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Ciclo A Domingo III de Adviento

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Presentación del tema: "Ciclo A Domingo III de Adviento"— Transcripción de la presentación:

1

2 Ciclo A Domingo III de Adviento
«¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?»

3 Primera Lectura - Isaías 35,1-6a.10
1 ¡Regocíjese el desierto y la tierra reseca, alégrese y florezca la estepa! 2 ¡Sí, florezca como el narciso, que se alegre y prorrumpa en cantos de júbilo! Le ha sido dada la gloria del Líbano, el esplendor del Carmelo y del Sarón. Ellos verán la gloria del Señor, el esplendor de nuestro Dios. 3 Fortalezcan los brazos débiles, robustezcan las rodillas vacilantes; 4 digan a los que están desalentados: «¡Sean fuertes, no teman: ahí está su Dios! Llega la venganza, la represalia de Dios: él mismo viene a salvarlos!». 5 Entonces se abrirán los ojos de los ciegos y se destaparán los oídos de los sordos; 6 entonces el tullido saltará como un ciervo y la lengua de los mudos gritará de júbilo. Porque brotarán aguas en el desierto y torrentes en la estepa; 10 volverán los rescatados por el Señor; y entrarán en Sión con gritos de júbilo, coronados de una alegría perpetua: los acompañarán el gozo y la alegría, la tristeza y los gemidos se alejarán. Palabra de Dios Te alabamos Señor

4 «Dios viene en persona y os salvará»
Tras la destrucción de Edom, convertida en desierto, viene la salvación del Israel. Su presencia trae la vida porque Dios no ama la muerte; Dios vigila por la vida. La esperanza lo anima todo; la imaginación lo embellece y salta de gozo el corazón.

5 la buena nueva. Un nuevo Éxodo; un caminar envuelto en maravillas.
Volverán los rescatados del Señor; vendrán con cánticos a Sión. Esa es la noticia consoladora, la buena nueva. Un nuevo Éxodo; un caminar envuelto en maravillas. También el desierto está por medio esta vez. Pero no les va a ser hosco y duro. Brotarán aguas abundantes, florecerá la estepa. Sus labios no sentirán la sed, la fronda cobijará sus cabezas; una mullida alfombra de flores acariciará sus pies. La tierra entera sonríe generosa a los desterrados que vuelven.

6 Dios ha perdonado a su pueblo; están limpios
Dios ha perdonado a su pueblo; están limpios. Nada que recuerde su anterior estado de postración permanece en ellos. El ciego comienza a ver, el cojo brinca sueltamente; el falto de lengua cantará al Señor. Las consecuencias del pecado no tienen por qué existir, si Dios ha borrado la culpa de su pueblo. Dios ha eliminado las limitaciones humanas: la salvación está cerca. La pena, la aflicción, la muerte, serán radicalmente exterminadas, cuando el hombre sea plenamente transformado en Cristo resucitado.

7 Salmo 146(145) 7-10 7 Y su justicia da a los oprimidos
y da pan a los hambrientos. El Señor libera a los cautivos, 8 abre los ojos de los ciegos y endereza a los que están encorvados. 9 El Señor protege a los extranjeros y sustenta al huérfano y a la viuda; 8c el Señor ama a los justos y entorpece el camino de los malvados. 10 El Señor reina eternamente, reina tu Dios, Sión, a lo largo de las generaciones. ¡Aleluya!

8 «Ven, Señor, a salvarnos»
La alabanza a Dios surge espontáneamente de la contemplación de sus obras o del recuerdo de sus maravilla. Unas veces es la creación la que motiva la loa; otras, las intervenciones de Dios señaladas en la historia. A este grupo se acerca el motivo desarrollado en este salmo.

9 pues es el mismo que ha formado los cielos y la tierra.
Es una anunciación de la maravillosa y condescendiente postura de Dios para con los hombres, en especial para los más necesitados: da pan a los hambrientos, sustenta al huérfano y a la viuda, protege al peregrino, abre los ojos al ciego. Su misericordia es eterna, así como su fidelidad en practicarla. La idea central del salmo es la confianza en Dios, de quien únicamente puede venir el auxilio seguro al ser humano. El espíritu humano, consciente de su debilidad e impotencia, cortado por límites en todas direcciones, clama a Dios confiado. Sólo el Dios de Jacob puede inspirar verdadera confianza, pues es el mismo que ha formado los cielos y la tierra.

10 Segunda Lectura - Santiago 5,7-10
7 Tengan paciencia, hermanos, hasta que llegue el Señor. Miren cómo el sembrador espera el fruto precioso de la tierra, aguardando pacientemente hasta que caigan las lluvias del otoño y de la primavera. 8 Tengan paciencia y anímense, porque la Venida del Señor está próxima. 9 Hermanos, no se quejen los unos de los otros, para no ser condenados. Miren que el Juez ya está a la puerta. 10 Tomen como ejemplo de fortaleza y de paciencia a los profetas que hablaron en nombre del Señor. Palabra de Dios Te alabamos Señor

11 «Manteneos firmes, porque la venida del Señor está cerca»
Después de reprochar severamente las injusticias de los ricos, se vuelve a los pobres oprimidos, recomendándoles la paciencia, porque la venida del Señor y el día en que ha de dar a cada opresor el castigo merecido llegarán pronto e infaliblemente. Entonces cesará el escándalo de la prosperidad de los impíos y la injusticia será castigada. Los pobres recibirán el premio de su paciencia y los opresores recibirán el castigo merecido por sus injusticias.

12 Muchos murieron sin haber visto el cumplimiento de sus palabras.
La paciencia es una virtud cristiana porque el cristiano se hace solidario de la paciencia del Señor. Dios es paciente. El Señor, Cristo, es paciente; los profetas del Señor han dado también muestras de paciencia. Cristo hubo de superar la prueba; los profetas, las calamidades de su tiempo. Muchos murieron sin haber visto el cumplimiento de sus palabras. Arrojaron la semilla; a otros les tocó cosechar.

13 realice sus más íntimos anhelos.
Lo mismo que el labrador, que aspira a recoger los frutos de la tierra, espera con paciencia la llegada del tiempo oportuno para que caigan las lluvias tempranas y las tardías, así también los cristianos oprimidos han de esperar que el Señor, con su venida, realice sus más íntimos anhelos.

14 Lectura del Santo Evangelio - Mateo 11,2-11
2 Juan el Bautista oyó hablar en la cárcel de las obras de Cristo, y mandó a dos de sus discípulos para preguntarle: 3 «¿Eres tú el que ha de venir o debemos esperar a otro?». 4 Jesús les respondió: «Vayan a contar a Juan lo que ustedes oyen y ven: 5 los ciegos ven y los paralíticos caminan; los leprosos son purificados y los sordos oyen; los muertos resucitan y la Buena Noticia es anunciada a los pobres. 6 ¡Y feliz aquel para quien yo no sea motivo de escándalo!». 7 Mientras los enviados de Juan se retiraban, Jesús empezó a hablar de él a la multitud, diciendo: «¿Qué fueron a ver al desierto? ¿Una caña agitada por el viento? 8 ¿Qué fueron a ver? ¿Un hombre vestido con refinamiento? Los que se visten de esa manera viven en los palacios de los reyes. 9 ¿Qué fueron a ver entonces? ¿Un profeta? Les aseguro que sí, y más que un profeta.

15 Palabra de Dios Gloria a Ti, Señor Jesús 10 El es aquel de quien está escrito: "Yo envío a mi mensajero delante de ti, para prepararte el camino". 11 Les aseguro que no ha nacido ningún hombre más grande que Juan el Bautista; y sin embargo, el más pequeño en el Reino de los Cielos es más grande que él.

16 «¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?»
Juan sigue atento el desarrollo de los acontecimientos. Su misión, está por acabar. Y ahora, cuando su hora al parecer se acerca, le asaltan e inquietan serios pensamientos. El Mesías apocalíptico resulta ser un manso cordero. Juan no duda; Juan, más bien, no ve las cosa claras; busca una aclaración.

17 La verdad es que Juan está todavía en el Antiguo Testamento y no ha visto separadas las dos facetas
de Mesías: Salvador paciente y Juez soberano. Ha visto esta última y así lo ha descrito. Jesús responde a Juan dándole una pista valiosa: Juan debe consultar la palabra de Dios, el cumplimiento de la escritura. Las palabras de Isaías se cumplen en Jesús de Nazaret; y además de forma maravillosa. Lo que en el primero tenía un sentido metafórico, adquiere ahora sentido real: realmente los ciegos ven y los cojos andan. La acomodación es perfecta y sorprendente. A eso llamará Cristo el «cumplir la Escritura».

18 Juan es un profeta; el mayor de los profetas.
Todo el mundo, aun el más eximio profeta, debe dejar a un lado su opinión personal respecto al Mesías, si no concuerda con la manifestación que el mismo Mesías hace de sí mismo. Juan es un profeta; el mayor de los profetas. Le tocó como a tal señalar con el dedo al hijo de Dios, y tocar con la mano el comienzo del Reino Nuevo del Señor. La palabra de Malaquías encuentra en Juan apropiado cumplimiento: Juan es el precursor de Señor. Hombre de temple, de voz autorizada y convincente; asceta, decidor de verdades y cumplidor exacto de la misión de precursor.

19 Juan, sin embargo, cae dentro de la Antigua Economía, pertenece al Antiguo Testamento.
De ahí la falta de perspectiva en el anuncio del Mesías. Con ser su posición privilegiada, dista con mucho de la «gracia» de los que pertenecen al Reino que ahora comienza. El más pequeño en el Reino de los Cielos, es mayor que él. Y es que la Nueva Economía supera en naturaleza a la Antigua. Se habla de posiciones y planos, no de méritos personales. Dichoso, pues, aquel que llegue a formar parte del Reino de los Cielos.

20 Gracias Señor por tu Palabra purificadora,
que ilumina, alimenta, enriquece, alegra, consuela y compromete. Concédenos vivir conforme a ella.

21 La causa de que, en medio de nuestros males,
ERES NUESTRA SONRISA, SEÑOR La causa de que, en medio de nuestros males, nos infundas valor y esperanza y, en la tiniebla, disipes con tu luz aquello que no nos permite verte o encontrarte. ¡ERES NUESTRA SONRISA, SEÑOR! Vienes y, porque apareces pequeño, disparas nuestras ganas de vivir de aportar ilusión a nuestro mundo. Haces que, nuestros corazones, brillen destellos de generosidad y de amor ¡Cómo no vamos a estar alegres, Señor! Eres Tú quien abres nuestros labios para que, sin decir nada, riendo lo digan todo: ¡Vas a nacer! Eres Tú, quien al acercarte hasta nosotros, alzas con tu humildad nuestra débil condición Animas, con tu llegada divina y oportuna los fracasos aparentes de la humanidad. ¡ERES NUESTRA SONRISA, SEÑOR! Fuente de una felicidad inexplicable Surtidor de una alegría indescriptible Maná de un gozo santo, bueno y eterno. Manantial que, cuando uno bebe, siente que la Vida, brota en nuestra pobre vida ¡Gracias, Señor, por tu venida! Te sentimos y, porque intuimos tu presencia, estamos jubilosos, expectantes, contentos y mirando hacia el cielo. ¿Sabes por qué, Señor? Porque Tú, Jesús, aunque algunos no se den cuenta sigues dando alegría profunda…alegría verdadera. Amén. Oración- P. Javier Leoz

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