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29º Dom. T. O. Ciclo C Orar sin desanimarme ¡Escúchame, Padre!, aunque mi pensamiento vuele por otros cielos y no sea consciente de tu presencia; aunque.

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1 29º Dom. T. O. Ciclo C Orar sin desanimarme ¡Escúchame, Padre!, aunque mi pensamiento vuele por otros cielos y no sea consciente de tu presencia; aunque mis labios se abran para bendecirte, y mi corazón siga amando a otros dioses. ¡Escúchanos, Señor!, porque, a veces, sentimos que nuestra oración es pura y simple palabrería, que nuestra alabanza es un quedar bien contigo, que nuestra confianza es débil y muy interesada. ¡Escúchame, Padre!, porque tengo miedo a cortar contigo, porque, aun hablándote, me siento solo, porque, aun queriéndote, no siempre eres mi amor primero. ¡Escúchanos, Señor!, que no caigamos en la tentación de la pereza, que no nos cansemos nunca de estar junto a Ti, ni de buscarte en el oasis tranquilo o agitado de la oración. ¡Escúchame, Padre!, Ojalá que en el día que tú me llames, aun con mis deficiencias, hipocresías y pecados, encuentres un poco de fe, en este que, a pesar de los pesares, siempre quiere ser tu amigo. ¡Escúchanos, Señor!, Ojalá que aunque tenga el corazón roto, aunque tenga el cuerpo y el espíritu desfallecidos, aunque nadie levante la voz y la mano para defenderme, pueda escuchar en el fondo de mi corazón: No temas, hijo mío, pues yo estoy contigo. [I.L.]  DIOS, PRESENCIA PERMANENTE. El texto del libro del Éxodo puede resultarnos lejano y con un lenguaje que hoy no aceptamos, pero transmite un mensaje claro: Dios acompaña a su pueblo, no le deja abandonado, incluso en los malos momentos, en las situaciones límite o cuando llega el desánimo. Moisés actúa de mediación, intercediendo, poniendo en contacto. Dios no se impone por la fuerza, se sirve de muchos medios para estar a nuestro lado. ¿Soy capaz de percibir la presencia de Dios en mi caminar por la vida, en lo que voy haciendo, con los que me voy relacionando? ¿Cómo es esa presencia? ¿Quién me sirve de medio para “conectar” con Dios? ¿Ayudo yo a otros a relacionarse con Dios?  GESTOS PARA EXPRESAR LA FE. Los brazos extendidos de Moisés son una imagen plástica de confianza en Dios, de entrega y perseverancia. La fe no sólo se expresa con ideas y palabras. Los gestos también “hablan”, dicen mucho y comunican experiencias profundas a quienes los captan. El lenguaje no verbal es una manera muy eficaz de expresar y comunicar la fe. ¿Con qué gestos expreso mi fe? ¿Soy consciente de que también me relaciono con Dios a través de mi cuerpo? En las celebraciones litúrgicas y en mi oración ¿qué espacio hay para los símbolos, los gestos, las posturas corporales? Dios nos sigue invitando a actuar como Moisés: alzar los brazos, levantar nuestra voz, salir a la calle, manifestar lo que necesita cambio, apoyar causas justas, seguir luchando… Y hacerlo con otros, sosteniéndonos mutuamente en los compromisos, en seguir adelante, en no perder el ánimo…  ORACIÓN CONSTANTE. Moisés con sus manos levantadas y la mujer viuda pidiendo justicia al juez inicuo son modelo de una firme confianza y de una oración insistente y perseverante. Ambos continúan confiando en sí mismos, siguen creyendo que lo que piden será posible, siguen luchando por lo que ven necesario. Ambos nos hablan de la importancia de la oración no como instrumento para lograr de Dios lo que se quiere o necesita (a modo de “magia”) sino como un modo de ponerme en sus manos y en su presencia, para descubrir que Él continúa “haciendo justicia”, nunca me abandona y siempre me auxilia, aunque a veces parezca estar parado o en silencio. La oración no es el último recurso, sino la primera tarea del cristiano que va configurando mi modo de estar en la vida. Orar pidiendo a Dios no significa tratar de convencerle, sino llegar a tener una nueva visión de las cosas y de las situaciones con una mayor hondura y profundidad, descubriendo su presencia acompañando y guiando mi caminar. Orar ayuda a sintonizar con “la longitud de onda” de Dios y desde ahí afrontar la vida. Orar me invita a detenerme, hacer silencio, encontrarme conmigo mismo… y en ese contacto interior sentir a Dios empujándome al compromiso. No puede haber oración sin compromiso, ni solidaridad sin una rica vida interior. Reviso mi forma de orar: tiempo que dedico, formas y métodos que utilizo, a qué me lleva, ver si me va haciendo más confiado, más profundo, más “modelado” por Dios… Y le pido que me vaya encaminando por la senda de la constancia, la permanencia, la insistencia, la resistencia “contra viento y marea”, el no darme por vencido a pesar de que tarde en llegar lo que espero. Perdón, Señor… -por mis desánimos e inconstancias. -por mi oración superficial y rutinaria. -por no dedicar tiempo suficiente a escuchar tu Palabra. -por fiarme poco de ti y apoyarme en tantas seguridades falsas. -por dejarme llevar por muchas ofertas que no me conducen a nada. -por las veces que no estoy atento a tus llamadas. *************************** Concédeme, Señor, el don de la perseverancia para mantenerme constante en las tareas que tengo encomendadas, no me deje llevar por la impaciencia, no busque recompensas inmediatas, ni tenga la tentación de “arrojar la toalla”. Haz que permanezca fiel cuando las fuerzas me fallan porque sé que tú me ayudas, me sostienes y acompañas. Corrígeme, Señor, cuando mi vida se desvía del camino que tú me marcas, cuando me alejo de tu presencia o me olvido de tu Palabra. Despiértame, Señor, de mi vida aletargada para que sea sensible a toda persona necesitada. Enséñame, Señor, a encontrarte en mi rutina diaria, dando luz y sentido a todo lo que me pasa. Que sea mi oración fuente de alegría y esperanza, fuerza para caminar y alimento para mi vida cotidiana En tus manos, Señor - María José Bravo https://youtu.be/41zMbI9r53w También nosotros, Señor, te rogamos con insistencia…  Ayúdanos a no permanecer callados ante las causas justas que defienden a los débiles y necesitados  Danos tu fuerza para ser constructores de paz allí donde estamos.  Llénanos de ternura, de misericordia y de acogida hacia todos nuestros hermanos.  Enséñanos a permanecer fieles y constantes en nuestros compromisos diarios.  Oriéntanos por el camino de una auténtica oración encarnada que dé plenitud a todo lo que hagamos.

2 Lectura del libro del Éxodo (17,8-13): En aquellos días, Amalec vino y atacó a los israelitas en Rafidín. Moisés dijo a Josué: «Escoge unos cuantos hombres, haz una salida y ataca a Amalec. Mañana yo estaré en pie en la cima del monte, con el bastón maravilloso de Dios en la mano.» Hizo Josué lo que le decía Moisés, y atacó a Amalec; mientras Moisés, Aarón y Jur subían a la cima del monte. Mientras Moisés tenía en alto la mano, vencía Israel; mientras la tenía baja, vencía Amalec. Y, como le pesaban las manos, sus compañeros cogieron una piedra y se la pusieron debajo, para que se sentase; mientras Aarón y Jur le sostenían los brazos, uno a cada lado. Así sostuvo en alto las manos hasta la puesta del sol. Josué derrotó a Amalec y a su tropa, a filo de espada. Salmo 120,1-2.3-4.5-6.7-8 R/. El auxilio me viene del Señor, que hizo el cielo y la tierra Levanto mis ojos a los montes: ¿de dónde me vendrá el auxilio? El auxilio me viene del Señor, que hizo el cielo y la tierra. R/. No permitirá que resbale tu pie, tu guardián no duerme; no duerme ni reposa el guardián de Israel. R/. El Señor te guarda a su sombra, está a tu derecha; de día el sol no te hará daño, ni la luna de noche. R/. El Señor te guarda de todo mal, él guarda tu alma; el Señor guarda tus entradas y salidas, ahora y por siempre. R/.

3 Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a Timoteo (3,14–4,2): Permanece en lo que has aprendido y se te ha confiado, sabiendo de quién lo aprendiste y que desde niño conoces la sagrada Escritura; ella puede darte la sabiduría que, por la fe en Cristo Jesús, conduce a la salvación. Toda Escritura inspirada por Dios es también útil para enseñar, para reprender, para corregir, para educar en la virtud; así el hombre de Dios estará perfectamente equipado para toda obra buena. Ante Dios y ante Cristo Jesús, que ha de juzgar a vivos y muertos, te conjuro por su venida en majestad: proclama la palabra, insiste a tiempo y a destiempo, reprende, reprocha, exhorta, con toda paciencia y deseo de instruir. Lectura del santo evangelio según san Lucas (18,1-8): En aquel tiempo, Jesús, para explicar a sus discípulos cómo tenían que orar siempre sin desanimarse, les propuso esta parábola: «Había un juez en una ciudad que ni temía a Dios ni le importaban los hombres. En la misma ciudad había una viuda que solía ir a decirle: "Hazme justicia frente a mi adversario." Por algún tiempo se negó, pero después se dijo: "Aunque ni temo a Dios ni me importan los hombres, como esta viuda me está fastidiando, le haré justicia, no vaya a acabar pegándome en la cara."» Y el Señor añadió: «Fijaos en lo que dice el juez injusto; pues Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos que le gritan día y noche?; ¿o les dará largas? Os digo que les hará justicia sin tardar. Pero, cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará esta fe en la tierra?»


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