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LITURGIA, OBRA DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD

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Presentación del tema: "LITURGIA, OBRA DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD"— Transcripción de la presentación:

1 LITURGIA, OBRA DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD

2 LITURGIA, OBRA DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD
El horizonte para comprender la naturaleza de la liturgia es la economía salvífica; es decir: el plan salvador que, proyectado por el Padre, revelado y realizado en y por el Hijo y Señor Jesucristo sobre todo con su Misterio Pascual, es actualizado por el Espíritu Santo entre Pentecostés y la Parusía.

3 LITURGIA, OBRA DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD
La trinidad es el origen, la meta, el agente y el referente esencial de la economía salvífica; el hombre, su destinatario; la liturgia, su principal portadora y realizadora; la Sagrada escritura, la garante de sus contenidos y momentos; finalmente, la Iglesia es ámbito donde todo acontece.

4 LITURGIA, OBRA DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD
La dimensión trinitaria de la liturgia constituye el principio teológico fundamental de su naturaleza, y la primera ley de toda celebración. La liturgia expresa esta realidad dinámica usando la fórmula paulina de 2 Cor 13,13 en los saludos y el comienzo de la plegaria eucarística: «La gracia (cháris) del Señor Jesucristo, el amor (agápê) de Dios y la comunión (koinônía) del Espíritu Santo (estén) con todos ustedes». Lo mismo dice el famoso axioma patrístico: «Todo don viene del Padre, por el Hijo y Señor nuestro Jesucristo, en la unidad del Espíritu Santo, y en el mismo Espíritu, por Jesucristo retorna de nuevo al Padre».

5 EL PADRE, FUENTE Y FIN DE LA LITURGIA

6 PADRE, FUENTE Y FIN DE LA LITURGIA
El Padre es fuente de bendición (Efesios 1, 3 – 6). Desde el principio hasta la consumación de los tiempos, toda la obra de Dios es una bendición, es decir: una acción divina que da la vida y cuya fuente es el Padre; acción que se manifiesta como palabra (bene-dictio) y como don (eu-logia). El Padre es el origen de todo el dinamismo vital de salvación. Si la liturgia es presencia del Misterio de la Salvación; es decir, Dios que bendice, tiene su origen en el Padre.

7 PADRE, FUENTE Y FIN DE LA LITURGIA
En la liturgia de la Iglesia, la bendición divina es plenamente revelada y comunicada: el Padre es reconocido y adorado como la fuente y el fin de todas las bendiciones de la creación y de la salvación; en su Verbo, encarnado, muerto y resucitado por nosotros, nos colma de sus bendiciones y por él derrama en nuestros corazones el don que contiene todos los dones: el Espíritu Santo. (CIC 1082)

8 PADRE, FUENTE Y FIN DE LA LITURGIA
La Iglesia revela y comunica plenamente la bendición divina, la acoge con agradecido amor y prorrumpe en acción de gracias. De este modo la liturgia cristiana, por una parte, bendice al Padre «por su don inefable» (2 Cor 9, 15) con la adoración, la alabanza y la acción de gracias; y, por otra, le presenta sin cesar hasta la consumación del designio de Dios, la ofrenda de la Iglesia, e implora de Él que el Espíritu Santo venga sobre esa ofrenda, sobre la misma Iglesia, sobre los fieles y sobre todo el mundo, a fin de que «por la comunión en la muerte y resurrección de Cristo-Sacerdote y por el poder del Espíritu estas bendiciones divinas den frutos de vida “para alabanza y gloria de su gracia” (Ef 1,6)» (CEC 1083).

9 LA PRESENCIA Y OBRA DEL VERBO ENCARNADO

10 LA PRESENCIA Y OBRA DEL VERBO ENCARNADO
Cristo es el actor principal del Misterio de la liturgia. El constitutivo esencial de Cristo es el hecho de ser Sumo y eterno Sacerdote: desde su encarnación es Mediador; por la ofrenda de la Cruz es Sacrificador del único Sacrificio que nos salva; por su glorificación a la derecha de Padre es intercesor. Él ha realizado el Misterio Pascual, y, glorificado actúa en la Iglesia, sobre todo está presente en la liturgia terrena, intercede y anticipa la victoria final. Si la liturgia es actualización de la obra de nuestra Salvación, Cristo ha realizado esa obra. El Misterio que celebramos en la liturgia es Misterio de Cristo.

11 LA PRESENCIA Y OBRA DEL VERBO ENCARNADO
Cristo se hace presente en el hoy de la acción litúrgica, pues no celebramos unos simples hechos del pasado. Él vivió el único acontecimiento que no pasa, pues de «una vez para siempre», de una vez y por todas, murió, fue sepultado, resucitó y se sentó a la derecha del Padre. Y Después de su glorificación, Cristo, Mediador único entre Dios y los hombres, Sumo Sacerdote del santuario celeste, presenta sin cesar ante el Padre su sacrificio redentor e intercede en favor nuestro.

12 LA PRESENCIA Y OBRA DEL VERBO ENCARNADO
Más aún, ha encomendado a su Iglesia que lo anuncie y haga presente entre los hombres mediante el sacrificio eucarístico y los sacramentos, «en torno a los cuales gira toda la vida litúrgica» (SC 6). La Iglesia, fiel y obediente a su Señor, desde los mismos tiempos apostólicos ha proclamado incesantemente que Cristo ha muerto y resucitado por todos los hombres y no ha dejado de actualizarlo en la Eucaristía y los demás sacramentos.

13 LA PRESENCIA Y LA OBRA DEL ESPÍRITU SANTO

14 PRESENCIA Y LA OBRA DEL ESPÍRITU SANTO
No hay celebración sin acción del Espíritu Santo. La liturgia cristiana no solamente recuerda los acontecimientos que nos salvaron, sino que también los actualiza, los hace presentes. El Misterio Pascual de Cristo se celebra, no se repite; lo que se repiten son las celebraciones. En cada una de ella sobreviene la efusión del Espíritu Santo que actualiza el único Misterio. (CIC 1104)

15 PRESENCIA Y LA OBRA DEL ESPÍRITU SANTO
Después de la Pascua, Cristo dio su Espíritu a la Iglesia y le encomendó la tarea no de realizar una nueva redención o plenificar la suya, sino de hacer presente a los hombres de cada generación sus acciones salvíficas: nacimiento, vida, enseñanzas, milagros y, sobre todo, su muerte y resurrección. Es decir, una vez resucitado, Cristo confiere al Espíritu la misión de hacerle presente en el «hoy» de la Iglesia y así hacer realmente eficaz su obra redentora.

16 PRESENCIA Y LA OBRA DEL ESPÍRITU SANTO
Ahora bien, como las acciones salvíficas de Cristo en ese «hoy» son acciones litúrgicas, resulta que la liturgia es impensable sin la presencia y acción del Espíritu Santo, y que allí donde realmente existe liturgia, el Espíritu Santo está presente y actuante. Se entiende así que sean los sacramentos los ámbitos privilegiados de la presencia-donación-acción del Espíritu Santo, pues son ellos los principales signos que actualizan los «misterios» (acciones salvíficas) de Cristo.

17 PRESENCIA Y LA OBRA DEL ESPÍRITU SANTO
En el Bautismo: Nos regenera, nos justifica, nos incorpora a Cristo y a la Iglesia y nos marca con un sello espiritual. En la Confirmación: Introduce en el misterio de Pentecostés, «marca» al cristiano, como a Cristo en el Jordán con un sello santo e indeleble, confiere sus siete dones y ayuda al cristiano a crecer en Cristo. En la Eucaristía: Hace presente a Cristo, estrecha la unidad del Cuerpo Místico, actualiza el Misterio Pascual, hace pregustar el Reino futuro, se da Él mismo y hace posible que la vida entera llegue a ser culto espiritual.

18 PRESENCIA Y LA OBRA DEL ESPÍRITU SANTO
En la Penitencia: Actúa como principio de reconciliación y renovación. En la Unción de los Enfermos: Une a Cristo crucificado y a quienes se hallan en estado precario por enfermedad, vejez o inmediatez de la muerte. En el Orden Sacerdotal: Consagra a los obispos, presbíteros y diáconos y les confiere la potestad cultual, de magisterio y pastora para la edificación del Pueblo de Dios. En el Matrimonio: Manifiesta su acción, pues este sacramento es celebración de la obra del Espíritu Santo y del permanente amor que los esposos se otorgan recíprocamente como eco del Amor-Persona divina.

19 PRESENCIA Y LA OBRA DEL ESPÍRITU SANTO
El poder transformador del Espíritu Santo en la liturgia, además de actualizar las acciones salvíficas del pasado, «apresura la venida del Reino y la consumación del misterio de la salvación. En la espera y en la esperanza nos hace realmente anticipar la comunión plena con la Trinidad Santa». Cuando celebramos la liturgia aquí en la tierra, el Espíritu nos introduce en la liturgia celestial que Cristo, Sumo y Eterno Sacerdote, celebra sin cesar en el Cielo.

20 PRESENCIA Y LA OBRA DEL ESPÍRITU SANTO
Además de invocarlo, la liturgia es donación continua del Espíritu Santo para realizar la comunión en la obra divina e inicial el retorno de todos los bienes a su fuente y término. La oración eclesial es la oración que hace el Espíritu en la Iglesia. Realizando la unidad de la Iglesia, el Espíritu Santo nos lleva al Padre en Cristo. El Espíritu hace presente a Cristo y actualiza su Misterio en la Iglesia. Como don de Dios y respuesta amorosa de fe, la liturgia es la obra común del Espíritu Santo y de la Iglesia. En la liturgia existe una verdadera cooperación entre el Espíritu Santo y la Iglesia.

21 PRESENCIA Y LA OBRA DEL ESPÍRITU SANTO
Glorificamos al Padre por Cristo en la unidad de la Iglesia. El Espíritu Santo nos pone en comunión con Cristo y en comunión con los demás en la Iglesia. Es la comunión del Espíritu Santo (2 Co 13,13). Por Él, la Iglesia es el gran sacramento de la comunión divina que reúne a los hijos de Dios dispersos. Como en la Trinidad, realiza esa especial comunión íntima y vital entre las personas y comunidades.


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