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Clausura del Año Santo de la Misericordia

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Presentación del tema: "Clausura del Año Santo de la Misericordia"— Transcripción de la presentación:

1 Clausura del Año Santo de la Misericordia
Ermita del Santo Cristo del Arrabal Calamocha, 19 de noviembre de 2016 Clausura del Año Santo de la Misericordia

2 Jubileo de la Misericordia
La Misericordia no es un eslogan más. Es el corazón del evangelio. Es la mejor síntesis de las enseñanzas de Jesús. Es lo que mostró a todos aquellos que se cruzaron en su camino.

3 Se presentó un maestro de la ley y le preguntó a Jesús para ponerlo a prueba:
“Maestro, ¿qué tengo que hacer para heredar la vida eterna?” Jesús le contestó: - ¿Qué está escrito en la ley? ¿Qué lees en ella? El maestro de la ley respondió: - Amarás al Señor tu Dios con todo el corazón, con toda tu alma, con todo tu ser. Y al prójimo como a ti mismo. Jesús dijo: -Has respondido correctamente. Haz eso y tendrás la vida. Pero él, queriendo justificarse, preguntó a Jesús: ¿Y quién es mi prójimo?

4 Jesús le respondió: Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó y cayó en manos de unos salteadores que, después de desnudarlo y golpearlo sin piedad, se alejaron dejándolo medio muerto. Un sacerdote bajaba casualmente por aquel camino y, al verlo, se desvió y pasó de largo. Igualmente un levita que pasó por aquel lugar se desvió y pasó de largo. Pero un samaritano que iba de viaje lo vio, se acercó a él y se compadeció. Le vendó las heridas después de habérselas curado con aceite y vino, luego lo montó en su cabalgadura, lo llevó a la posada y cuidó de él. Al día siguiente, sacando dos denarios, se los dio al posadero diciendo: “Cuida de él, y lo que gastes de más te lo pagaré a mi vuelta”. ¿Quién de los tres te parece que fue prójimo del que cayó en manos de los salteadores? El otro contestó: -El que tuvo compasión de él. Jesús le dijo: ¡Vete y haz tu lo mismo! (Lc 10, 25-37)

5 Abre nuestro corazón al enfermo para acompañarlo
A veces basta una llamada, una simple palabra para hacer más ligero el peso de los que sufren. ¡Compartamos nuestro tiempo con ellos! ¡Llevémosles una palabra de aliento, un rato de compañía en su debilidad! Pero estemos atentos, porque existe un dolor más profundo y desgarrador: el dolor de la soledad. ¡Ayúdanos, Señor, a ser bálsamo sanador de los que están enfermos!

6 Abre nuestro corazón al hambriento para darle de comer
Que no es dar lo que nos sobra, sino ir más allá, compartir, ser austeros en los hábitos de consumo y no desperdiciar comida, porque “los alimentos que se tiran a la basura se roban de la mesa del pobre”. Y no olvidar que el hombre no solo vive de pan, sino que tiene hambre de Amor, de Consuelo, de Escucha. ¡Ayúdanos, Señor, a hacernos pan!

7 Abre nuestro corazón al sediento para darle de beber
Pensemos en aquellos que no pueden calmar su sed más que con agua contaminada; aquellos que mueren de sed; y nosotros la malgastamos. Pero el mundo también tiene sed de Sentido de la vida, de Felicidad… ¿Me paro a escuchar a mi hermano para saber de que está sediento? ¡Ayúdanos, Señor, a ser como Tú, fuente de agua fresca!

8 Abre nuestro corazón al forastero para acogerlo
Acoger supone romper ataduras, eliminar prejuicios, suprimir fronteras, expresar el verdadero Amor. En nuestra sociedad vivimos corriendo tras horarios y obligaciones, y sin darnos cuenta dejamos de lado el encuentro con los demás. Pongamos en marcha una cultura de la acogida y abramos las puertas para recibir y ayudar a tantas personas que buscan refugio. ¡Ayúdanos, Señor, a ser hogar cálido para el peregrino!

9 Abre nuestro corazón al desnudo para vestirlo
La desnudez se presenta de muchas maneras. Debemos desprendernos y no olvidar a quienes necesitan de nuestra ayuda para vestir con dignidad, pero vestir al desnudo supone también cubrir al otro de Respeto, de Protección, de Justicia. ¡Ayúdanos, Señor, a ser siempre manto de caridad!

10 Abre nuestro corazón al encarcelado para visitarle
Eso parece que rompe todos nuestros esquemas, pero el Amor tiene un lenguaje propio capaz de bendecir a los malditos, de acariciar a los que nadie quiere tocar y de acompañar a quienes están excluidos y marginados, encerrados en ¡tantas cárceles! ¡Ayúdanos, Señor, a ser manos liberadoras de la tristeza, del miedo y de la desesperanza!

11 Abre nuestro corazón ante la muerte
Recuérdanos también nuestra tarea de cuidar y estar al lado de los vivos, darles motivos para la esperanza en el dolor y de futuro en los momentos oscuros; y así, ser siempre para todos oasis de Perdón y del Amor que nunca muere. ¡Ayúdanos, Señor, a ser tu luz en las situaciones de oscuridad!

12 Abre nuestro corazón para ayudar al prójimo
Queremos mirar a Jesús en el hambriento, en el preso, en el enfermo, en el desnudo, en aquel que no tiene trabajo…, pero también en los que están solos, tristes, en los que se equivocan y necesitan consejo, en los que yerran y buscan perdón… ¡Ayúdanos, Señor, a vivir con los ojos abiertos, como el Samaritano, y mirar, conmovernos y actuar!

13 MISERICORDIOSOS COMO EL PADRE
Hemos reflexionado y meditado sobre las obras de Misericordia. Ahora toca actuar, salir de nosotros e ir al encuentro del prójimo. Clausuramos este año, pero no cerramos ninguna puerta, al contrario, la puerta de nuestro corazón está ya abierta de par en par; y en él tendrán siempre un lugar todos nuestros hermanos. ¡Sed misericordiosos!


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