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Presentación del tema: "********************"— Transcripción de la presentación:

1 ********************
En ti pongo la mirada para que mi vida quede transformada, aprenda a caminar contigo, escuchando tu palabra, y haga que mi fe tenga consecuencias prácticas. Enséñame a discernir lo que más me hace falta para orientar mis caminos, siendo fiel a tu llamada, sin dejar que mi vida esté acomodada, centrado sólo en mí mismo, incapaz de sacrificarme por nada. Ayúdame a comprender los criterios que tú proclamas: perder para ganar, entregar para tener vida colmada, compartir para enriquecerme, servir de manera incondicionada, tomar la cruz no como respuesta forzada, sino como compromiso firme para no abandonar las opciones tomadas. Dame tu luz y tu fuerza, empújame con tu gracia para que en la realidad de cada día descubra que tú me acompañas, y aprenda que lo más importante es tu amor que nunca falla. Enséñame cómo entregar la vida para poder así ganarla. Perdón, Señor… Por querer acomodarte a mis criterios y no hacer que los tuyos ocupen mi centro. Por dejarme seducir por tantas cosas que me alejan de tu encuentro. Por querer “guardar” y acumular, pensando que eso me ayuda más en mi crecimiento. Por no saber encontrar en tu Palabra las claves para un buen discernimiento. ******************** Ayúdanos, Señor, a encontrar… fuerza en la debilidad y en el aislamiento, relación. alegría en la entrega y en el fracaso, superación. convivencia en la competitividad y en el servicio, sincera donación. paciencia en la adversidad y en la fragilidad, comprensión. silencio en nuestra vida agitada y en el cansancio, protección. luz en las noches oscuras y en el dolor, compasión. sentido en las búsquedas y en la comodidad, tesón. guías en el desconcierto y en tu Palabra, el Amor. «El que quiera venirse conmigo, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga». Si me ves cansado fuera del sendero, ya casi sin fuerzas para hacer camino... Si me ves sintiendo que la vida es dura, porque ya no puedo, porque ya no sigo... sin ver más espacio que el profundo abismo... trae a mi memoria que hay puentes, Señor..., que tú haces posible lo que yo he creído. solitario y triste, quebrado, herido..., siéntate a mi vera, tómame la mano, desliza en mi vida palabras de amigo. lleva mi mirada hacia tu camino. Me dices: ¡Se puede, siempre se puede!, hasta que comprenda que puedo yo mismo. Que tu voz despierte, Señor de la aurora, al que de cansancio se quedó tendido. «De nada sirve al hombre ganar el mundo entero, si arruina, malogra o pierde su vida», me dijiste abrazado a tu cruz con cariño. Hazme ver tus huellas, teñidas de sangre, tus huellas, Señor, que marcan destino. Cercana presiento en la madrugada, tu voz que me invita a un nuevo inicio. Seguiré tu ruta con los pies cansados: ¡Que siempre se puede..., se puede, mi Amigo! ¡Señor, dame fuerzas, con gozo te sigo! ¡Señor, que tu cruz me enseñe el camino! [I.L.] 22º Dom. T. O. Ciclo A Verlo todo como lo ve Dios Juntos andemos. Teresa Nécega DEJARME SEDUCIR. El lenguaje variado y complejo de la seducción marca muchas facetas de nuestra vida. Aquello (o aquél o aquella) que me seduce se convierte en el centro de mi vida y hace que todo gire a su alrededor. Afecta a mi pensamiento, a mi corazón, a mis decisiones, a mis compromisos… Puede haber seducciones negativas que me van destruyendo, cegando, engañando, quitándome libertad y apartándome de mi verdadero objetivo en la vida… y también puede haber seducciones positivas. Jeremías se ha dejado seducir por Dios y ya nada es lo mismo en su vida. Ha tenido que pasar por momentos de dificultad y dureza, de incomprensión y rechazo, de burla y desprecio… y, sin embargo, la experiencia de Dios es un fuego en su interior que nada puede apagarlo. Jesús es también un gran “seductor”: atrae con su autenticidad, su sencillez, su coherencia, su palabra, sus gestos de cariño, su compasión, su servicialidad, su amor hasta dar la vida… Quien se encuentra realmente con Él, su vida que da transformada. ¿Qué es lo que más me “seduce” en la vida? ¿Por quién o por qué cosas me dejo “seducir”… Déjate seducir por Jesús y su evangelio, repasa los momentos en los que lo has experimentado de manera intensa. Desarrolla tus “dotes seductoras” para que también otros puedan enamorarse de Cristo. VERLO TODO COMO LO VE DIOS. El evangelio sitúa frente a frente a dos personas y dos planteamientos vitales: para Pedro el que triunfa es el que gana, el que tiene poder es el que vence, el que muestra debilidad es quien no cuenta para nada… Aquel que había sido presentado como “piedra para construir”, ahora se convierte en “piedra de escándalo” porque pretende apartar al Maestro de su camino, quiere dictarle cómo tiene que llevar adelante su vida, intenta corregirle y hasta llega a reñirle, le tienta para que abandone su proyecto, rechaza el seguimiento tal como se lo propone…, por eso Jesús le dice: “apártate, ponte detrás de mí” Para Jesús el que entrega la vida es quien la gana, quien asume el fracaso es quien triunfa, quien toma la cruz es quien llega a la vida. Quien guarda pierde y quien pierde gana. Paradoja para meditar y aplicar a mi vida. Si me dedico a buscar seguridades excesivas, acaparar y vivir para mí mismo, centrarme sólo en mis propios intereses… la vida se me va pasando llena insatisfacciones y vacía de sentido. Si me dedico a entregar dones y talentos, bienes y capacidades, a desvivirme y gastarme por los demás mi vida crece y se multiplica, da frutos y florece. ¿Qué es para mí “ganar” y qué es “perder”? ¿Tengo algo que “perder” para “ganar”? Me dice también hoy Jesús: “¿De qué te sirve ganar el mundo entero si pierdes tu vida?” Puedo orar con esta frase diciéndome: ¿De qué me sirve…. (y poner aquí todos mis afanes, agobios, prisas, esfuerzos….) si pierdo lo más importante en mi vida (y pienso me digo a mí mismo qué es lo que me da verdadero sentido y por lo que merece la pena luchar, entregarse y desvivirse)?

2 Salmo 62,2.3-4.5-6.8-9 R/. Mi alma está sedienta de ti,
Señor, Dios mío Oh Dios, tú eres mi Dios, por ti madrugo,  mi alma está sedienta de ti;  mi carne tiene ansia de ti,  como tierra reseca, agostada, sin agua.R/. ¡Cómo te contemplaba en el santuario  viendo tu fuerza y tu gloria!  Tu gracia vale más que la vida,  te alabarán mis labios. R/.  Toda mi vida te bendeciré  y alzaré las manos invocándote.  Me saciaré como de enjundia y de manteca,  y mis labios te alabarán jubilosos. R/.  Porque fuiste mi auxilio,  y a la sombra de tus alas canto con júbilo;  mi alma está unida a ti,  y tu diestra me sostiene. R/. Lectura del libro de Jeremías (20,7-9): Me sedujiste, Señor, y me dejé seducir; me forzaste y me pudiste. Yo era el hazmerreir todo el día, todos se burlaban de mí. Siempre que hablo tengo que gritar: «Violencia», proclamando: «Destrucción.» La palabra del Señor se volvió para mí oprobio y desprecio todo el día. Me dije: «No me acordaré de él, no hablaré más en su nombre»; pero ella era en mis entrañas fuego ardiente, encerrado en los huesos; intentaba contenerlo, y no podía.

3 Lectura del santo evangelio según san Mateo
(16,21-27): En aquel tiempo, empezó Jesús a explicar a sus discípulos que tenía que ir a Jerusalén y padecer allí mucho por parte de los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, y que tenía que ser ejecutado y resucitar al tercer día.  Pedro se lo llevó aparte y se puso a increparlo: «¡No lo permita Dios, Señor! Eso no puede pasarte.»  Jesús se volvió y dijo a Pedro: «Quítate de mi vista, Satanás, que me haces tropezar; tú piensas corno los hombres, no como Dios.»  Entonces dijo Jesús a sus discípulos: «El que quiera venirse conmigo, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Si uno quiere salvar su vida, la perderá; pero el que la pierda por mí la encontrará. ¿De qué le sirve a un hombre ganar el mundo entero, si arruina su vida? ¿O qué podrá dar para recobrarla? Porque el Hijo del hombre vendrá entre sus ángeles, con la gloria de su Padre, y entonces pagará a cada uno según su conducta.» Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (12,1-2): Os exhorto, hermanos, por la misericordia de Dios, a presentar vuestros cuerpos como hostia viva, santa, agradable a Dios; éste es vuestro culto razonable. Y no os ajustéis a este mundo, sino transformaos por la renovación de la mente, para que sepáis discernir lo que es la voluntad de Dios, lo bueno, lo que le agrada, lo perfecto.


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