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Silencio que invita a confiar

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Presentación del tema: "Silencio que invita a confiar"— Transcripción de la presentación:

1 Silencio que invita a confiar
Señor, cuando todo parece oscuro, cuando surge el vacío y la desesperanza… ¡¡ AUMÉNTAME LA FE !! La fe es abandono total y confiado en manos de Dios sin ver claro. La fe es el salto libre del trapecista en el vacío, seguro de encontrarse con las manos de Amigo. La fe es depositar la propia vida en manos del auténtico Señor: Dios. Saber, aceptar y reconocer la propia finitud: yo no soy el dueño del ser. La fe es la brújula que orienta la vida, que la pone de cara al "norte", de cara a Dios. La fe es abrirse a hacer la voluntad de Dios (que busca siempre nuestro bien y felicidad) por encima de hacer nuestra "santísima voluntad". La fe es aceptar a Dios como respuesta no siempre fácil ni evidente, a los interrogantes de la vida. La fe es oídos para escuchar a Dios: ojos para verle en la naturaleza, en el prójimo, en el propio corazón, en el pobre, en el pan partido y compartido. La fe es luz que ilumina el camino, aunque no evita ni las piedras ni las caídas. La fe es capacidad para ver más allá de las apariencias; es darse cuenta de las necesidades del otro y sentirlas como propias. La fe es energía para seguir sirviendo, para vivir la vida y hasta la muerte como servicio gratuito y humilde que Dios hará fértil. La fe es creer en la fuerza del débil, en el poder transformador de la oración, en la "eficacia" de la acción que sólo Dios ve. La fe es creer que la vida vence a la muerte, que el amor tiene más poder que el odio, que la esperanza puede más que la desesperanza. La fe es esperar que tras cada noche amanece un nuevo día; que tras la misma muerte hay una Vida Nueva. Que bueno es estar aquí en silencio sintiendo tu presencia nada más saber que yo te miro y tú me miras, saber que tú me entiendes sin hablar. ¿Por qué no renunciamos al orgullo que cierra nuestras almas ante ti? inútil pretensión de hacerlo todo si al fin hay que aprender a recibir. Que suave la armonía que nos llega si abrimos nuestras almas a tu luz, si allí donde terminan nuestras fuerzas, seguimos recordando que estás tú. Que bueno es el silencio que nos une, a todo lo creado y nos da paz, así como sintiendo el infinito, abrazo original de tu amistad. Sábado Santo Silencio que invita a confiar Ayúdame, Señor, en este Sábado Santo a vivir en silencio la espera de que tú nunca nos dejas de lado. Y que eres la Fuerza donde poder apoyarnos. SIEMPRE JUNTO A TI. Luis Guitarra VACÍO Y SILENCIO. Sábado Santo es día de ausencia. Cuando se nos muere un ser querido decimos que ha dejado en nosotros un vacío que es difícil de llenar. Cristo muerto: la tierra enmudece y palidece ante el misterioso silencio de la muerte. Día de reposo, de soledad, de encontrarse con la realidad más desconcertante cuando las cosas no se entienden, cuando a aparecen las dudas profundas y no hay luz que nos oriente. Día de meditación para ahondar en lo que da sentido cuando parece que nada lo tiene. Pon delante de Dios todos esos momentos, experiencias, situaciones… que parecen no tener salida, que están abocados al fracaso, que no entran en mi lógica , que me producen hundimiento… y deja que el Señor los vaya transformando poco a poco y te ayude a comprenderlos. ESPERANZA. Pero no es un día en que “no pasa nada”. El gran mensaje de este día: Cristo está en el sepulcro, pero la fe, llena de esperanza, ve un horizonte último de esta realidad, que nos hace no caer en el desaliento: todo lo que se siembra, germina a su tiempo. Un día para abrirnos a la esperanza, para confiar que es posible algo nuevo. Busca en tus desiertos la huella de Dios, vive la experiencia de la espera, sin prisas y sin agobios. Vive un tiempo de soledad, de reflexión, de encuentro… El silencio del sepulcro me invita a mirar más allá de mí mismo: Dios puede hacer lo que parece imposible. Trae a la memoria los momentos en que has logrado lo que parecía imposible y descubre cómo Dios saca siempre luz de dónde sólo parece que hay sombras. “INFIERNOS”. La “bajada a los infiernos” forma parte de la dinámica de la Pascua. Está muy representada en el arte. Cristo baja a lo más hondo de la condición humana (“ad inferos”) para liberar todo aquello que creíamos perdido. Cristo rompe el poder de la muerte y nos saca de nuestros “sepulcros”, nos toma de la mano y nos incorpora a la vida plena. No hay ninguna realidad, por dura que sea, que no haya sido asumida por Cristo y liberada del mal que la encierra. Aunque todavía parezca que el mal venza, el horizonte final es la Vida Nueva que nos espera. FIJAR LOS OJOS EN MARÍA. La mujer que conserva la fe. La que se mantuvo firme, expectante, serena… La que acompañó en el dolor, la que no se echó atrás ni abandonó. Ella, experta en guardar todas las cosas en el corazón, supo mantener la esperanza cuando todos andaban cabizbajos, temerosos, con la fuerza de la duda y el aguijón del fracaso. Ella también puede ser faro y luz que nos conduzca en nuestras oscuridades y desiertos, la que nos haga perforar el silencio y preparar la gozosa expectación de lo que en la noche nos espera. Es un sinsentido, dice la razón. Es lo que es, dice el amor. Es una desgracia,  dice el cálculo. No es sino dolor, dice el miedo. Es una ilusión, dice el juicio. Es lo que es, dice el amor. Es ridículo, dice el pundonor. Es una ligereza, dice la precaución. Es imposible, dice la experiencia. Es lo que es, dice el amor. [E.F.]

2 Salmo 26 El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré?
[Hoy no se celebra la eucaristía. Sólo al final de la día, la Vigilia Pascual. Puedo rezar hoy con este salmo] Salmo 26 El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré? El Señor es la defensa de mi vida, ¿quién me hará temblar? Cuando me asaltan los malvados para devorar mi carne, ellos, enemigos y adversarios, tropiezan y caen. Si un ejército acampa contra mí, mi corazón no tiembla; si me declaran la guerra, me siento tranquilo. Una cosa pido al Señor, eso buscaré: habitar en la casa del Señor por los días de mi vida; gozar de la dulzura del Señor, contemplando su templo. Él me protegerá en su tienda el día del peligro; me esconderá en lo escondido de su morada, me alzará sobre la roca; y así levantaré la cabeza sobre el enemigo que me cerca; en su tienda ofreceré sacrificios de aclamación: cantaré y tocaré para el Señor. Escúchame, Señor, que te llamo; ten piedad, respóndeme. Oigo en mi corazón: «Buscad mi rostro.» Tu rostro buscaré, Señor, no me escondas tu rostro. No rechaces con ira a tu siervo, que tú eres mi auxilio; no me deseches, no me abandones, Dios de mi salvación. Si mi padre y mi madre me abandonan, el Señor me recogerá. Señor, enséñame tu camino, guíame por la senda llana, porque tengo enemigos. No me entregues a la saña de mi adversario, porque se levantan contra mí testigos falsos, que respiran violencia. Espero gozar de la dicha del Señor en el país de la vida. Espera en el Señor, sé valiente, ten ánimo, espera en el Señor.


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