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Lección 24: ¡Somos iguales!

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Presentación del tema: "Lección 24: ¡Somos iguales!"— Transcripción de la presentación:

1 Lección 24: ¡Somos iguales!
TEXTO ÁUREO «Hermanos míos amados, oíd: ¿No ha elegido Dios a los pobres de este mundo, para que sean ricos en fe y herederos del reino que ha prometido a los que lo aman?». — Santiago 2.5

2 Propósito Ver que la acepción de personas es una práctica tan común en la sociedad que nos rodea que muy fácilmente se introduce en la vida de la iglesia. Entender que esa práctica es una amenaza, no solo al bienestar de la iglesia, sino a la integridad del evangelio y que por tanto debemos tratar de erradicarla. Tomar decisiones y establecer costumbres y prácticas que nos ayuden en esa dirección.

3 Estructura literaria del texto (Santiago 2.1-13)
I. Santiago condena la acepción de personas. II. La condena de tal modo que es como el homicidio o el adulterio. III. La condena porque es una negación de los valores del Reino. IV. La acepción de personas es tendencia humana natural. V. Los valores del Reino son muy diferentes. VI. Para ser fiel al evangelio, la iglesia tiene que vivir según esos valores.

4 Vocabulario bíblico «BLASFEMAR»: Como sucede con casi toda la epístola de Santiago — y como sucedió con el pasaje de la semana pasada— en el texto que estudiamos hoy no hay palabras que requieran explicación especial. Tomemos la oportunidad para explicar el sentido del verbo «blasfemar», que aparece en el versículo 7. Blasfemar es lo que hoy en algunos países se llama «hablar malo». Es mucho más que eso. Para nosotros, las malas palabras son una falta de educación o de respeto o hasta un insulto. No pasan de eso. En la perspectiva bíblica, puesto que el don de la palabra es parte de la imagen de Dios en nosotros, blasfemar, hablar malo, es invocar el poder del mal, es hasta darle poder al mal. Quienes en el versículo 7 blasfeman el nombre de Jesús no solamente insultan a Jesús y a sus seguidores, sino que invocan el mal sobre ellos.

5 Santiago 2.1 RVR 1 Hermanos míos, que vuestra fe en nuestro glorioso Señor Jesucristo sea sin acepción de personas. VP 1 Ustedes, hermanos míos, que creen en nuestro glorioso Señor Jesucristo, no deben hacer discriminaciones entre una persona y otra.

6 Santiago 2.2-3 RVR 2 Si en vuestra congregación entra un hombre con anillo de oro y ropa espléndida, y también entra un pobre con vestido andrajoso, 3 y miráis con agrado al que trae la ropa espléndida y le decís: «Siéntate tú aquí, en buen lugar», y decís al pobre: «Quédate tú allí de pie», o «Siéntate aquí en el suelo», VP 2 [-3] Supongamos que ustedes están reunidos, y llega un rico con anillos de oro y ropa lujosa, y lo atienden bien y le dicen: “Siéntate aquí, en un buen lugar”, y al mismo tiempo llega un pobre vestido con ropa vieja, y a este le dicen: “Tú quédate allá de pie, o siéntate en el suelo”;

7 Santiago 2.4-5 RVR 4 ¿no hacéis distinciones entre vosotros mismos y venís a ser jueces con malos pensamientos? 5 Hermanos míos amados, oíd: ¿No ha elegido Dios a los pobres de este mundo, para que sean ricos en fe y herederos del reino que ha prometido a los que lo aman? VP 4 entonces están haciendo discriminaciones y juzgando con mala intención. 5 Queridos hermanos míos, oigan esto: Dios ha escogido a los que en este mundo son pobres, para que sean ricos en fe y para que reciban como herencia el reino que él ha prometido a los que lo aman;

8 Santiago 2.6-7 RVR 6 Pero vosotros habéis afrentado al pobre. ¿No os oprimen los ricos y no son ellos los mismos que os arrastran a los tribunales? 7 ¿No blasfeman ellos el buen nombre que fue invocado sobre vosotros? VP 6 ustedes, en cambio, los humillan. ¿Acaso no son los ricos quienes los explotan a ustedes, y quienes a rastras los llevan ante las autoridades? 7 ¿No son ellos quienes hablan mal del precioso nombre que fue invocado sobre ustedes?

9 Santiago 2.8-9 RVR 8 Si en verdad cumplís la Ley suprema, conforme a la Escritura: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo», bien hacéis; 9 pero si hacéis acepción de personas, cometéis pecado y quedáis convictos por la Ley como transgresores, VP 8 Ustedes hacen bien si de veras cumplen la ley suprema, tal como dice la Escritura: “Ama a tu prójimo como a ti mismo.” 9 Pero si hacen discriminaciones entre una persona y otra, cometen pecado y son culpables ante la ley de Dios.

10 Santiago RVR 10 porque cualquiera que guarde toda la Ley, pero ofenda en un punto, se hace culpable de todos, 11 pues el que dijo: «No cometerás adulterio», también ha dicho: «No matarás». Ahora bien, si no cometes adulterio, pero matas, ya te has hecho transgresor de la Ley. VP 10 Porque si una persona obedece toda la ley, pero falla en un solo mandato, resulta culpable frente a todos los mandatos de la ley. 11 Pues el mismo Dios que dijo: “No cometas adulterio”, dijo también: “No mates.” Así que, si uno no comete adulterio, pero mata, ya ha violado la ley.

11 Santiago RVR 12 Así hablad y así haced, como los que habéis de ser juzgados por la ley de la libertad, 13 porque juicio sin misericordia se hará con aquel que no haga misericordia; y la misericordia triunfa sobre el juicio. VP 12 Ustedes deben hablar y portarse como quienes van a ser juzgados por la ley que nos trae libertad. 13 Pues los que no han tenido compasión de otros, sin compasión serán también juzgados, pero los que han tenido compasión saldrán victoriosos en la hora del juicio.

12 Resumen - 1 Santiago está invitando a sus lectores a poner en práctica de modo concreto lo que Jesús y las Escrituras les han enseñado. En el caso de la lección de hoy, se trata de no hacer acepción de personas —de no tratar a unos como si valieran más o menos que otros. Para Santiago, el hacer tal acepción dentro de la vida de la iglesia es un pecado tan grande como el peor, pues es una negación de la «Ley suprema» del amor al prójimo y en todo caso la Ley es una y quien la desobedece en un punto es como si la desobedeciera en todo.

13 Resumen - 2 Un buen modo de terminar la sesión puede ser discutir qué se hace en nuestra iglesia para asegurarnos de que todas las personas reciban una bienvenida cordial y acogedora—y después de darles la bienvenida, para ayudarles a sentirse en casa y para darles el valor que tienen como personas, por quienes Jesucristo murió. ¿Hay un comité a cargo de tales cosas? ¿Hay personas designadas para asegurarse de que se les de la bienvenida a todos y todas? Si hay tal comité o tales personas, ¿bastará con eso? ¿Qué puede hacer cada miembro de la clase para que haya tal bienvenida? Después que se les da la primera bienvenida, ¿qué se hace y qué más podemos hacer para asegurarnos de que esas personas recién llegadas— sobre todo las menos respetadas y admiradas en el orden social— sigan sintiendo que ésta es su casa y que están entre familia?

14 Oración Gracias, Dios nuestro, porque Tú eres un Dios de bienvenida. Gracias porque nos das la bienvenida a tu familia y a tu Reino. Perdónanos cuando, aun en medio de tu familia, hacemos acepción de personas y de ese modo negamos tu bienvenida y tu Reino. Perdónanos y ayúdanos a ver en cada persona el valor que Tú le das. Por Jesucristo, quien nos da la bienvenida sin importarle quienes somos, Amén.


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