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Publicada porJuan Antonio Córdoba Herrero Modificado hace 9 años
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Una producción de Francisco Arámburo Salas faramburo@aramburosuites.com Una producción de Francisco Arámburo Salas faramburo@aramburosuites.com
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Durante el mes de Diciembre es una bonita costumbre enviar tarjetas navi- deñas, y muy agradable recibirlas. Eso nos mantiene en comunicación con personas que generalmente no sabemos de ellas durante el resto del año. Es como un puente que acerca nuestras orillas y facilita el paso hacia ellas. En esta ocasión no voy a enviarles una tarjeta a mis amigos, sino la narra- ción de una sencilla pero verdadera anécdota que nos sucedió durante la cena familiar de navidad de hace algnos años, que espero sea de su agrado. ¿Quieren que pasemosa conocerla?
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La mesa estaba puesta con todos los utensilios, que brillaban con la romántica luz de las velas. Era la cena de Navidad. Toda la familia se hallaba reunida departiendo alegremente en medio de bromas y risas.
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Se escuchaba un CD de música navideña interpretada por los Niños Cantores de Viena. Se destapó la primera botella de nuestro vino favorito, Blanc de Zinfandel, se sirvieron las copas... ¡y llegó la hora del brindis!
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Mi hijo fue el primero: “Yo brindo por la armonía familiar, y que continuemos manteniéndos tan unidos como siempre.” Luego mi hermana levantó su copa y dijo: “por que la vida nos siga brindando salud, dicha y bienestar.” Y todos levantamos nuestras copas ¡¡SALUD!!
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Luego otra de mis hermanas exclamó: “por la prosperidad y el progreso, algo que nunca debe faltarnos.” Tocó el turno a mi madre, quien levantó su copa y pidió: “Por que la paz, la buena voluntad y la alegría reinen siempre en nuestros corazones... y por los ausentes.” Tocó el turno a mi madre, quien levantó su copa y pidió: “Por que la paz, la buena voluntad y la alegría reinen siempre en nuestros corazones... y por los ausentes.” (Y todos recordamos en silencio a los que ya no estaban con nosotros)
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Luego mi cuñado pidió “que tuviéramos muchas navidades tan felices como esta.” Mi esposa también se sintió emocionada y dijo: “Brindo por el recuer- do placentero del pasado y por la prometedora esperanza del futuro.” Cuando me tocó a mí el turno sólo dije:“Yo pido paz, dicha y bendiciones para nuestro hogar y para el resto del mundo” (aun sabiendo qué en realidad eso estaba muy difícil).
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Mi sobrina mayor dijo con gran inspiración, quizá recordando una frase que había escuchado, le había gustado y la había memorizado: “Para los buenos momentos, gratitud; para los malos, esperanza; para cada día, una ilusión; y en todo momento, FELICIDAD” Los aplausos no se hicieron esperar
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Y así continuaba el cristalino sonido del choque de las copas con emotivos e inspirados brindis, por todos esos deseos idealistas que siempre soñamos, y con esas frases y peticiones tan variadas como los colores del espectro. A h, pero en el entusiasmo se saltaban a mi nieto Francisco (Franky) a la sazón alumno del jardín de niños, quien de pronto pidió que también a él le sirvieran una copa para brindar, lo cual hicimos -pero con refresco de manzana- extrañados pero sonrientes, y quedamos a la expectativa...
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F ue una verdadera sorpresa el ver cómo levantó su copa, y con toda seguridad y aplomo, dirigiendo la mirada al nacimiento debajo el arbolito de navidad, dijo enfáticamente: F ue una verdadera sorpresa el ver cómo levantó su copa, y con toda seguridad y aplomo, dirigiendo la mirada al nacimiento debajo el arbolito de navidad, dijo enfáticamente: “Yo brindo por el niñito que acaba de nacer, porque él es quien les va a traer todas esas cosas que están pidiendo.” “Yo brindo por el niñito que acaba de nacer, porque él es quien les va a traer todas esas cosas que están pidiendo.” “Yo también quiero brindar...”
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T odos nos quedamos asombrados y silenciosos, rompiendo luego en aplausos y felicitaciones, mientras él se quedaba tranquilo e impávido. S u brindis nos motivó y nos hizo meditar profundamente. En realidad esa es la razón por cual estamos reunidos; ese es el motivo primordial de esta celebración, de esta cena, de este momento... ¡y lo habíamos olvidado!
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R eflexionando acerca de todo esto permítanme ahora, queridos amigos, brindar esta noche con todos uste- des desde aquí, desde esta pantalla, por el ferviente deseo de que nunca se nos olvide que en realidad, y pre- cisamente, lo que estamos celebran- do es la llegada de este Niñito, como dijo mi nieto, quien desde su humilde pesebre nos recuerda que EL es el único que nos puede traer todo lo que anhelamos y puede concedernos todo lo que le pedimos, si solamente lo tenemos siempre presente en nuestra mente, en nuestra alma y en nuestros corazones. Asi pues... ¡SALUD! R eflexionando acerca de todo esto permítanme ahora, queridos amigos, brindar esta noche con todos uste- des desde aquí, desde esta pantalla, por el ferviente deseo de que nunca se nos olvide que en realidad, y pre- cisamente, lo que estamos celebran- do es la llegada de este Niñito, como dijo mi nieto, quien desde su humilde pesebre nos recuerda que EL es el único que nos puede traer todo lo que anhelamos y puede concedernos todo lo que le pedimos, si solamente lo tenemos siempre presente en nuestra mente, en nuestra alma y en nuestros corazones. Asi pues... ¡SALUD!
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= Pertinente aclaración = En virtud de que esta es una historia verdadera—un episodio real que sucedió tal como aquí se narra—es necesario aclarar que mi nieto Franky, ahora con- vertido en un jovencito de secundaria, no es el que aparece en las fotos, sino mi nieto más pequeño, su hermano Joaquín. Franky fue el protagonista de la historia y Joaquín sólo el modelo que utilicé debido a que tiene la edad que tenía Franky cuando ocurrió el hecho. Por lo tanto, aquí les presento ahora a los dos protagonistas para que tengan una mejor idea. Joaquín y Franky Franky Joaquín en los teclados y vestido de Charro
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Finalmente, muestro aquí la página con la reseña de la anécdota publicada originalmente en la revista Compás en el mes de Diciembre de 1999, y en la cual se narra el interesante y curioso hecho muy celebrado por todos... o por lo menos por nosotros. Finalmente, muestro aquí la página con la reseña de la anécdota publicada originalmente en la revista Compás en el mes de Diciembre de 1999, y en la cual se narra el interesante y curioso hecho muy celebrado por todos... o por lo menos por nosotros. Y ahora deseo a todos ustedes que reciban la Navidad con todo regocijo y alegría, y que el Santo Niño bendiga su hogar y su familia. ¡¡FELIZ NAVIDAD!! F i n
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