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Lectio divina del Salmo dominical
Domingo XI del Tiempo Ordinario Año C: Amor y perdón. 2S 12, : El Señor ha perdonado ya tu pecado, no morirás. Sal 31, : Perdona, Señor, mi culpa y mi pecado. Ga 2, : Vivo yo, pero no soy yo, es Cristo quien vive en mí. Lc 7,36-8,3: Sus muchos pecados están perdonados, porque tiene mucho amor.
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Perdona, Señor, mi culpa y mi pecado.
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Dichoso el que está absuelto de su culpa, a quien le han sepultado su pecado; dichoso el hombre a quien el Señor no le apunta el delito.
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Perdona, Señor, mi culpa y mi pecado.
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Perdona, Señor, mi culpa y mi pecado
Perdona, Señor, mi culpa y mi pecado. Había pecado, lo reconocí, no te encubrí mi delito; propuse: «Confesaré al Señor mi culpa», y tú perdonaste mi culpa y mi pecado.
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Perdona, Señor, mi culpa y mi pecado.
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Tú eres mi refugio: me libras del peligro, me rodeas de cantos de liberación. Alegraos, justos, y gozad con el Señor, aclamadlo, los de corazón sincero.
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Perdona, Señor, mi culpa y mi pecado.
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Lectio Ahora leemos el salmo entero, despacio…
1 [De David. Poema.] Dichoso el que está absuelto de su culpa, a quien le han sepultado su pecado; 2 dichoso el hombre a quien el Señor no le apunta el delito. 3 Mientras callé se consumían mis huesos, rugiendo todo el día, 4 porque día y noche tu mano pesaba sobre mí; mi savia se me había vuelto un fruto seco. 5 Había pecado, lo reconocí, no te encubrí mi delito; propuse: "Confesaré al Señor mi culpa", y tú perdonaste mi culpa y mi pecado. 6 Por eso, que todo fiel te suplique en el momento de la desgracia: la crecida de las aguas caudalosas no lo alcanzará. 7Tú eres mi refugio, me libras del peligro, me rodeas de cantos de liberación. 8 - Te instruiré y te enseñaré el camino que has de seguir, fijaré en ti mis ojos. 9 No seáis irracionales como caballos y mulos, cuyo brío hay que domar con freno y brida; si no, no puedes acercarte. 10 Los malvados sufren muchas penas; al que confía en el Señor, la misericordia lo rodea. 11 Alegraos, justos, y gozad con el Señor; aclamadlo, los de corazón sincero. Si quieres escuchar este salmo en hebreo, su lengua original, pincha aquí.
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Lectio ¿Qué lugar ocupa este salmo en el salterio?
Según el P. Ramón Ribera, monje de Montserrat, y otros estudiosos, el orden de los salmos no se debe al azar sino que hay toda una estructura interna.
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Lectio ¿Qué lugar ocupa este salmo en el salterio?
Dentro del primer libro, los salmos 3-31 constituyen la 1ª Colección de David. David es el protagonista de estos salmos y todos traen su nombre en el título (aunque esto no quiere decir que los haya escrito él). Toda esta colección está organizada en 4 septenarios que corresponden a Para los hebreos el nº 14 es el equivalente numérico de las letras de la palabra “David.” El Salmo 31 se encuentra en el cuarto septenario (salmos 25-31), en él se nos dice, a través de una estructura concéntrica, que tanto el inocente como el pecador, si tienen la valentía de ampararse en Dios, Él los salva. Nuestro salmo se encuentra en la primera parte del salterio, dedicado a las súplicas a Dios, formada por los libros: 1º: salmos º: salmos Y 3º: salmos 72-88 Salmo 31: acción de gracias de un pecador perdonado.
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Lectio: ¿Qué dice el texto?
El salmo 31 es una acción de gracias que el salmista hace a Dios por el perdón recibido. Pero también es un poema de instrucción (así lo denomina el texto hebreo: “maskil”) por los elementos didácticos que contiene. La tradición cristiana lo considera el segundo de los siete salmos penitenciales porque el salmista más que su experiencia de enfermedad y curación nos narra su experiencia de la misericordia de Dios que lo ha hecho pasar del pecado al perdón. El salmo lo podemos estructurar como sigue: vv. 1-2: Introducción sapiencial: se abre el salmo con una doble bienaventuranza para el pecador perdonado. San Pablo citará éstos versos para probar que la justificación, es un don gratuito de Dios, fruto de su misericordia y no de la Ley mosaica (Rm 4,7-8). Vv. 3-5: Confesión y perdón: El sufrimiento y la enfermedad han servido para que el salmista reconozca su debilidad y pecado Vv. 6-7: Dios, refugio del justo angustiado. Vv. 8-10: Exhortación y reflexión sapiencial. Vv. 11: Invitación conclusiva que celebra la alegría del perdón.
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Dichoso el que está absuelto de su culpa.
Mecditatio: Lo propio de este paso es meditar qué me dice a mi el texto. Esto es algo muy personal por ello aquí para ayudar a esta meditación relacionamos el salmo con las lecturas del domingo. Hoy cantamos la alegría del perdón. Tanto en la 1ª lectura como en el evangelio se nos narran dos casos de arrepentimiento: David reconoce con nobleza: “He pecado contra el Señor”; la mujer del evangelio, sin palabras pero con hechos, manifiesta su dolor. Y ambos reciben de inmediato el perdón de Dios y la paz del corazón. Dichoso el que está absuelto de su culpa.
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Había pecado, lo reconocí.
Este salmo no es un salmo de “perdedores” sino de valientes que asumen su responsabilidad en la vida y se abren al Señor, y ante los cuales se entonan cantos de liberación. ¡Ojalá hoy todos demos el paso de reconocer nuestros errores, mirar de frente nuestras heridas, y dejarnos amar, perdonar y reconciliar con Dios! Había pecado, lo reconocí.
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Dichoso a quien le han sepultado su pecado
Es Cristo quien nos justifica, es decir, quien nos hace justos/santos ante Dios mediante su pasión, muerte y resurrección, no el cumplimiento de la ley mosaica. Esto es lo que nos dice san Pablo en la 2ª lectura, y en un contexto muy próximo al que hoy es proclamado, en la carta a los Romanos, capítulo 4º, san Pablo cita nuestro salmo. ¡Alegrémonos y gocemos en esta Pascual semanal que es el domingo!
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Oratio ¿Qué me hace decirle a Dios este salmo, la liturgia de este domingo?
Te damos gracias, Señor, porque nos rodeas de cantos de liberación. Haz que siempre tengamos la valentía de reconocer nuestras caídas y dejarnos levantar por Ti que eres Misericordia y Perdón. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
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Contemplatio Miro y me dejo mirar… En esto los Padres de la Iglesia son maestros…
“Dios ama a los hombres, y los ama mucho. Por eso no digas: He fornicado, he cometido adulterio, he realizado cosas espantosas, y no sólo una sino muchas veces: ¿me perdonará Dios, podrá olvidar mis pecados y ser indulgente conmigo? Todos tus pecados juntos no superan la inmensa compasión de Dios. Tus heridas no sobrepasan la pericia de tan noble médico. Abandónate con fe tan sólo, cuéntale al médico tu enfermedad, exclama tú también como David: «Dije: confesaré mis culpas al Señor» Y de un modo análogo ocurrirá contigo lo que dice a continuación: «Y tú perdonaste mi culpa y mi pecado»” (San Cirilo de Jerusalén, Catequesis II, 6)
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Actio ¿Qué me hace vivir el Señor a partir de esta Palabra?
Es el momento de la “obediencia de la Fe”… Me acercaré a la fiesta del perdón, al sacramento de la Reconciliación.
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