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Publicada porPurificación Valenzuela Silva Modificado hace 8 años
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“ EL MINISTERIO DEL ESPIRITU SANTO” LOS FRUTOS DEL ESPIRITU EL AMOR La base del amor es la obediencia El verdadero amor está basado en la obediencia. El Señor Jesús dijo en Juan 14:21: “El que tiene mis mandamientos, y los guarda, ése es el que me ama; y el que me ama, será amado por mi Padre, y yo le amaré, y me manifestare a él.”
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“ LOS FRUTOS DEL ESPIRITU ” La base del amor es la obediencia La prueba de nuestro amor por el Señor es que le obedezcamos y guardemos sus mandamientos. Esto se ve en la vida familiar. El hijo que ama a sus padres les obedece. Si en verdad amamos a nuestro Padre celestial, lo demostraremos obedeciéndole. Luego el Señor continuó hablando acerca de esta verdad en Juan 14:23-24 : “Respondió Jesús y le dijo: El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada con él. El que no me ama, no guarda mis palabras…” Aquellos que no obedecen al Señor no lo ama verdaderamente. Pero hay una tremenda promesa dada a aquellos que aman y obedecen al Señor. El Señor dijo que él se manifestaría (o se revelaría abiertamente) a ellos.
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“ LOS FRUTOS DEL ESPIRITU ” Arraigados y cimentados en Amor En Efesios 3:17-19 Pablo proclamó: “Para que habite Cristo por la fe en vuestros corazones, a fin de que, arraigados y cimentados en amor, seáis plenamente capaces de comprender con todos los santos cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura, y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios.” debemos estar arraigados y cimentados en amor Para poder ser llenos de la plenitud de Dios y proseguir a la perfección, debemos estar arraigados y cimentados en amor, de tal manera que todo lo que hagamos brote del amor en nuestros corazones. Como cristianos, queremos lo mejor de Dios. Y lo mejor es ser llenos de su amor.
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“ LOS FRUTOS DEL ESPIRITU ” Amor por nuestro prójimo El segundo deber del amor está contenido en el segundo mandamiento dado por el Señor. Después de que el Señor dio el primer y gran mandamiento, el cual es amar a Dios con todo nuestro corazón, el dio el segundo mandamiento en Mateo 22:39 : “Amarás a tu prójimo como a ti mismo.” Esta es una cita tomada del libro de Levítico, el cual era un manual del Antiguo Testamento para los sacerdotes (Lev. 19:18.).
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“ LOS FRUTOS DEL ESPIRITU ” Amor por nuestro prójimo Este mandamiento está basado en nuestro amor por Dios. Juan, llamado el apóstol del amor, declaró en su primera epístola: “Si alguno dice: Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es mentiroso. Pues el que no ama a su hermano a quien ha visto, ¿Cómo puede amar a quien no ha visto? Y nosotros tenemos este mandamiento de el: El que ama a Dios, ame también a su hermano (1 Juan 4:20-21). Vamos a dividir el tema de amar al prójimo en cuatro partes: 1.Debemos aceptarnos a nosotros mismos. 2. Debemos practicar la Regla de Oro. 3. Debemos considerar la pregunta: ¿Quién es nuestro prójimo? 4. El amor que restaura.
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“ LOS FRUTOS DEL ESPIRITU ” Aceptarnos a nosotros mismos La Palabra nos dice que tenemos que amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos. Para poder cumplir este mandamiento y amar a otros, primero debemos amarnos a nosotros mismos. Debemos estar en paz con nosotros mismos y aceptarnos con gozo, tal y como Dios nos creó. Muchas personas tienen dificultad aceptándose a sí mismos. Diciendo: “No me gusta como soy, en verdad odio mi vida. Si tan solo fuera como alguien más, todo sería mucho mejor.” En Isaías 45:9-10, hay una severa advertencia para aquellos que tiene esta mentalidad: “¡Ay del que pleitea con su Hacedor! ¡El tiesto con los tiestos de la tierra! ¿Dirá el barro al que lo obra: ¿Qué haces? O tu obra: ¿no tiene manos? ¡Ay del que dice al padre: ¿Por qué engendraste? Y la mujer: ¿Por qué diste a luz?”
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“ LOS FRUTOS DEL ESPIRITU ” Aceptarnos a nosotros mismos Muchas personas le dicen al Señor: ¿ Por qué me hiciste así? “Aun el gran profeta Moisés, en un momento de desánimo le dijo al Señor: “Yo no puedo hablar; no soy elocuente” Dios le respondió: “¿Quién dio la boca al hombre? ¿O quien hizo al mudo y al sordo, al que ve y al ciego? ¿No soy yo Jehová?” (Ex. 4:11) No podemos decirles a nuestros padres: ¿Por qué me hiciste así? O ¡es su culpa que yo sea así! Todo lo contrario, debemos aceptarnos a nosotros mismos. “Señor, tú me has hecho como quieres que sea.” Esto se aplica a nuestro color de ojos, nuestro cabello y todas nuestras demás características. El primer paso para amar a otros, es amarnos y aceptarnos a nosotros mismos, tal como Dios nos hizo.
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“ LOS FRUTOS DEL ESPIRITU ” Practique la Regla de Oro Segundo, para cumplir este segundo mandamiento debemos practicar la Regla de Oro, encontrada en las palabras de Jesús, en Mateo 7:12: “ Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos; porque esto es la ley y los profetas.” Debemos de tratar a los demás de la forma en que nosotros queremos que nos traten. Si hacemos bien a otros, algún día otros nos devolverán el bien. Esta “Regla de Oro” debe ser nuestro lema para toda la vida, donde quiera que vivamos. El amor hacia nuestro prójimo se manifiesta de esta manera. Siempre debemos hacer bien a otros pues si lo hacemos así, como respuesta se nos mostrará bondad a nosotros.
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“ LOS FRUTOS DEL ESPIRITU ” ¿Quién es mi prójimo? Ahora debemos considerar la pregunta acerca de quién es nuestro prójimo. El Señor nos mandó a amar a nuestro prójimo, pero ¿Cómo podemos cumplir este mandamiento, si no comprendemos a quien tenemos que amar? En Lucas 10:25-29 leemos: “Y he aquí un intérprete de la ley se levantó y dijo, para probarle: Maestro, ¿haciendo qué cosa heredaré la vida eterna? Él le dijo: ¿Qué está escrito en la ley? ¿Cómo lees? Aquél, respondiendo, dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con todas tus fuerzas, y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo. Y le dijo: Bien has respondido; haz esto, y vivirás. Pero él, queriendo justificarse a sí mismo, dijo a Jesús: ¿Y quién es mi prójimo?
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“ LOS FRUTOS DEL ESPIRITU ” ¿Quién es mi prójimo? En Lucas 10:30-35, leemos la respuesta que el Señor le dio en la parábola del buen samaritano: “Un hombre descendía de Jerusalén a Jericó, y cayó en manos de ladrones, los cuales le despojaron; e hiriéndole, se fueron, dejándole medio muerto. Aconteció que descendió un sacerdote por aquel camino, y viéndole, pasó de largo. Asimismo un levita, llegando cerca de aquel lugar, y viéndole, pasó de largo. Pero un samaritano, que iba de camino, vino cerca de él, y viéndole, fue movido a misericordia; y acercándose, vendó sus heridas, echándoles aceite y vino; y poniéndole en su cabalgadura, lo llevó al mesón, y cuidó de él. Otro día al partir, sacó dos denarios, y los dio al mesonero, y le dijo: Cuidádmele; y todo lo que gastes de más, yo te lo pagaré cuando regrese.”
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“ LOS FRUTOS DEL ESPIRITU ” ¿Quién es mi prójimo? En esta parábola, un hombre fue herido por ladrones y dejado por muerto en el camino de Jerusalén a Jericó. Primero pasó un sacerdote, luego un levita, quienes viéndolo, lo dejó y continuaron su camino. Sin embargo, un samaritano pasó por allí y deteniéndose, lo ayudó. Hizo todo lo que pudo por el herido. Este samaritano ni siquiera conocía a este hombre, pero tuvo compasión de él y lo ayudó en su hora de necesidad. Entonces Jesús le preguntó al interprete: “¿Quién, pues, de estos tres te parece que fue el prójimo del que cayó en manos de ladrones?” El intérprete contestó: “El que usó de misericordia con él”. Entonces Jesús le dijo: “Ve, y haz tú lo mismo.” Por lo tanto, nuestro prójimo puede ser cualquiera. Debemos cuidar especialmente de aquellos que tienen necesidad y están en angustia.
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“ LOS FRUTOS DEL ESPIRITU ” El amor que restaura Somos llamados a restaurar a aquellos que una vez conocieron al Señor, pero que se han apartado de el. Algunas de las grandes historias en la Palabra de Dios, son historias acerca del amor de Dios que restaura a aquellos que se han descarriado. Quiero considerar brevemente dos historias en la Biblia de personas que tuvieron una caída terrible, y sin embargo fueron restaurado por el amor de Dios: el rey David y Gomer (la esposa infiel de Oseas). Ambos cayeron en el terrible abismo del adulterio. Para el rey David, el camino de salid de ese abismo fue muy largo.
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“ LOS FRUTOS DEL ESPIRITU ” El amor que restaura El primer paso para salir de ese abismo es claramente explicado por Jeremías, cuando clama: “Reconoce, pues, tu maldad” (Jer. 3:13). Es Dios quien inicia la restauración, pero el descarriado debe reconocer su iniquidad y tomar pasos hacia el arrepentimiento para poder ser restaurado. El Señor dice en Jeremías 3:14: “Convertíos, hijos rebeldes, dice Jehová, porque soy vuestro esposo.” “No queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento” (2 P. 3:9). El rey David se arrepintió verdaderamente y reconoció su iniquidad. El clamó en arrepentimiento y se le aseguró perdón, pero hay otros, como Esaú, que nunca volvieron al Señor. A ellos no se les encontró merecedores de misericordia, pues no cambiaron su deseo.
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“ LOS FRUTOS DEL ESPIRITU ” El amor que restaura Gomer también fue restaurada a su esposo, el profeta Oseas. A Oseas le fue dicho que la tomara de nuevo y que la amara, a pesar de todas sus infidelidades con todos sus amantes. El Señor le dijo a Oseas: “Ve, ama a una mujer amada de su compañero, aunque adultera, como el amor de Jehová para con los hijos de Israel, los cuales miran a dioses ajenos, y aman totas de pasas.” (Oseas 3:1). Fue el amor lo que restauró a Gomer y es el amor de Dios lo que va a restaurar a nuestros seres amados. Necesitamos operar en el ministerio de restauración basado en el amor divino. Nuestro deseo debe ser verles restaurados. Solamente el amor incondicional los traerá al Señor.
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