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Jardín de las Hespérides

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Presentación del tema: "Jardín de las Hespérides"— Transcripción de la presentación:

1 Jardín de las Hespérides

2 Hespérides En la mitología griega las Hespérides (en griego antiguo Ἑσπερίδες) eran las ninfas que cuidaban un maravilloso jardín en un lejano rincón del occidente, situado cerca de la cordillera del Atlas en el Norte de África al borde del Océano que circundaba el mundo.

3 Jardín de las Hespérides
El Jardín de las Hespérides es el huerto de Hera en el oeste, donde un único árbol o bien toda una arboleda daban manzanas doradas que proporcionaban la inmortalidad. Los manzanos fueron plantados de las ramas con fruta que Gea había dado a Hera como regalo de su boda con Zeus. A las Hespérides se les encomendó la tarea de cuidar de la arboleda, pero ocasionalmente recolectaban la fruta para sí mismas. Como no confiaba en ellas, Hera también dejó en el jardín un dragón de cien cabezas llamado Ladón como custodio añadido.

4 Jardín de las Hespérides

5 Jardín de las Hespérides

6 Jardín de las Hespérides

7 La Vía Láctea

8 Hércules estrangulando a las serpientes

9 Hércules estrangulando las serpientes

10 LOS DOCE TRABAJOS

11 1. El león de Nemea Era un monstruo que tenía por guarida una caverna con dos accesos y era invulnerable. Heracles empezó por dispararle flechas, pero sin resultado; entonces, amenazándolo con la maza, le obligó a entrar en la cueva y obturó una de las entradas. Luego cogiéndolo entre sus brazos, lo ahogó. Muerta ya la fiera, Heracles la despellejó y se revistió con su piel; la cabeza le sirvió de casco. Heracles llevó el león a Micenas, y Euristeo quedó tan asustado ante el valor del héroe, capaz de abatir un monstruo semejante, que le prohibió la entrada en la ciudad, ordenándole que, en adelante, dejase su botín ante las puertas de ella. Se cuenta que Zeus puso al león entre las constelaciones, para perpetuar la hazaña de Heracles.

12 1. El león de Nemea

13 2. La hidra de Lerna Era un monstruo criado por Hera para que sirviese de prueba a Heracles. Se representa como una serpiente de varias cabezas. El hálito que salía de sus fauces era sumamente mortal, hasta el punto de que quienquiera que se acercase, incluso mientras el monstruo dormía, moría infaliblemente. Para combatirla Heracles recurrió a flechas encendidas; pero también se dice que le cortó las cabezas. De cada cabeza cortada surgía otra nueva; y, para impedir que retoñasen, quemaba las heridas, imposibilitando que la carne se reprodujese. Finalmente empapó sus flechas en el veneno (o en la sangre) de la hidra, y de este modo las convirtió en venenosas.

14 2. La hidra de Lerna

15 3. La cierva de Cerinia Heracles tuvo que capturar viva a una cierva con cuernos de oro y pezuñas de bronce que estaba consagrada a Artemisa, diosa de la caza, y que corría a una enorme velocidad. Para lograr esta hazaña, Heracles la persiguió un año entero y finalmente cayó en sus trampas.

16 3. La cierva de Cerinia

17 4. El jabalí de Erimanto El cuarto trabajo impuesto por Euristeo consistió en traerle vivo un jabalí que vivía en el Erimanto. Cuando lo trajo, Euristeo, aterrorizado, se ocultó en una jarra que tenía preparada como refugio en caso de peligro.

18 4. El jabalí de Erimanto

19 5. Los establos del rey Augias
Augias era un rey de Élide, en el Peloponeso. Era hijo del Sol. Había heredado de su padre numerosos rebaños, pero no cuidaba de hacer quitar el estiércol que iba depositándose en los establos, quedando así el suelo privado de abonos y viéndose el país condenado a la esterilidad. Heracles hubo de encargarse de limpiar estos establos y consiguió realizar la proeza concentrando en el patio del establo, tras desviarlos, el curso de dos ríos.

20 5. Los establos del rey Augias

21 6. Las aves del lago Estinfalo
Las aves que vivían en una espesa selva a orillas del lago Estinfalo, en Arcadia, habían huido en otro tiempo ante una invasión de lobos. Se habían multiplicado en proporciones extraordinarias, hasta el punto de convertirse en una plaga para los países vecinos. Devoraban los frutos de los campos y destruían las cosechas; por eso Euristeo ordenó a Heracles que acabase con ellas. La dificultad estaba en obligarlas a salir de su tupido bosque. Para conseguirlo, el héroe recurrió a unas castañuelas de bronce, que él mismo se fabricó o acaso le dio Atenea, elaboradas por Hefesto. El ruido de este instrumento las asustó, por lo cual abandonaron la espesura, y Heracles pudo derribarlas fácilmente a flechazos.

22 6. Las aves del lago Estinfalo

23 7. El toro de Creta El toro de Creta es el animal que, según unos, había raptado a Europa por cuenta de Zeus y, según otros, había sido amante de Pasífae. Finalmente, una tercera tradición lo presenta como un toro milagroso salido del mar un día en que Minos había prometido sacrificar a Posidón lo que apareciese en la superficie de las aguas. Pero Minos, al ver la belleza del toro, lo envió a sus rebaños, y sacrificó al dios otro menos precioso, de lo cual se vengó Posidón volviendo furioso al animal. Este animal era el que por orden de Euristeo Heracles había de traer vivo. Heracles capturó el toro y regresó con él a Grecia.

24 7. El toro de Creta

25 8. Las yeguas de Diomedes Diomedes era un rey de Tracia propietario de unas yeguas que se nutrían de carne humana. Heracles partió a Tracia y entregó a Diomedes a la voracidad de sus animales, después de lo cual, éstos, saciados se dejaron conducir sin dificultad.

26 8. Las yeguas de Diomedes

27 9. El cinturón de la reina Hipólita
Heracles se dirigió al reino de las Amazonas a la conquista del cinturón de su reina, Hipólita. Este cinturón era el del propio Ares, que lo había dado a Hipólita para simbolizar el poder que ella poseía sobre su pueblo. Hipólita consintió de buen grado en cederle el cinturón, pero Hera, disfrazada de amazona, suscita una disputa entre los hombres del séquito de Heracles y las amazonas. Se entabla una batalla campal, y Heracles, creyéndose traicionado, da muerte a Hipólita.

28 9. El cinturón de la reina Hipólita

29 10. Los bueyes de Geriones Geriones (gigante con tres cabezas y cuyo cuerpo era triple hasta las caderas) poseía inmensas manadas de bueyes, que guardaba su pastor Euritión en la isla de Eritia. Euritión tenía como auxiliar al monstruoso perro Ortro. Allí Euristeo envió a Heracles con la orden de traerle los preciosos bueyes. Cuando el perro Ortro vio a Heracles, se lanzó contra él, pero fue abatido de un mazazo por Heracles. Otro tanto le ocurrió al boyero Euritión, que había acudido en auxilio de su perro. Luego partió con los bueyes.

30 10. Los bueyes de Geriones

31 11. Las manzanas de oro de las Hespérides
Cuando la boda de Hera con Zeus, la Tierra había dado a la diosa como presente nupcial, unas manzanas de oro, que Hera encontró maravillosas, hasta el punto de haberlas mandado plantar en su jardín de las inmediaciones del monte Atlas. Como las hijas de Atlante solían ir a saquear este jardín, la diosa había confiado la custodia de las manzanas y el árbol maravilloso que las producía a un dragón inmortal de cien cabezas. Asimismo, había colocado como guardianas a tres ninfas del atardecer, las Hespérides. Heracles fue al encuentro del gigante Atlante, que sostenía el Cielo sobre sus hombros, y le ofreció aliviarlo de su carga el tiempo que necesitara para ir a recoger tres manzanas de oro en el Jardín de las Hespérides que se hallaba contiguo. Atlante asintió de buen grado; pero, a su regreso, declaró a Heracles que él mismo llevaría los frutos a Euristeo, y entretanto el héroe seguiría sosteniendo la bóveda celeste. Éste simuló consentir en ello; sólo pidió a Atlante que lo descargase por un momento, el tiempo necesario para ponerse una almohada en los hombros. El gigante aceptó sin recelo, pero Heracles tan pronto se vio libre, cogió las manzanas y emprendió la fuga.

32 11. Las manzanas de oro de las Hespérides

33 12. El can Cerbero El duodécimo trabajo impuesto a Heracles por Euristeo consistió en enviarle a los Infiernos con la orden de que le trajese de allí el perro Cerbero. Heracles llegó a presencia de Hades y le pidió autorización para llevarse a Cerbero. El dios accedió, pero con la condición de que había de dominar al animal sin recurrir a sus armas habituales, revestido simplemente con su coraza y su piel de león. El héroe atacó a Cerbero, lo agarró por el cuello y, a pesar de que el rabo del perro, que acababa en una especie de dardo como el de un escorpión, le picó repetidas veces, no soltó la presa hasta que la tuvo dominada. Al ver a Cerbero, Euristeo experimentó tal terror que corrió a ocultarse en su jarra, su habitual refugio. No sabiendo qué hacer con el perro, Heracles lo devolvió a su dueño, Hades.

34 12. El can Cerbero

35 Trabajos. Situación geográfica.

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