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¡VIVA CRISTO REY! Coment. Evangelio Domingo XXXIV T. O Ciclo C. 20 Noviembre Jesús Sanz Montes. Arzobispo Oviedo Música: Amazing grace Montaje: Eloísa Díaz-Jara Avance Manual
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TEXTO BÍBLICO: Lc El pueblo estaba mirando, pero los magistrados le hacían muecas, diciendo: «A otros ha salvado; que se salve a sí mismo, si él es el Mesías de Dios, el Elegido». Se burlaban de él también los soldados, que se acercaban y le ofrecían vinagre, diciendo: «Si eres tú el rey de los judíos, sálvate a ti mismo». Había también por encima de él un letrero: «Este es el rey de los judíos». Uno de los malhechores crucificados lo insultaba, diciendo: «¿No eres tú el Mesías? Sálvate a ti mismo y a nosotros».
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Pero el otro, respondiéndole e increpándolo, le decía: «¿Ni siquiera temes tú a Dios, estando en la misma condena? Nosotros, en verdad, lo estamos justamente, porque recibimos el justo pago de lo que hicimos; en cambio, este no ha hecho nada malo». Y decía: «Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu reino». Jesús le dijo: «En verdad te digo: hoy estarás conmigo en el paraíso».
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Termina el año cristiano, y la Iglesia celebra el domingo de Cristo Rey. La liturgia nos relata el final de la pasión de Jesús en la que aparece como Rey.
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¿Dónde está, Rey, tu reinado?
Y ¿dónde tus súbditos leales?
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¿Adónde se fueron los incondicionales discípulos
¿Adónde se fueron los incondicionales discípulos? ¿En qué quedaron todos tus proyectos bienaventurados?
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¿cómo es que este que se presenta así rey-de-los-judíos, ha nacido de mujer, se entretiene con niños, atiende a pobres y enfermos, se detiene con toda clase de pecadores, y pone en solfa nuestras leyes inhumanas?
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Así, todos, por temor, o desencanto, o indignación, o defraude
Así, todos, por temor, o desencanto, o indignación, o defraude... fueron abandonando a aquel Rey.
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Bueno, todos no. Estaban María, algunas mujeres y Juan.
Y había otro más, el de la ultimísima hora: Dimas.
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Sólo Dimas no empleó el condicional de quien duda o niega, sino el imperativo de quien está seguro ante el acontecimiento que sus ojos ven: acuérdate de mí.
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La respuesta de Jesús no se hizo esperar:
hoy estarás conmigo en el Paraíso.
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Aquel Rey y su Reino no terminaron entonces.
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Aquel estar con Jesús y participar en su reinado es lo que los cristianos hemos venido celebrando y prolongando durante siglos.
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Y es lo que en este último domingo del año litúrgico queremos especialmente recordar:
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que Él es el Rey de todo lo creado, el Rey de una nueva historia, el Rey de una nueva humanidad.
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El reinado de Jesús no es una proclama fugaz y oportunista, no es un discurso fácil y barato.
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Es, ni más ni menos, que devolver a la humanidad la posibilidad de volver a ser humana según el diseño de Dios;
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la posibilidad de reemprender aquel camino perdido que Dios ofreció antaño, y que una libertad no vivida en la luz, en la verdad y en el amor, llevó al traste.
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El reinado de Jesús es ese espacio de nueva historia en la que es posible vivir como hijos ante Dios, como hermanos ante los hombres, como confraternos ante todo lo creado.
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Ya ha comenzado este reinado, y tantos hombres y mujeres han vivido así.
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Pero también, ¡cuántos aún no viven así ni ante el Padre Dios, ni ante el hermano hombre, ni ante la confraterna creación!
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Por eso, es un Reino de Jesús, que está sólo empezado, que se encuentra sin terminar, sin su plenitud final.
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Sólo hay un trono y éste es para Dios; y en ese trono se brinda libertad.
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Toda suplantación de ese Rey supondrá un camino de esclavitud, de inhumanidad, de corrupción, como lo demuestra la historia de siempre y la más reciente.
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Por Jesucristo Rey y por ese Reino hay que seguir trabajando, construyéndolo cotidianamente con cada gesto, en cada situación y circunstancia,
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para ir desterrando y transformando cuanto en nosotros y entre nosotros no corresponda al proyecto del Señor.
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Como dijeron nuestros mártires:
¡viva Cristo Rey! FIN Como dijeron nuestros mártires:
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