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********************************** Rey del Universo. Ciclo C

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Presentación del tema: "********************************** Rey del Universo. Ciclo C"— Transcripción de la presentación:

1 ********************************** Rey del Universo. Ciclo C
Acuérdate de mí, Señor, cuando las dudas me asaltan, se me oscurece el horizonte y la tristeza me alcanza; cuando me fallan las fuerzas, se esfuman los sueños y se me apaga la esperanza; cuando me llegan las nostalgias, me vence el desánimo y pierdo la confianza; cuando me duele el silencio y no me salen las palabras, cuando asoma la soledad y el sosiego me falta. para empujar mi vida y ponerla en marcha; para darme a beber la frescura de tu agua, donde apagar la sed que me acompaña; para encarnar tu evangelio y alimentarme de tu savia, para vivir con alegría cada día que me regalas, para hacer que me levante siempre que me caiga. y acógeme en tu casa, donde pueda disfrutar de la plenitud a la que me llamas. Perdón, Señor… por mi afán de ser más que los demás y mi deseo de dominar. por exigir pruebas y no saber confiar. por mis actitudes de desprecio y falta de caridad. por mi soberbia, mis egoísmos y mi vanidad. por dejarme llevar por la pereza y la comodidad. ********************************** Venga, Señor, a nosotros tu reino… de paz, para que cese toda violencia y agresividad. de justicia, para que desaparezca toda desigualdad. de amor, para que en las relaciones aumente la vinculación y la amabilidad. de vida, para que todos vivan con dignidad. de sencillez, para crecer en humanidad. de austeridad, para que nadie pase necesidad. de misericordia, para acoger y dar siempre una nueva oportunidad de servicio, para entregarnos con generosidad. Llamados a anunciar tu reino, queremos reinar contigo, Señor. Más allá de los triunfos fáciles conseguidos con golpes de suerte o de fortuna, o con el trabajo y esfuerzo de cada mañana; más allá de la belleza de tu mensaje que nos cautiva con dulces o exigentes palabras. Abrazados, con humildad y esperanza, a nuestra cruz de cada día; sabiendo que seguirte será fuente de incomprensiones, sabiendo que, como discípulos, no hay otro camino que el del Señor, unidos a nuestros hermanos de comunidad. Con el Evangelio por bandera, sin más fuerza que la confianza en nuestro Dios, sin más armas que el amor que nos has dejado en tu mandamiento, queremos anunciar y proclamar con nuestra propia vida, desde el altar de la cruz, tu reino eterno y universal: el reino de la verdad y la vida, el reino de la santidad y la gracia, el reino de la justicia, el amor y la paz. ... porque tú eres nuestro único Dios y Señor. [I.L.] Fiesta de Cristo Rey del Universo. Ciclo C Acuérdate de mí, Señor. María José Bravo - Dura Cadena JESÚS ES EL CENTRO DE LA VIDA. La fiesta de Jesucristo Rey del Universo culmina el Año Litúrgico y pone a Cristo como meta y plenitud de la vida. Jesús es el centro y fundamento de todo, el eje, principio y fin que da sentido a todo. Él es la raíz, el Señor de nuestras vidas y de la Historia. Durante los distintos domingo hemos venido profundizando en lo que significa escuchar su mensaje, asumirlo en la vida, ponerlo en práctica… Hoy toca hacer balance: en qué he crecido como seguidor, qué me ha ayudado, en qué tengo que seguir mejorando… Es un buen momento también para preguntarme cuál es mi postura vital ante Jesús. En el evangelio aparecen varias reacciones antes Jesús crucificado: está el pueblo, que presencia la escena desde la distancia, con curiosidad, como un espectáculo (los “reality shows” de siempre) que no compromete a nada, sin tomar postura propia, ¡a ver qué pasa!. Están los jefes, irónicos y sarcásticos que no entra en su cabeza un Mesías que no sea triunfante, que se creen en posesión de la verdad, que tienen la imagen de un Dios hecha a la medida de sus intereses. Están los soldados que se burlan, que no comprenden cómo no hace nada para defenderse. Está uno de los malhechores que lo insulta y que piensa: “serás rey para mí si solucionas mis problemas”. Está el otro malhechor que reconoce, descubre, sabe ver más allá… y experimenta en Jesús la salvación (el sentido último de su vida). ¿Qué me dicen estas posturas para mi vida creyente y mi manera de seguir a Jesús? ¿Qué te tengo yo de cada una de esas actitudes? OTRO MODO DE REINAR. Jesús reina, pero desde la cruz. Paradoja que me invita a pensar en la escala de valores de mi vida. A qué doy importancia, qué es lo que me orienta e identifica. La cruz es el momento en el que se revela con mayor claridad las actitudes fundamentales para vivir y construir el Reino: amor, donación, misericordia, entrega, perdón… Aquí está mi “principio y fundamento”. Nunca es tarde, me recuerda el Jesús, para entrar en el camino del evangelio. Cualquier día puede ser el “hoy” de la salvación. En la cruz hay un mensaje que no siempre escuchamos y que no siempre aceptamos: al ser humano se le salva derrochando entrega, practicando servicios, comprometiendo y arriesgando la vida, derramando nuestra propia sangre y no la de otros. En el lenguaje popular tenemos la expresión: “aquí reina…” para manifestar el ambiente que hay, lo que está más presente, aquello que más destaca… Reflexiono y pienso: en mi vida reina… en mi familia reina… en mi trabajo reina… en mi comunidad o grupo reina… en la Iglesia reina… en nuestro mundo reina…. ¿Lo que reina ahí, conecta con los valores del evangelio? VENGA A NOSOTROS TU REINO. Es la petición que hacemos siempre que rezamos el Padrenuestro. Pero para que venga, hay que hacer algo para posibilitar que se establezca. Si quiero un reino de justicia, de paz, de misericordia, de servicio, de verdad, de acogida, de gratuidad, de entendimiento, de encuentro, de solidaridad… tengo que implicarme para que llegue a ser real. ¿Dónde, con quién, qué puedo hacer? ¿En qué cosas, personas, estilos, lugares… puedo decir: “aquí reina Dios, por aquí ya está despuntando su Reino? ¿Cómo apoyarlo? Lo esperaban como rico y en la pobreza se quiso presentar. Lo esperaban poderoso y un pesebre fue su hogar. Lo esperaban un guerrero, y toda su guerra fue la paz. Lo esperaban rey de reyes y servir fue su reinar.

2 Lectura del segundo libro de Samuel (5,1-3):
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Colosenses (1,12-20): Hermanos: Demos gracias a Dios Padre, que os ha hecho capaces de compartir la herencia del pueblo santo en la luz. Él nos ha sacado del dominio de las tinieblas, y nos ha trasladado al reino del Hijo de su amor, por cuya sangre hemos recibido la redención, el perdón de los pecados. Él es imagen del Dios invisible, primogénito de toda criatura; porque en él fueron creadas todas las cosas: celestes y terrestres, visibles e invisibles. Tronos y Dominaciones, Principados y Potestades; todo fue creado por él y para él. Él es anterior a todo, y todo se mantiene en él. Él es también la cabeza del cuerpo: de la Iglesia. Él es el principio, el primogénito de entre los muertos, y así es el primero en todo. Porque en él quiso Dios que residiera toda la plenitud. Y por él y para él quiso reconciliar todas las cosas, las del cielo y las de la tierra, haciendo la paz por la sangre de su cruz. Lectura del segundo libro de Samuel (5,1-3): En aquellos días, todas las tribus de Israel se presentaron ante David en Hebrón y le dijeron: «Hueso tuyo y carne tuya somos. Desde hace tiempo, cuando Saúl reinaba sobre nosotros, eras tú el que dirigía las salidas y entradas de Israel. Por su parte, el Señor te ha dicho: “Tú pastorearás a mi pueblo Israel, tú serás el jefe de Israel”». Los ancianos de Israel vinieron a ver al rey en Hebrón. El rey hizo una alianza con ellos en Hebrón, en presencia del Señor, y ellos le ungieron como rey de Israel. Sal 121, R/. Vamos alegres a la casa del Señor. V/. Qué alegría cuando me dijeron: «Vamos a la casa del Señor»! Ya están pisando nuestros pies tus umbrales, Jerusalén. R/. V/. Allá suben las tribus, las tribus del Señor, según la costumbre de Israel, a celebrar el nombre del Señor; en ella están los tribunales de justicia, en el palacio de David. R/.

3 Lectura del santo evangelio según san Lucas (23,35-43): En aquel tiempo, los magistrados hacían muecas a Jesús diciendo: «A otros ha salvado; que se salve a sí mismo, si él es el Mesías de Dios, el Elegido». Se burlaban de él también los soldados, que se acercaban y le ofrecían vinagre, diciendo: «Si eres tú el rey de los judíos, sálvate a ti mismo». Había también por encima de él un letrero: «Este es el rey de los judíos». Uno de los malhechores crucificados lo insultaba diciendo: «¿No eres tú el Mesías? Sálvate a ti mismo y a nosotros». Pero el otro, respondiéndole e increpándolo, le decía: «¿Ni siquiera temes tú a Dios, estando en la misma condena? Nosotros, en verdad, lo estamos justamente, porque recibimos el justo pago de lo que hicimos; en cambio, este no ha hecho nada malo». Y decía: «Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu reino». Jesús le dijo: «En verdad te digo: hoy estarás conmigo en el paraíso».


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