bautizados para que recibiesen el Espíritu Santo.

27 Otro ejemplo importante es el que pasó en Éfeso con san Pablo, quien encontró unos hombres que decían estar bautizados. San Pablo les preguntó: “¿Habéis recibido el Espíritu Santo?” Y respondieron: “No hemos oído hablar del Espíritu Santo”. Resulta que habían sido bautizados con el Bautismo de Juan. Pablo les bautizó en el nombre de Jesús. Y luego “imponiéndoles las manos”, descendió sobre ellos el Espíritu Santo.

28 Todo bautizado es portador del Espíritu Santo
Todo bautizado es portador del Espíritu Santo. Pero ya desde los apóstoles se constató que, además del bautismo, era necesaria una imposición de manos especial que comunicaba la plenitud del Espíritu, que realiza y actúa con una virtualidad superior la presencia del Espíritu que está sólo por el bautismo.

29 En la carta a los hebreos (6,2) se hace una distinción entre las abluciones, que es el bautismo, y la “imposición de manos”, al hablar de los cimientos de la fe. Esa distinción era clara en la primitiva iglesia, especialmente por los efectos sensibles que solía realizar el Espíritu en su venida.

30 Esta imposición de manos con la virtualidad de la infusión del Espíritu Santo era tan importante que tuvo que provenir de alguna instrucción concreta del mismo Jesucristo, quizá después de la resurrección. La instrucción sería que lo que ellos iban a recibir el día de Pentecostés, lo dieran a los demás por medio de la imposición de manos.

31 A pesar de esta distinción, que nos parece clara de los sacramentos del bautismo y confirmación en el tiempo de los apóstoles, no quedó totalmente definitivo hasta el concilio de Trento. En el iglesia primitiva y algo posterior no estaba clara la diferencia. Ello era porque la mayoría de los bautismos eran de personas adultas y el mismo obispo realizaba los dos sacramentos a la vez.

32 Todavía en la iglesia oriental, la separada, se realizan, como una sola cosa, el sacramento del bautismo y el de la confirmación. Los partidarios de Lutero negaban el sacramento de confirmación, diciendo que era como la clausura de la enseñanza catequética o la concesión de un derecho para la comunión.

33 ¿Es necesario recibir el sacramento de la confirmación para salvarse
¿Es necesario recibir el sacramento de la confirmación para salvarse? No es absolutamente necesario, ya que basta estar en gracia de Dios en el momento de morir. Sin embargo aquella persona que, pudiendo fácilmente recibir esta gracia más extraordinaria, la despreciase, estaría faltando gravemente porque desprecia una mejora de la gracia de Dios.

34 Por todo ello debemos apercibirnos de la importancia de la confirmación,
ya que se nos dan las armas con las que podemos sostener con provecho la lucha contra los enemigos del alma, como es el “mundo”, el demonio y todas las tendencias que nos quieren arrastrar hacia el mal.

35 La confirmación es algo muy importante, porque se recibe mucho; se recibe la infusión del Espíritu Santo con todos sus dones. Y precisamente porque se recibe mucho, la confirmación es una fiesta.

36 Amigo, ven a celebrar: Es la fiesta de tu confirmación.
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37 Amigo, ven a celebrar el encuentro con la vida y el amor.

38 Amigo, ven a celebrar el encuentro con la vida en tu comunidad.

39 Los grandes y los chicos, nuestros padres y hermanos
Los grandes y los chicos, nuestros padres y hermanos. La mesa nos congrega en torno a su altar.

40 Los ancianos y los niños, los pobres y los ricos, celebremos su palabra y su verdad.

41 Amigo, ven a celebrar: Es la fiesta de tu confirmación.

42 Amigo, ven a celebrar el encuentro con la vida y el amor.

43 Amigo, ven a celebrar el encuentro con la vida

44 en tu comunidad.

45 Con María, la Madre. AMÉN


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