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Hasta setenta veces siete... Lectio divina Domingo XXIV T. O Ciclo A.

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Presentación del tema: "Hasta setenta veces siete... Lectio divina Domingo XXIV T. O Ciclo A."— Transcripción de la presentación:

1 Hasta setenta veces siete... Lectio divina Domingo XXIV T. O Ciclo A.
17Septiembre 2017 Secretariado Catequesis de Cádiz y Ceuta Música: Vangelis Himno. Wav Elaboración y Montaje: Eloísa Díaz-Jara Avance Manual

2 Oración inicial Tú eres, Señor, un Dios de Vida,
un Dios de misericordia y bondad. Reconocemos tu impulso creador en el origen de todo lo que existe y en el origen de nuestras vidas. Y a lo largo de la historia y de nuestra historia, sigues impulsando todo aquello que hace a las personas vivir de forma más humana, más fraterna y más gozosa. Por eso te damos gracias y te bendecimos.

3 TEXTO BÍBLICO Mt Acercándose Pedro a Jesús le preguntó: «Señor, si mi hermano me ofende, ¿cuántas veces tengo que perdonarlo? ¿Hasta siete veces?». Jesús le contesta: «No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete. Por esto, se parece el reino de los cielos a un rey que quiso ajustar las cuentas con sus criados. Al empezar a ajustarlas, le presentaron uno que debía diez mil talentos. Como no tenía con qué pagar, el señor mandó que lo vendieran a él con su mujer y sus hijos y todas sus posesiones, y que pagara así. El criado, arrojándose a sus pies, le suplicaba diciendo: “Ten paciencia conmigo y te lo pagaré todo”. Se compadeció el señor de aquel criado y lo dejó marchar, perdonándole la deuda.

4 Pero al salir, el criado aquel encontró a uno de sus compañeros que le debía cien denarios y, agarrándolo, lo estrangulaba diciendo: “Págame lo que me debes”. El compañero, arrojándose a sus pies, le rogaba diciendo: “Ten paciencia conmigo y te lo pagaré”. Pero él se negó y fue y lo metió en la cárcel hasta que pagara lo que debía. Sus compañeros, al ver lo ocurrido, quedaron consternados y fueron a contarle a su señor todo lo sucedido. Entonces el señor lo llamó y le dijo: “¡Siervo malvado! Toda aquella deuda te la perdoné porque me lo rogaste. ¿No debías tú también tener compasión de tu compañero, como yo tuve compasión de ti?”. Y el señor, indignado, lo entregó a los verdugos hasta que pagara toda la deuda. Lo mismo hará con vosotros mi Padre celestial, si cada cual no perdona de corazón a su hermano».

5 LECTURA ¿Qué dice el Texto?

6 Era realmente hermoso poder contar con una compañía de hermanos, que por amor te corrigen, ofreciéndote un acompañamiento hondo; esa forma de amor que se llama corrección fraterna.

7 Reflexionando sobre la calidad humana que suponía vivir así, los discípulos se preguntaron: sí, perdonar, pero ¿cuánto tiempo, cuántas veces, con quiénes? "Acercándose Pedro a Jesús le preguntó: si mi hermano me ofende, ¿cuántas veces le tengo que perdonar? ¿hasta siete veces?" No se trataba de limitar el ejercicio de un amor que se abre al perdón, sino de comprender la novedad de la propuesta de Jesús.

8 Al proponer Jesús su novedad en un asunto tan cotidiano como el perdón, les… propone una ley que nace de la abundancia del amor, capaz de provocar el estupor: "no te digo hasta siete veces – que era ya mucho en la simbología numérica hebrea –, sino hasta setenta veces siete", es decir, siempre.

9 Jesús propone una modalidad extrema de perdón, como extremado fue también su mismo amor.
A la pregunta inicial de Pedro: "¿cuántas veces tengo que perdonar a mi hermano?", el Señor responderá: tantas como Dios te ha perdonado a ti, es decir, siempre.

10 Los que andan midiendo los perdones, los que "perdonan pero no olvidan"..., no entenderán la propuesta de Jesús: perdonar así como somos perdonados (así rezamos en el Padrenuestro), tratar a los otros tal como Dios nos trata siempre.

11 Por eso, la gran pregunta no es saber hasta dónde puede llegar nuestra generosidad perdonadora, sino cuánta experiencia tenemos de haber sido perdonados por el Señor.

12 ¿No necesita nuestro mundo que entre en sus calles sople un aire fresco de esperanza que venga ventilado por quienes se saben perdonados por Dios, por quienes han experimentado su misericordia, y que por lo tanto, al igual que el Señor, también ellos perdonen de corazón?

13 ¿Qué me dice el Señor en el Texto?
meditación ¿Qué me dice el Señor en el Texto?

14 El pecado no es un simple error
El pecado no es un simple error. El pecado es adorar a los «numerosos ídolos que tenemos»: el orgullo, la vanidad, el dinero, el yo mismo, el bienestar… Pedir perdón no es un simple pedir disculpas sino que «es ser consciente del pecado, de la idolatría que construí, de las muchas idolatrías.

15 Pedro pregunta al Señor cuál debe ser la medida de nuestro perdón: ¿Sólo siete veces?. Jesús responde al apóstol… “siempre”: setenta veces siete, es decir, tú debes perdonar siempre. Se habla de perdonar, no simplemente de pedir disculpas por un error: perdonar a quien me ha ofendido, a quien me hizo mal, a quien con su maldad hirió mi vida, mi corazón.

16 He aquí entonces la pregunta para cada uno de nosotros: ¿Cuál es la medida de mi perdón? La respuesta puede venir de la parábola relatada por Jesús… El ejemplo es claro: Si yo no soy capaz de perdonar, no soy capaz de pedir perdón. Por ello «Jesús nos enseña a rezar así al Padre: “Perdona nuestras ofensas así como nosotros perdonamos a los que nos ofenden”».

17 «Dios siempre perdona, pero pide que también yo perdone, porque si yo no perdono, en cierto sentido es como si cerrase la puerta al perdón de Dios. Una puerta, en cambio, que debemos mantener abierta: dejemos entrar el perdón de Dios a fin de que podamos perdonar a los demás.

18 Dios no quiere que no sintamos, sino que aprendamos a perdonar, independiente-mente del sentimiento.
El perdón no es una cuestión de sentimientos, sino de voluntad. Lo importante es querer perdonar y ofrecer al prójimo el perdón, aunque la propia sensibilidad siga alterada.

19 ¿Qué respondo al Señor que me habla en el Texto?
oración ¿Qué respondo al Señor que me habla en el Texto?

20 Bendecimos a Dios, que es nuestro Padre, revestido de benevolencia.
Nos crea y nos recrea en cada instante, nos envuelve en su mirada cariñosa. El ser humano es como flor del campo, pero Dios lo colma de gracia y de ternura; está de paso por la tierra, pero Dios lo colma de gracia y de ternura..

21 Por eso bendecimos al Señor y le damos gracias,
porque es compasivo y misericordioso. Pasan los años, siglos y milenios, pero su misericordia no pasa ni se agota, se renueva y desborda con el tiempo.

22 Por eso no tememos el paso de los años,
ni nos preocupa el cansancio, la vejez, ni el deterioro, porque Él renueva nuestra juventud y nos da alas de águila. Ni siquiera nos angustian nuestros fallos y pecados, porque Él perdona nuestras culpas y cura todas nuestras dolencias. Somos de barro, pero el Padre conoce nuestra masa y siente ternura por sus hijos.

23 ¿Cómo reflejo en mi vida lo que me dice Dios en el Texto?
contemplación ¿Cómo reflejo en mi vida lo que me dice Dios en el Texto?

24 «No te digo hasta siete veces sino hasta setenta veces siete».
No tiene sentido llevar cuentas del perdón. El que se pone a contar cuántas veces está perdonando al hermano se adentra por un camino absurdo que arruina el espíritu que ha de reinar entre sus seguidores.

25 ¿Es verdad que sentimos como Él lo hace?
Pero preguntémonos: ¿es realmente cierto que en diversas situaciones y circunstancias de la vida tenemos en nosotros los mismos sentimientos de Jesús? ¿Es verdad que sentimos como Él lo hace?

26 Por ejemplo, cuando sufrimos algún mal o alguna afrenta, ¿logramos reaccionar sin animosidad y perdonar de corazón a los que piden disculpas? ¡Qué difícil es perdonar! «Me las pagarás»: esta frase viene de dentro.

27 Cuando estamos llamados a compartir alegrías y tristezas, ¿lloramos sinceramente con los que lloran y nos regocijamos con quienes se alegran?

28 Cuando expresamos nuestra fe, ¿lo hacemos con valentía y sencillez, sin avergonzarnos del Evangelio?
Y así podemos hacernos muchas preguntas. No estamos bien, siempre tenemos que convertirnos, tener los sentimientos que Jesús tenía.

29 Hombres y mujeres que estén dispuestos a perdonar como Él, introduciendo entre nosotros su gesto de perdón en toda su gratuidad y grandeza. Es lo que mejor hace brillar en la Iglesia el rostro de Jesús. Necesitamos urgentemente testigos de Jesús, que anuncien con palabra firme su Evangelio y que contagien con corazón humilde su paz.

30 acción ¿A qué me comprometo?

31 El Señor hoy te invita a perdonar siempre, a perdonar sin condiciones y dejar todo en sus manos. Te invita a actuar y perdonar como Él lo hizo: “… Padre, perdónalos…”

32 Sal a buscar a aquellas personas con las que sientes que la ofensa, no perdonada, abre un abismo en vuestras vidas. Ofrece tu perdón y si no te sientes perdonado, reza para el Amor de Dios le ayude a perdonar.

33 Contempla desde la experiencia del dolor, de la distancia motivada por el pecado hacia Dios y los hermanos, como Dios sale cada día a tu encuentro, en tu búsqueda para perdonarte, para abrazarte y darte su perdón antes de que tú se lo pidas.

34 Pide perdón al Señor, sobre todo en el sacramento de la reconciliación.
Agradece al Padre el perdón que te da gratuitamente. Siente que Él te perdona del todo y sin condiciones. Hasta setenta veces siete.

35 Se mensajero de la paz y el perdón
Se mensajero de la paz y el perdón. No siembres en tus círculos de familia, amistad, trabajo… enemistad, enfrentamiento, violencia… muestra siempre en tus comentarios el talante de Jesús “Padre perdónalos…”.

36 Saca de tu corazón todo aquello que no te da paz, que te causa angustia, dolor… y busca sanar tus recuerdos y así vivir en paz. FIN


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